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Luis Landero y los libros que hay que leer al menos una vez en la vida

Hablamos con uno de los grandes novelistas en español en activo sobre su reciente 'La última función'

Luis Landero.
Luis Landero.
Librotea España /

La última novela de Luis Landero, La última función, es una obra sobre el poder del arte y del amor. Un actor que no ha encontrado el éxito regresa a su pueblo de Madrid, y una mujer más joven llega allí por error tras escapar de una relación tormentosa. A partir de ahí, una función de teatro cambia sus vidas, en una de las historias más luminosas del Premio Nacional de Las letras 2022. De todo ello hablamos con él, además de repasar los libros que hay que leer al menos una vez en la vida.

Luis Landero: entrevista y libros recomendados
Luis Landero.


Tito Gil, el protagonista de La última función, está inspirado en un personaje real, amigo íntimo de Landero, muy vinculado al teatro y al arte en general. “Es Ernesto Gil, que acaba de cumplir 86 años. Yo lo conocí en 1970, somos muy amigos, tiene una voz maravillosa y un amor al arte incondicional y desinteresado”, cuenta. “El éxito le da igual, las cuestiones materiales también. Solamente es un amor desinteresado al arte, como un adolescente que se enamora. Y yo fui durante 18 años profesor en la Escuela de Arte Dramático en Madrid, y de manera que para mí el teatro es algo muy cercano y muy querido”.

La última función

La última función

Luis Landero
Tusquets Editores S.A.

Uno de los temas centrales de La última función es el fracaso, o lo que se considera actualmente el fracaso, y la posibilidad de redimirse a través del arte y el amor. “Tito Gil no conoce el amor prácticamente. De algún modo ha fracasado en el amor, si la palabra es fracaso. Y en cuanto a Paula, ha conocido el amor, bien o mal, pero el arte no. Entonces, son dos vidas fracasadas, porque no se han cumplido los sueños que tenían en su juventud”, explica el autor, para el que “el éxito está sobrevalorado. Siempre ha sido importante, y no es malo, ni mucho menos. El problema es cuando efectivamente se hacen las cosas con vistas al éxito y con vistas al dinero. Esto es una cosa que pervierte o puede pervertir al artista”.

El intento por hacer algo, y por hacer algo noble, por luchar por tus sueños, por tus convicciones… ese realmente es el éxito


Landero se refiere al éxito como “una droga adictiva, porque hoy es relativamente fácil de conseguir. Basta salir a la televisión, tener tus momentos de gloria, pero luego el éxito desaparece, a veces es efímero, y entonces el que conoce el éxito no sabe vivir sin él. Y entonces desde Instagram, Facebook o Twitter, hacen muchos aspavientos para llamar la atención y no ser olvidados. Además, parece que el fracaso es algo maldito, cuando realmente el éxito no depende del logro final, sino del intento. El intento por hacer algo, y por hacer algo noble, por luchar por tus sueños, por tus convicciones… ese realmente es el éxito. Como Don Quijote, que lo intenta una y otra vez, aunque casi siempre pierde todas las batallas, pero de ningún modo le llamaríamos fracasado. El que realmente fracasa es el que no lo intenta, el que no es fiel a sus sueños por cobardía, por pereza, por falta de voluntad…”.


Luis Landero y la empatía por los personajes

La última función es, en palabras de su autor “una novela optimista”. “Es una novela, en cierto modo, luminosa, donde efectivamente no hay malos, no existe la maldad en el sentido espeso del término. Lo que sí puede existir es la melancolía, el fracaso, tantas cosas como hay en la vida. Tengo novelas como Lluvia fina o La vida negociable donde aparecen personajes más sombríos, de mala índole, pero en esta no. Esta es mi otra versión, la versión bondadosa de la vida”. Esa manera de empatizar con los personajes es una de las cualidades características de Landero. Desde mi primera novela, Juegos de la edad tardía, siempre se ha comentado, y yo sé que es así, que tengo una mirada piadosa sobre mis personajes, de no juzgarlos, de un poco de comprender todas las miserias humanas. Estos son personajes que, ya de entrada, a mí me caen bien”.

