Libros para combatir el olvido, recomendados por Alejandra Beigbedere
'Una pluma en el aire' recupera la figura de la bailaora 'La argentinita' precursora del baila y musa de la generación del 27.

Es probable que a muy poca gente le suene el nombre de Encarnación López Júlvez. Quizás algunos reconozcan el de La Argentinita, el nombre artístico de esta bailarina y bailaora que desarrolló su carrera en la primera mitad del siglo XX. Y, sin embargo, fue una estrella rutilante de su época, renovadora del baile y una de las primeras artistas españolas en llevar el flamenco a EE UU, donde le sorprendió la muerte tras actuar en el Metropolitan de Nueva York. Musa y amiga de Lorca, también fue una mujer que desafió las convenciones de la época. Su apasionante vida la recoge ahora Alejandra Beigbedere en Una pluma en el aire, una novela que recupera su figura.
Video: entrevista y libros recomendados de Alejandra Beigbedere

Confiesa Alejandra Beigbedere que ella tampoco sabía de La Argentinita hasta que un día llegó a sus manos un artículo sobre ella. “Una amiga de mi madre me pasó una entrevista que se le hizo a Pilar López, la hermana pequeña de Encarna, La Argentinita”, recuerda. “Me llamó la atención que fuera un personaje tan intenso, con tanto peso intelectual, artístico, personal, sobre todo siendo una mujer. Me impactó, me dije que no hay excusas por tu época si en realidad quieres seguir tu deseo. Ella luchó desde el principio por lo que cree, más allá de cualquier barrera de género, de época, de política”.

Este descubrimiento llevó a Beigbedere a investigar sobre su figura, descubriendo no solo a la artista, sino a una mujer ajena a las convenciones de su época. “Hay mucha información, pero lo que más me gustaba era cuandola entrevistaron, la gracia, la chispa que tenía a la hora de hablar con el entrevistador. Su naturalidad y su espontaneidad, su libertad a la hora de expresarse”, cuenta. “Ella era libre, consiguió no estar sometida por el condicionamiento social del momento. Tenía una familia que la apoyaba y la admiraba desde siempre, por eso tenía una autoestima muy fuerte. Eso lo trasladó a toda su vida, a su forma de amar, a su forma de expresar su arte y a su forma de vivir su vida. Hacía lo que ella pensaba en el momento”.
Un talento precoz
Una pluma en el aire recorre la vida, breve pero sumamente intensa, de Encarnación López Júlvez, hija de inmigrantes españoles en Argentina, que volvieron a su país cuando ella era una niña y empezó a desarrollar su talento artístico. “Su padre era un gran aficionado al flamenco, de hecho tocaba la guitarra, e iba con ella a los cafés cantantes de la época”, relata Beigbedere. “Aprendió mucho de otras artistas porque bailó desde muy pequeñita”. En esa época, descubrió la autora después, tuvo una conexión con su familia. “Me enteré después de terminar el libro que, cuando actuaba en cines, después de la película le acompañaba un pianista, y uno de ellos era mi abuelo”, cuenta Beigbedere, hija del compositor Manuel Alejandro.
Paralelamente a su carrera artística, La Argentinita también desarrolló una vida intelectual que le llevó a relacionarse con muchos de los intelectuales de su época, en especial con Federico García Lorca, al que le unió una gran amistad. “Tenía mucha curiosidad intelectual y leía mucho, muchísimo. Era una mujer que tenía su propio criterio. Sabía lo que le gustaba, lo que no le gustaba, incluso ella escribía sus cosas y tenía muy claro el sentido estético de las cosas”, explica la autora. “Por eso congenió también con Lorca, que tenía un sentido estético muy profundo, muy de duende. A ella le gustaba hacer de pegamento, de puente, crear tertulias. Ella tenía sus tertulias en su casa, y allí se bailaba y se cantaba. Era una persona que sí que como mujer y como persona era muy atractiva a nivel intelectual”.
Una pluma en el aire también se ocupa de la vida sentimental de la artista, en especial de su relación con Ignacio Sánchez Mejías, torero y dramaturgo, que estuvo con ella durante una década mientras también estaba casado. “Para mí es un tema que demuestra claramente lo libre que ella era a la hora de vivir”, defiende Beigbedere. “Ella conoce a Sánchez Mejías porque es el cuñado de Joselito el Gallo. Hay un flirteo primero, muy utópico, con el Gallo. Pero él muere toreando y ellos empiezan una relación. Quizás internamente, emocionalmente tendría sus tiras y aflojas, pero ellos hicieron un compendio no solamente como pareja, sino también como intelectuales, de compañeros. Junto con Lorca formaron una especie de trío muy unido, se retroalimentaban. Yo creo que a ella, tal y como era su carácter, era perfecta esa relación porque le dejaba espacio para seguir su camino creativo”.
Libros para combatir el olvido, recomendados por Alejandra Beigbedere
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De Hermann Hesse me encanta la forma tan espiritual y poética que tiene de escribir.
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Anna Karenina tiene mucho de La Argentinita también. Parece que son mujeres en una época adversa, pero en el fondo hacen lo que quieren, incluso suicidarse.
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Es una época similar. De hecho, por ejemplo, las fiestas que hacía el Marqués de Cubas marido de una Rockefeller, era muy gran Gatsby, era muy así, es un lujo desmedido, y la alegría de celebrar la vida así, en plan histriónico.
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García Márquez me parece un maestro. Yo tuve la suerte de conocerlo personalmente, y me encantó como persona también. Y me encantó su mujer, que además, él decía que se despertaba a las cinco de la mañana, más o menos, y se ponía a leer en la cama. Yo no daba crédito, porque decía, pero, ¿y esta mujer? Pues ella lo tenía asumido. Me gusta mucho porque también rompe un poco, con su forma de escribir, el perfeccionismo literario que muchas veces queremos conseguir. Él, con sus imágenes oníricas, mitad fantasía, mitad realidad.