Libros para enfrentarse a la soledad, recomendados por Juan Gómez Bárcena
El autor de 'Lo demás es aire' debuta en el ensayo con 'Mapa de soledades', un recorrido por distintas maneras de estar solo en el mundo.

¿Qué nos lleva a estar solos? ¿Son todos los tipos de soledad indeseables? ¿Qué lleva a alguien a retirarse de manera voluntaria del mundo y no cruzar palabra alguna con otro ser humano? Todas esas preguntas y muchas más son las que se plantea Juan Gómez Bárcena en Mapa de soledades, el primer ensayo del escritor santanderino. Dos años más después de Lo demás es aire, una ambiciosa novela que abarcaba varios siglos de historia, incluso milenios, concentrados en una pequeña aldea de su región, el autor de El cielo de Lima se enfrenta al que muchos consideran uno de los grandes males de nuestro tiempo con una mezcla de curiosidad, erudición y búsqueda personal.
Por las páginas de Mapa de soledades circulan escritores, estrellas del pop, personajes históricos y creaciones de ficción, todas con algo en común: en algún momento, por elección o por obligación, se alejaron del mundo. Hablamos de todo ello con el autor, que además nos recomendó varios libros para enfrentarse a la soledad.
Video: entrevista libros recomendados de Juan Gómez Bárcena

Pregunta: Venías de escribir una novela muy compleja y ambiciosa como Lo demás es aire. ¿Cómo surgió la idea de cambiar de género y hacer un ensayo sobre la soledad?
Respuesta: Tanto la escritura como la idea surge después de Lo demás es aire, y surge precisamente porque yo siempre necesito escribir. Si no escribo me deprimo, necesito tener siempre un proyecto. Después de Lo demás es aire, que es una novela larga, ambiciosa, con muchas cosas, me sentí un poco vacío y sentí dificultades para encontrar una nueva novela. Sentí que iba a escribir lo mismo, que de alguna manera tenía la cabeza muy llena de lo anterior.
Eso coincidió con que hice una estancia en Buenos Aires y allí tuve la experiencia de sentirme solo en la ciudad sin nada muy claro qué hacer. Acabé visitando Misiones y allí conocí la casa del escritor Horacio Quiroga, que vivió aislado en la selva, el mismo día en el que me entero que ha muerto el “hombre del agujero”, que es considerado el hombre más solitario del mundo, un miembro de una comunidad indígena que llevaba viviendo solo 28 años en la selva de Brasil. Entonces, empecé a pensar en la posibilidad de escribir algo, un texto que una estas dos experiencias. Y cuando empiezo a reflexionar, me doy cuenta de que casi siempre los personajes de mis novelas han sido solitarios y que las ideas que tenía para escribir también tenían que ver con gente solitaria. Pensé que quizás no era el momento de una novela pero, ¿por qué no reflexionar sobre esto, sobre la experiencia de la soledad?

