Libros imprescindibles para entender los desastres de la guerra

“La guerra es la salida cobarde a los problemas de la paz”, dijo Thomas Mann, constatando un hecho que es más que evidente a los ojos de la mayoría: no hay nada más inhumano que un conflicto bélico. Sin embargo, y como estamos viendo recientemente, la tozuda estupidez humana sigue encontrando maneras para llegar al uso de la fuerza para imponer unos u otros intereses.
La literatura ha explorado los desastres de la guerra en numerosas ocasiones, siendo muchas veces un testimonio directo de aquellos que tuvieron que vivirla en primera persona. El siglo XX, con su Historia convulsa, nos dio grandes muestras de cómo los conflictos se percibían cada vez menos como una muestra de orgullo nacional y más como un sinsentido cada vez más difícil de sostener. El buen soldado Svejk nos habla del absurdo de las contiendas, asó como del sistema militar, en la I Guerra Mundial.


A esa misma contienda se refiere John Dos Passos en Tres soldados, crónica de los sueños rotos de las tropas americanas en Francia. Ford Madox Ford nos muetra los efectos del mismo conflicto en El final del desfile. Y unos de los relatos más estremecedores de esta contienda lo plasmó Dalton Trumbo en Johnny cogió su fusil. Más tarde, Jean Echenoz se internó en esta guerra, en la que la técnica se impuso, en su ejemplar 14.



La otra gran guerra de ese siglo es el escenario de Matadero 5, que une las experiencias propias de Kurt Vonnegut con el humor negro y la fantasía. El periodo que fue de una a otra es el tema de unas memorias, El mundo de ayer, en que las que un europeista convencido como Stefan Zweig muestra su profunda desazón ante un mundo, y una idea, que se descompone. Por último, Las cosas que llevaban los hombres que lucharon es el libro con el que Tim O'Brien intenta recuperar la memoria de los combatientes en Vietnam.

La otra -junto a 'Cumbres...' y 'Gatsby'- a la que retorno año tras años. Esta novela en particular (y Vonnegut en general) es como un cercanísimo pariente lejano. Me hubiera gustado mucho firmarla pero esto me hubiese privado de la constante alegría de leerla. Así que me he conformado con homenajearla y hacerle guiños desde mis páginas una y otra y otra y otra y otra vez. And so it goes...