Libros para meterse en otras vidas, recomendados por Nuria Labari
Hablamos con la escritora sobre No se van a ordenar solas las cosas, su regreso al relato.

En No se van a ordenar solas las cosas, el regreso de Nuria Labari al relato, caben muchas vidas. Las de adolescentes vigoréxicos con una angustia suicida, por ejemplo, o la de un anciano judío que vive un duelo. También las de una empleada doméstica de la que su empleadora siente celos por su relación con sus hijos, o la del migrante adolescente que se enamora de una mujer madura. Tras El último hombre blanco, la escritora y periodista indaga en otras voces y otros ámbitos con un hilo común: la búsqueda de un lugar propio en el mundo. Hablamos con ella del relato, la novela, de la literatura del yo y nos recomienda libros para meterse en otras vidas.
Video: entrevista y libros recomendados de Nuria Labari

Cuenta Nuria Labari que, pese a que nunca ha dejado de escribir relatos, no había publicado más después de su primer libro porque pensaba que no podría hacer nada mejor que ese debut. “Durante un tiempo no me atreví a escribir relatos porque pensaba que nunca iba a poder hacer algo como Los borrachos de mi vida”, confiesa. “Y de pronto, salí de una novela agotada, como quien sale de un matrimonio, de un divorcio, y descubrí de nuevo esa erótica con el mundo que requiere el cuento, como para enamorarte siete o diez veces dentro de la misma música”.

La novela a la que se refiere es El último hombre blanco, su segunda, que define como “un solo de tambor”. “No voy a decir que fuese neurótica, pero sí había un tema que me obsesionaba”, cuenta. “La mejor madre del mundo es voy a poner una madre a hablar y tomar el mundo para ti. Estaba bien, pero después, en El último hombre blanco, esa voz era contra todo el trabajo, contra eso que nos hace a todos ir al trabajo cada día, dejarnos ahí la vida. Y, de pronto, echaba de menos en mi literatura, pero también en la que leo, salir del sólo de tambor. De pronto, quería no escuchar una voz, sino escuchar una música del mundo. Necesitaba otras voces y me di cuenta de que muchas de las cosas que leo son monólogos. Me di cuenta de que no escuchaba, que me faltaban muchísimas palabras y que en realidad faltaba oralidad. Este libro nace de la escucha y de querer escuchar otras voces”.
Escuchar para escribir
Por esa razón, No se van a ordenar solas las cosas adopta una multitud de voces, moldeando el lenguaje utilizado para cada una de ellas. “Me interesaba mucho qué le pasa a la palabra con el cuerpo, porque al final creo que estamos muy invadidos por esa palabra racional que piensa y que ordena el mundo de una determinada manera”, apunta Labari. “No es lo mismo cómo habla un adolescente vigoréxico con un deseo de muerte que lo atraviesa que un octogenario judío homosexual que se le ha roto la lavadora. Necesitaba escuchar porque sentía que me estaba faltando no la legitimidad de la experiencia en la voz, sino la humildad de la escucha. Es un libro hecho de muchas escuchas. Construir la voz del adolescente y ponerme a contar lo que quería contar con un lenguaje que no era el mío cambia al personaje, cambia lo que pasa y cambia el sentido de lo que pasa”.
Labari explica que quería “escuchar cómo se expresa y cómo habla la empleada de hogar que está trabajando con la señora en el primer cuento, y también quería salir en el caso de esas voces de cualquier relato victimista de cada una de las voces”. De esa manera, se aleja también de la literatura del yo, tan presente en la actualidad. “Ha habido un momento en el que al pensamiento de autoridad o la legitimidad del conocimiento de varios siglos de literatura se le han movido un poco los cimientos con la legitimidad de la experiencia y de cuerpos que pueden encarnar esa experiencia”, explica. “Me parece maravilloso y yo he escrito desde ahí en alguna ocasión, pero es verdad que he echado de menos como autora y también como lectora la pura legitimidad del lenguaje, cuando el lenguaje logra bastarse a sí mismo. Esa erótica de la palabra y de la palabra ajena, la que yo no podía habitar, me ha interesado muchísimo en este viaje. No sé si lo habré conseguido, pero ese reto me apetecía encararlo y también me apetece mucho leerlo”.
El poder del relato
Además de esa visión desde fuera, Labari ha podido con este regreso al relato volver a publicar (que no a escribir, algo que no ha dejado de hacer) relatos, un formato por el que siente especial apego. “España es un microcosmos complicado para el relato breve, extraño. Normalmente, en el resto del mundo no se considera el hermano pequeño de la novela. Mi primer libro fue un libro de cuentos, y en el camino nunca he dejado de escribir cuentos. Para mí, un libro de cuentos no es una colección de muchos relatos cortos juntos. De hecho, tengo suficientes relatos inéditos para juntarlos y dar el lomo de un libro, pero creo que se trata de otra cosa, de buscar otra atmósfera. Yo lo siento como una especie de hueso puro, de literatura muy depurada, donde en los buenos cuentistas todo es proteico e imprescindible. Es un género que yo respeto mucho, igual que la poesía, que no soy capaz de escribir, pero también me parece como palabras mayores”.
Libros para meterse en otras vidas, recomendados por Nuria Labari
-
Un escenario maravilloso sobre la melancolía y sobre qué le pasa a esa generación de la que más o menos yo formo parte de los que fuimos adolescentes en los 90. Muy interesante.
-
No sé si se ha hablado lo suficientemente de él, tengo la impresión de que no. Si alguien se lo perdió en esta muchedumbre de la maquinaria editorial que va tan rápido, retrocedería un poco para recuperarlo.
-
Maravilloso, diría que es un libro perfecto. Se recomiendan pocas veces estos libros de varios autores, y es un tema, la amistad, sobre el que he agradecido muchísimo esas voces tan distintas.
-
No es un descubrimiento,pero El celo de Sabina Urraca ha sido un viaje literario y me lo he pasado muy bien con él, es una espléndida novela entonces.