Las mejores novelas sobre Madrid
Las ciudades no son solo espacios físicos, sino también mentales. Asociamos ciertos lugares a sensaciones, olores, costumbres o sabores. Especialmente a aquellas ciudades que han sido inspiración para artistas de todo tipo, y las conocemos casi sin haber estado en ellas. Un ejemplo es Madrid, que ha sido escenario de innumerables obras, películas y, por supuesto, libros. Para anticiparnos al día de San Isidro, seleccionamos las mejores novelas sobre Madrid.
Libros clásicos sobre Madrid
Lo castizo, lo maldito y lo canallesco son algunas señas de identidad de Madrid que han llegado a nuestros días, muchas veces como homenaje y otras como crítica. En Luces de Bohemia, Valle Inclán nos sumerge en un Madrid sórdido que ejemplifica una sociedad injusta y opresiva. Posteriormente, el Madrid de la Guerra Civil, con su miseria y escasez, fue el escenario en el que Elena Fortún nos contó la época que vivió en Clara en la revolución. Otro clásico de la vida madrileña es La colmena. La obra de Camilo José Cela nos muestra la vida en el Madrid de posguerra a través de numerosos personajes y situaciones.
Vuelvo a Valle-Inclán porque es el autor más importante de mi vida. Está su teatro, su poesía, los esperpentos... Me gusta todo, pero me quedo con Luces de Bohemia, porque es como una premonición de lo que va a pasar en la vida. Ese escritor cuando se encuentra con el ministro y ves el encuentro entre el arte y las instituciones puedes ver cómo el arte puede tener esa capacidad para molestar al poder.
Elena Fortún era muy conocida por sus cuentos de Celia, y que tras irse al exilió su carrera desapareció. Dejó inédita cuando murió una novela situada en la Guerra Civil, y es uno de los grandes testimonios de la vida diaria durante la guerra. Es un libro que no ha leído casi nadie, y que merece ser leído.
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Novelas contemporáneas sobre Madrid
Si hay una autora madrileña que ha conseguido plasmar como pocas la ciudad en la que nació, esa es Almudena Grandes. El peso del pasado y la fractura de la Guerra Civil están presentes en una de sus obras más queridas, El corazón helado. Otro madrileño añorado es Javier Marías, en cuyas novelas solía plasmar el Madrid que conoció y amó, como en Los enamoramientos.
Almudena Grandes se adentró en los tabús, en esos susurros insidiosos que oía de niña, y dio luz sobre los que suplantaron a los huidos y se apropiaron de sus viviendas y sus negocios. Era, por fin, un nuevo relato que desvelaba uno de los secretos mejor guardados del franquismo, el dudoso origen de las familias del régimen.
Por su reciente fallecimiento, claro, pero también porque me gustó muchísimo, igual que Berta Isla. Tuve la suerte de entrevistar a Marías varias veces y me acuerdo de la primera: iba muy tenso por esa imagen que se había creado de él como un gruñón cascarrabias a través de sus artículos, pues vas un poco tal y fue una charla muy amigable, una persona muy cariñosa. Y luego escribía como Dios. Uno de los grandes escritores en lengua castellana.
A veces, sin embargo, es un escritor de otra ciudad el que se acerca a un lugar para intentar comprender su historia. Es el caso de un barcelonés como Eduardo Mendoza, quien en Riña de gatos nos presenta a un crítico de arte que llega al Madrid convulso de 1936 para autenticar un cuadro. También es el caso de la reciente Castillos de fuego, de Ignacio Martínez de Pisón, un fresco de las desigualdades en el Madrid de posguerra. Para terminar, otro foráneo, Ben Lerner, nos mostró el Madrid contemporáneo en Saliendo de la estación de Atocha.