¿Por qué hay que leer estos libros aunque nos parezcan complicados?

Hay libros que a muchos lectores les cuesta abordar. Bien sea por su uso del lenguaje, su extensión o la manera en la que se estructuran, algunos grandes clásicos de la literatura exigen un esfuerzo a los que quieren sumergirse en ellos. Sin embargo, y como en otras muchas ocasiones, lo que cuesta más produce una mayos satisfacción. Hoy seleccionamos esos libros complicados que nos alegraremos de haber sido capaces de acabar.
Libros difíciles que juegan con el lenguaje
El estilo es, muchas veces, una barrera para algunos lectores. Hay obras que, intencionalmente, buscan una expresión diferente, compleja o novedosa, para reflejar el mundo de una manera nunca antes leída. El caso más clásico es quizás el del Ulises, de James Joyce, un “coco” ilegible para muchos. Sin embargo, autores como Javier Reverte nos mostraron el gran sentido del humor que esconde.
Antes que Joyce, Laurence Sterne ya había jugado con los límites de la novela en La vida y las opiniones del caballero Tristram Shandy, una de esas novelas que son muchas a la vez y que exigen al lector liberarse de prejuicios y dejarse llevar por la mano del autor. Como nos dijo Rodrigo Fresán, se adelantó a su tiempo.
Libros clásicos que impresionan por su extensión
Existe otra clase de obras que se extiende a lo largo de cientos de páginas, exigiendo a unos lectores cada vez más acostumbrados a las distancias cortas que se enfrenten a una maratón. Proust y En busca del tiempo perdido es el ejemplo canónico, pero sobra decir que quien se pierde en esas páginas sale de ellas siendo otro.
La Comedia de Dante es otro de esos títulos que imponen, hasta el punto que muchos desisten antes incluso de abrir sus páginas. Holden Centeno, sin embargo, nos aconsejó lo contrario: es una de esas obras que merece todo el esfuerzo que nos exija.
Submundo es otro tótem que infunde respeto. Una historia de la sociedad estadounidense de la segunda mitad de siglo contada con la mirada analítica y afilada de un maestro como Don DeLillo. Agustín Fernández Mallo lo expresó perfectamente para nosotros: si existe la “gran novela americana”, es esta.
Libros que ponen la literatura patas arriba
Un apartado especial lo conforman aquellos libros que juegan con las estructuras, que dinamitan el edificio que conocemos como novela y hacen que el lector tenga que participar de la propia obra. Rayuela es uno de ellos, consiguiendo, como explicaba La Bien Querida, “representar el caos y el azar de la vida”.
Otra obra que emparenta con la de Cortázar por su manera poliédrica de representar la realidad es La vida instrucciones de uso de Georges Perec. Su editor en España, Jorge Herralde, recurrió a las palabras de Paul Auster para explicarnos por qué es uno de esos libros que tenemos que atrevernos a leer.