Las formas del deseo a través de cinco libros recientes
Una exploración de cómo se vive el deseo desde diferentes perspectivas.
Se suele decir que el amor es el tema literario primigenio, el que más aparece en todas sus formas en cualquier tradición literaria. Y si bien es probablemente cierto, su reverso más visceral, el deseo, no le anda a la zaga. Sobre esa pasión que nos lleva a hacer locuras, que transforma a las personas, se ha escrito largo y tendido. Pero el deseo, como el amor, también va cambiando, o al menos lo hace la manera en la que lo percibimos. Por eso ahora vemos como no hay uno, sino muchos deseos, algo que la literatura nos muestra. Por ejemplo, en estos cinco libros recientes.
Libros sobre el deseo confuso
Los recientes cambios sociales y una educación sentimental deficiente han llevado a una generación de hombres heterosexuales a cuestionarse su deseo, entre la culpa y la dificultad para adaptarse a la época actual. En Teoría del juego, Adrià Paco nos cuenta la historia de Ernest, uno de estos hombres, trazando su vida sentimental, llena de altibajos, para tratar de poner algo de luz a esas sensaciones enfrentadas. Sobre el deseo femenino, desinhibido y fuera de culpas, nos habla Najat El Hachmi en La cazadora de cuerpos, a través de una protagonista que colecciona relaciones con hombres de todo tipo hasta que uno le hace cuestionarse la manera en la que se está relacionando con su deseo
El deseo entre personas del mismo sexo, en especial en épocas pasadas, siempre ha estado rodeado de tabúes y culpabilidades. En Habitaciones separadas, Pier Vittorio Tondelli nos embarca en la relación entre dos hombres a lo largo de los años, con idas y venidas, hasta que la muerte se cruza en su camino y aparece la soledad.
El deseo en la madurez
El deseo, por otro lado, no es propio solo de un colectivo o de una edad. La literatura nos ha ido mostrando que hay muchas maneras de vivirlo incluso cuando ya se ha superado una edad. En La ingrata tarea de no dejarme querer, Juan Carlos Kreimer nos habla de un deseo de madurez, pero también de la manera en la que ambas partes deciden también rechazar admitir lo que sienten. Desde otra perspectiva, Miranda July nos habla en A cuatro patas de cómo un viaje puede abrir a su protagonista, una artista de mediana edad, a decidir explorar su deseo de una manera diferente a la de su vida anterior.
