Libros de cuentos que llenan más que una novela, recomendado por Magalí Etchebarne
Entrevista con la autora de 'La vida por delante', Premio de Narrativa Breve Ribera del Duero.

El cuento, ese género que habitualmente en España no recibe la atención que merece, es en otras latitudes un espacio casi sagrado. Lo demuestra La vida por delante, el libro con el que la argentina Magalí Etchebarne ha ganado el VII Premio de Narrativa Breve Ribera del Duero, impulsado por la editorial Páginas de Espuma. Cuatro relatos en los que se cruzan pese al título, distintos finales, y que recogen momentos en los que una vida cambia de manera irremediable. Hablamos de todo ello con su autora y nos recomienda varios libros de cuentos que llenan más que una novela.
Video: entrevista con Magalí Etchebarne

La vida por delante no se iba a llamar así. En realidad, Magalí Etchebarne tenía otra idea para dar título a su segundo volumen de cuentos, tras Los mejores días. “Se me había aparecido la idea de que la madre, el trabajo, la muerte y el amor estaban en todos los cuentos, en algunos y ese -Madre, trabajo, muerte, amor- fue el título con el que presenté el libro al concurso”, cuenta. “No tuvo éxito el título y me sugirieron cambiarlo, y lo acepté. Me parecía que era el colmo de una editora no aceptar la sugerencia del editor, y le pusimos este que era el título del segundo relato”.