En esa historia aparece, también, el amor. Pero un amor que no cae en los tópicos. “Estamos educados sentimentalmente en el romanticismo, en el romanticismo clásico, desde que apareció el romanticismo a finales del siglo XVIII y luego del siglo XIX, y todas las secuelas que han venido después”, cuenta Landero. “Toda la música pop, los boleros, los tangos, los fados, es una incitación al amor, al desengaño, al romanticismo un poco ñoño. Entonces uno se educa sentimentalmente en eso y te enamoras según el modelo que te han dado. Yo recuerdo muy bien cuando era adolescente que leía Becker, leía Neruda, a Pedro Salinas, y después de dos horas salía a la calle y me enamoraba de cualquier chica. Querías vivir ese modelo, ser como los héroes románticos. Nos enamoramos porque sí, y no sabemos de dónde surge esta pasión tan extraordinaria y tan maravillosa. Luego viene la realidad y el amor no sobrevive, porque si el amor no va del romanticismo a una cierta negociación con la vida, si no se llega a otro tipo de complicidades, el amor no perdura”.

Y ahí surge, por supuesto, el amor al arte. En este caso, al teatro, con la obra que Tito Gil pone en marcha en su pueblo. “Desde siempre, lo que ha redimido ha sido la educación y la cultura. La educación, la cultura, es algo que te redime de la ignorancia, pero también de la rutina, de la vulgaridad. Y, naturalmente, la literatura. La literatura además aporta a la vida algo fundamental, que es la lentitud. Ponerse a leer una novela supone reencontrarte con la lentitud, reencontrarte con la concentración, con la soledad, porque tienes que estar solo, y reencontrarte con cierto esfuerzo, pero es un esfuerzo placentero, sobre todo si vences las primeras dificultades. Entonces, desde la soledad, desde la lentitud, es como realmente te reencuentras también a ti mismo”.


Los libros en la vida de Luis Landero

“Yo no tuve libros en mi infancia”, recuerda Luis Landero. “En mi adolescencia, sí, lo que pasa es que en mi casa no había libros, de manera que leí muchas novelas policiacas, muchas novelas del oeste que se alquilaban por 50 céntimos en un kiosco. Entonces leí mucha morralla, aunque también de vez en cuando caía algún buen libro en mis manos”. Pero uno de esos libros le cambió la vida. “El libro que yo tenía como un tesoro, eran las Mil mejores poesías de la lengua castellana, que me costó 50 pesetas o por ahí. Por 50 pesetas me dan 800 páginas donde vienen las mejores poesías, y me parecía que yo no necesitaba ya más libros, que con ese me iba a valer ya para siempre. Ese fue mi primer gran libro”. Estos son algunos de los otros que han marcado su vida.

Libros que hay que leer al menos una vez en la vida

  • Don Quijote de la Mancha

    Don Quijote de la Mancha

    Miguel de Cervantes

    Austral México

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    Por supuesto el Quijote. Yo el Quijote lo leí muy joven, con 16 años o por ahí, y no lo leí por el texto, sino por las ilustraciones de Gustavo Doré. Lo compré por 400 pesetas, que me lo gané como guitarrista, porque lo veía en el escaparate y quería comprármelo de cualquier manera, pero para mí el texto no tenía importancia, para mí la importancia eran las ilustraciones de Doré que me encantaban. Para mí, el texto ilustraba, el texto lo que hacía era enriquecer las ilustraciones.

  • Los miserables

    Los miserables

    Victor Hugo

    Austral

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    Luego la novela del XIX, por ejemplo, la novela del XIX, el placer impagable que he tenido leyéndola: Los miserables, las ilusiones perdidas, Rojo y negro, Dostoievsky, Tolstoi y tantos otros.

  • El proceso

    El proceso

    Franz Kafka

    Ediciones Akal

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    La novela alemana y la novela inglesa me interesó mucho y la descubrí incluso antes que la literatura española contemporánea. Descubrí a Kafka, descubrí a Hermann Broch, descubrí a muchos: Robert Musil, y luego Joyce, Virginia Woolf, Faulkner, Scott Fitzgerald, a todos esos los conocí casi antes que leer a Unamuno, a Baroja, a Azorín,

  • Fortunata y Jacinta, 1

    Fortunata y Jacinta, 1

    Benito Pérez Galdós

    Alianza Editorial

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    Era también una época en la que lo español no gustaba, era un poco considerado un poco papanatas, pero luego me reconcilié naturalmente y leí a Baroja con gran agrado, a Unamuno, a Azorín… y a Galdós, por supuesto.

  • Canto yo y la montaña baila

    Canto yo y la montaña baila

    Irene Solà Saez

    Editorial Anagrama

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    Me ha sorprendido, me ha gustado mucho cómo escribe esta chica, jovencita. Escribe estupendamente y fabula muy bien. Es un libro que me ha sorprendido.

  • Castillos de fuego

    Castillos de fuego

    Ignacio Martínez de Pisón

    Seix Barral

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    Lo estoy empezando ahora, porque lo tenía pendiente y ahora ha llegado el momento. Llevo 50, 60 páginas y ya estoy enganchado.



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  1. novela