En el momento en el que me pongo a leer, empiezo a ver que efectivamente es un problema colectivo hoy, que estamos en un momento de fuerte reflexión sobre la soledad. Empiezo a darme cuenta de que cuando hablamos de soledad no sabemos de lo que hablamos, porque hablamos de muchas experiencias distintas, de muchos matices. A veces es positiva, a veces es negativa, y en ese momento comienza la concepción del libro.
Por un lado se nos pide independencia absoluta, y por otro sociabilidad exitosa
Es curioso cómo la soledad ha pasado de ser un estado asociado con la elevación moral o espiritual a convertirse en casi un estigma. ¿A qué crees que se debe este cambio de percepción?Es curioso cómo la soledad ha pasado de ser un estado asociado con la elevación moral o espiritual a convertirse en casi un estigma. ¿A qué crees que se debe este cambio de percepción?
Yo creo que hay una fuerte paradoja a la hora de hablar de soledad. Por un lado, nuestra sociedad nos lleva a la idea de la independencia, de la autosuficiencia: no dependas de nadie. Hazte a ti mismo. Enfréntate a tus circunstancias. Si las personas a tu alrededor son tóxicas, aléjate y concéntrate en ti mismo. Pero, por otro lado, nos exigen ser exitosos socialmente, nos exigen tener un montón de relaciones a nuestro alrededor, porque eso es una medida de éxito. Y esto hace que se multipliquen las relaciones sociales a nuestro alrededor, pero en realidad, muy a menudo no son relaciones de calidad. Entonces, por un lado se nos pide independencia absoluta, y por otro sociabilidad exitosa.
Creo que hemos olvidado la dimensión positiva de la soledad cuando tiene un fin espiritual o de crecimiento moral, o emocional, ya sea a través de la religión, pero también a través del arte. Esa soledad de pasear solo sin un horario muy definido, sin nada que hacer en la próxima hora. Vivimos una vida cada vez más acelerada. Es muy difícil encontrar esos reductos y, cuando los encontramos, hacemos turismo en ellos. Creo que efectivamente hemos perdido esa noción de la soledad como algo vivificador, como algo que nos permite poner en valor la experiencia. Cuando vivimos sin estar nunca solos no podemos poner en valor la experiencia de vivir. Simplemente estamos apagando fuegos, pero no estamos relacionándonos verdaderamente con nosotros mismos.
La escritura, como apuntas en el libro, es una tarea habitualmente solitaria. ¿Los escritores estáis más preparados para convivir con la soledad?
Efectivamente, la literatura no requiere de los otros. Hablo un poco de ello en el libro pero, por otro lado, no hay que olvidar que en su origen la literatura era contar una historia, pero contarla a alguien. Solo se convertía en literatura en el momento en el que se compartía con la comunidad. Hoy en día, el escritor no requiere de la relación con el otro, puede ser Thomas Pynchon si lo desea, pero creo que esto nos hace olvidar que la literatura en realidad tiene un papel comunitario que tiene que ver con compartir, con darle a los otros algo que es propio y que los otros te devuelvan algo que les es propio a ellos. Aunque hay un fuerte deseo de soledad en mí, intento no olvidar que la literatura tiene ese papel.
El libro repasa distintos tipos de soledades, todas ellas asociadas a un entorno. De hecho, uno de los capítulos está escrito en un monasterio. ¿De qué manera influye el espacio para conformar una soledad distinta a las demás?
Para empezar, los paisajes condicionan la forma en la que vivimos el tiempo, que me parece algo esencial. Yo, por ejemplo, me fui al monasterio cinco días para escribir uno de los capítulos, un capítulo ligado a la soledad del religioso, porque me parecía impropio que yo escribiera sobre eso sin experimentar un poquito de esa experiencia, aunque, por supuesto, era una experiencia muy mitigada. Yo no soy monje, no tengo vocación, no me he pasado allí un año, entonces al fin y al cabo uno es un turista accidental de esta experiencia. Y una cosa que siente uno mucho en los diferentes escenarios es que efectivamente condiciona la forma en la que vivimos el tiempo, por ejemplo. Yo sentía que el tiempo se alargaba en el monasterio, todo se dilataba. Sentía pérdida de referencia. De repente, no sabía qué había ocurrido por la mañana y qué por la tarde. Sentía un cierto placer en la repetición permanente, una cierta sensación de apagar el cerebro. Todo eso me llevó a una escritura yo diría que distinta. Noté que trabajaba menos tiempo, pero me concentraba más. No sé si era más productivo, eso sería mucho decir, pero me concentraba más en lo que estaba haciendo. Había más sensación de poder entrar y salir del monasterio mentalmente con la escritura.
Todos los lugares que vivimos condicionan qué escribimos y cómo lo escribimos. Por eso escogí que cada capítulo fuera un paisaje, que al mismo tiempo es una metáfora de un tipo de soledad. Pero claro, qué diferente debe de ser vivir en la alta montaña que vivir en un llano, por ejemplo. Algo tan simple como eso. Y hasta qué punto la historia de ese lugar ha cambiado precisamente por su facilidad o dificultad de acceso. Incluso el clima nos condiciona. Por ejemplo, en los países escandinavos hay mayores índices de soledad percibida y, generalmente, son lugares más oscuros, con horas de luz más cortas. Es decir, hay toda una serie de elementos que yo creo que condicionan mucho el modo en el que experimentamos la soledad.
Escribir un libro te lleva a pensar detenidamente en un tema y, afortunadamente, nunca acabo pensando lo mismo que cuando empecé
Después de leer y reflexionar sobre la soledad, ¿ha cambiado en algo tu percepción sobre ella?
Uno tiende a decir frases lapidarias sobre la soledad sin darse cuenta de que está hablando de una experiencia muy particular. Uno dice: ‘las ciudades son solitarias’, y a lo mejor no se da cuenta, como yo no me había dado cuenta, de que la ciudad también se puede vivir como una forma de libertad, por ejemplo. Una forma de ser quien eres sin el condicionamiento de la mirada de los otros. Y esto pasa todo el tiempo. De repente, me di cuenta de que había muchas formas de soledad, que algunas eran muy traumáticas y que decir que me gustaba la soledad era decir muy poco, porque ¿de qué estaba hablando en realidad? Hay formas de soledad que detesto y que me preocupan y que me asustan.
Creo que escribir un libro siempre te lleva a pensar detenidamente en un tema y, afortunadamente, nunca acabo pensando lo mismo que cuando empecé. Ahora me siento menos capaz de decir cosas sobre la soledad, paradójicamente. Aunque, evidentemente, tengo más cosas que decir, me siento más inseguro de ciertas cosas porque tengo tantas experiencias para comparar que, en cierto modo, me siento más cauteloso a la hora de decirle a alguien lo que tiene que hacer. Pero ha sido una experiencia muy interesante la escritura del libro, sobre todo porque me ha dado una visión muy ambigua, en el buen sentido de la palabra, de la soledad y de las formas de experimentarlo. También me ha permitido entender mejor mi propia soledad.
Libros para enfrentarse a la soledad, recomendados por Juan Gómez Bárcena
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Lo recomendaría por estar en directa relación con mi libro, ha sido un libro que me ha gustado mucho y que me ayudó. Ella solo se concentra en la soledad urbana pero lo hace también con biografías, con mucha inteligencia. Un libro muy interesante que recomiendo a los lectores.
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Es una novela breve. Los lectores a los que les gusta, por ejemplo, Sally Rooney, yo creo que encontrarán muchos elementos comunes. Es muy sensible, muy tierna, haciendo alusión al título. Es la primera novela de Paula Ducay y me parece que augura una carrera muy prometedora.
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Es una novela que me ha encantado, creo que la que más me gustó del año pasado. Narra la experiencia de una mujer trans y, aunque es una novela, tiene también que ver con la vida de la autora. Me parece una novela maravillosa, con un dominio del ritmo, del lenguaje, fabuloso.
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No es exactamente un debut, tiene también publicado un libro de relatos previamente, pero es una novela, casi es una especie de saga familiar de una familia muy particular que cree que tienen en su jardín el árbol del bien y del mal. Me pareció muy divertida y muy profunda al mismo tiempo.
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