Así, La vida por delante toma su título de una expresión que, lejos de producir esperanza, siempre ha creado intranquilidad a su autora. “Es un libro de relatos que está bastante atravesado por la muerte. En algunos se trata específicamente de la muerte de la vida, pero en otros se trata de la muerte del amor, la muerte de la juventud, del envejecimiento”, explica. “A mí me gustaba esta expresión de la vida por delante, porque me parecía un poco traicionera, en el sentido de que es una frase hecha, y como toda frase hecha tiene un poco de verdad, pero también tiene un poco de vacío. Era algo que a mí me solían decir mucho cuando era joven, por ejemplo mi mamá, cuando estaba triste o cuando padecía de algo. Me lo solía decir como un consuelo, como la idea de bueno: ‘tienes todo el futuro por delante para resolver’. Y a mí me parecía que era una frase que me dejaba súper sola, porque lo que está por delante, tal cual, puede llegar a ser infernal si no resolvemos en el presente”.
Esa sensación de que lo que viene no tiene por qué ser mejor atraviesa los cuatro cuentos. “En principio, es una frase que le dice un personaje a otro, y es un personaje que está postrado, y lo que vemos a medida que avanza el relato es que, si bien tuvo la vida por delante después de eso, su vida y sus emociones quedaron bastante demoradas ahí. Su vida es como si se hubiera trabado”, cuenta.
El arte del relato
Para la construcción de sus relatos, Etchebarne no trabaja con un guión prefijado. “Nunca escribo siguiendo un tema, o pensando en un tema”, confiesa. “Estos relatos los escribí más que nada pensando a veces en escenas y más que nada en personajes. En realidad, el plan lo suelo armar después de que empecé a escribir. Una vez que tengo algo avanzado, empiezo a hacer una suerte de escaleta. Por ejemplo, en el relato de los dos personajes que viajan a las cataratas, lo primero que tuve fue el personaje de la escritora de novelas eróticas. Me divertía mucho imaginarme a ese personaje, inventarme a esa mujer, inventar su vida, sus hobbies por fuera de la escritura, su pueblo, su marido… Eso fue lo primero que tuve. Después apareció el personaje de Julia, que es su amiga, y ahí sí me armé un plan de lo que ellas iban a hacer en ese paseo por las cataratas. Pero en general, pienso que parto de una semilla de verdad. Si bien ninguno de los relatos es autobiográfico, son personajes que me inventé, creo que sobre todo en algunos, hay algunos centros como calientes que sí parten de a veces experiencias que escribo en una pulsión un poco de registro”.
Para encontrar el tono exacto de un género que deja mucho espacio al lector, la autora argentina tiene un método. “Una prueba que siempre le hago al texto para mí es leerlo en voz alta. Es una forma de registrar el lenguaje de otra manera. En ese sentido, se parece a lo que pasa con la poesía. Cuando uno lee poesía, a cuando uno escucha poesía, que no es lo mismo. Y con el texto a mí me pasa lo mismo, algo que me parece que funciona cuando lo leo en silencio, después me escucho y me doy cuenta de que no. Y en Buenos Aires hay muchas lecturas, ya sea en una librería o un bar donde los escritores, las escritoras, pueden ir a leer algo que hayan publicado o algo que estén produciendo. A mí eso me sirvió mucho para poner el texto a prueba”.
A mí me parece que el cuento es un género de llegada también, que quizás alguien puede escribir cuentos toda la vida
El relato es, además de la poesía, el género que Etchebarne prefiere para la escritura. “Creo que la tradición en la escritura latinoamericana es distinta a la escritura española, en la que parece que el cuento es un género de partida, una suerte de arenero donde uno ensaya la escritura para luego lanzarse a escribir la novela”, argumenta. “A mí me parece que el cuento es un género de llegada también, en el sentido de que quizás alguien puede escribir cuentos toda la vida. En general, los escritores que me gustan mucho son cuentistas. Quizás tienen novelas, pero por lo que yo llegué a leerlos es por sus cuentos. A mí es un género que me encanta. Esa brevedad me parece muy potente”.
En especial, en una tradición como la argentina, el relato viene con un pasado a cuestas. “Se siente el peso, pero Borges decía que el joven poeta, el joven escritor, se cree un Adán que está inventando lo que está haciendo. Nunca estamos inventando nada. Siempre estamos revisionando, reescribiendo y dialogando con algo que se escribió antes”, explica. “Hay una tradición del cuento muy fuerte en Argentina. Nuestros mejores escritores, los abuelos de la literatura argentina, son cuentistas. Estos referentes que siempre se mencionan internacionalmente, Borges y Cortázar, son dos grandes cuentistas. Pero a mí no me parece un peso, quizás porque soy mujer y hay varios pesos que cargar, como para encima estar cargando con esos”.
Libros de cuentos que llenan más que una novela
-
Claire Keegan es una escritora irlandesa que me encanta. Ella trabaja mucho con escenarios rurales, con personajes femeninos, con la intemperie de estos personajes. Es sumamente sutil y tiene un manejo de las atmósferas y de los tiempos narrativos magistral. Hay otro precioso de ella que es Antártida, pero elijo quedarme con Recorre los campos azules, que es una obra maestra.
-
Otra escritora que me gusta mucho se llama A.M. Homes, es una escritora americana, para mí es muy punk, muy sórdida, y tiene un libro de cuentos que se llama Cosas que debes saber, que se publicó hace muchos años, en el que hay relatos directamente espantosos en el buen sentido. Ella tiene un manejo de la oscuridad y de lo grotesco sensacional.
-
Federico Falco es un escritor que me encanta, un gran cuentista y tiene un libro para mí perfecto que se llama Un cementerio perfecto. Son todos relatos que transcurren en un pueblo, en el mismo pueblo. De cierta manera están relacionados, pero eso es algo que puede concluir el lector. Es hermoso, es muy poético también y tiene una forma de observar la naturaleza muy minuciosa, con un ojo para narrar y describir eso que en la naturaleza a veces nos parece un conjunto homogéneo, una forma de diseccionar completamente sutil y lúcida.
-
Otra escritora argentina que recientemente fue finalista del premio Herralde, y ese libro Los accidentes cuando lo leí me encantó, y además siento que había sido una suerte de liberación para mí leerlo como que hay algo en su libertad para escribir y en el uso que tiene del lenguaje y en las formas en las que construye que me parece de lo más fresco y novedoso que se está haciendo en Argentina hoy.