Libros para conocer a grandes mujeres silenciadas por la historia
La historiadora Carmen Sanz Ayán publica 'Cruzando la raya estrecha de la aguja y la almohadilla', un ensayo sobre las mujeres emprendedoras de los siglos XVI y XVII.
Nombres como los de la financiera Casandra Grimaldo, la editora Isabel de Liaño o la empresaria y actriz María Bezón no suelen aparecer en el relato histórico oficial, hasta el punto de que muchos no habrán escuchado nunca hablar de ellas. Sin embargo, ellas y muchas otras mujeres que aparecen en Cruzando la raya estrecha de la aguja y la almohadilla fueron mujeres pioneras, grandes empresarias o emprendedoras en la España de los siglos XVI y XVII. La historiadora Carmen Sanz Ayán ofrece en este ensayo de la colección Historia Fundamental de Fundación Santander el contexto histórico para comprender por qué estas mujeres rompieron con lo establecido y de qué manera tenían que sortear los obstáculos sociales para ejercer profesiones que, en ese momento, eran consideradas solo como un lugar para los hombres. Hablamos con ella y nos recomienda libros para conocer a grandes mujeres silenciadas por la historia.
Video: entrevista y libros recomendados de Carmen Sanz Ayán
El origen de Cruzando la raya estrecha de la aguja y la almohadilla está en el trabajo de historia socioeconómica de Carmen Sanz Ayán, catedrática de Historia Moderna en la Universidad Complutense de Madrid y académica de la Real Academia de la Historia. “Cuando estudio procesos tanto en el mundo del comercio y las finanzas, como en el teatro o en la industria del libro, que son las tres áreas en las que me he centrado, me encontraba mujeres. La pregunta inicial era: si en general no podían, ¿cómo es que lo hacían? Así que mi primera cuestión fue estructurar y conocer el estatus jurídico que les permitía trabajar, porque era evidente que lo hacían”, explica.
Cruzando la raya estrecha de la aguja y la almohadilla
Sanz Ayán se dio cuenta no solo de que había muchos más casos de mujeres emprendedoras de lo que se había documentado, y para ello indagó en el estatus jurídico de la época. “Al comparar distintas áreas, me di cuenta de que era el mismo estatus jurídico. Así que lo primero era explicar en qué consistía. Después, desarrollé los ejemplos que tenía en su contexto. De lo contrario, lo que habría terminado teniendo era otra vez cuatro mujeres excepcionales: una que se dedicó a las finanzas, otras al teatro, otras a ser editoras…”, apunta. Desde la Fundación Santander, me propusieron hacer un libro menos académico, descargado de tantas notas, para que llegara a más público y encajara en su colección. Lo pensé y me dije que era el momento de hacerlo".
Los obstáculos de las mujeres empresarias
La historiadora, por tanto, expone en su libro primero el marco legal y social al que tenían que enfrentarse estas mujeres. “Para empezar, las mujeres necesitaban permiso. Si no estaban casadas, el de sus padres, y si estaban casadas, el de sus maridos. Necesitaban una licencia conyugal”, apunta. “Esas licencias son curiosas porque, una vez obtenidas, no se pierden, lo cual es muy interesante, porque adquieres un estatus que ya no vas a perder. Y, por supuesto, en todos los ámbitos excepto en el teatro, nos encontramos más viudas. Las viudas conquistan ese estatus casi de manera natural. Si tienen una buena situación económica, conservan su dote y pueden mantener la actividad del taller o la oficina comercial que manejaba su marido. ¿De qué parten y en qué se convierten? Parten de una situación de supeditación de la que tienen que salir mediante la licencia del marido o cartas de emancipación de los padres cuando ya son mayores. Si logran eso, pueden hacerlo. ¿Y en qué se convierten? Se convierten, entre comillas, en ‘hombres’, porque pierden todas las leyes que las protegen como mujeres”.
En efecto, señala Sanz Ayán, a las mujeres en aquella época se las consideraba “inferiores desde el punto de vista legal”. “Necesitaban supervisión. Si ellas renuncian a esa supervisión, renuncian a las leyes vigentes para que no caigan en deudas o para que nadie pueda aprovecharse de su patrimonio”, cuenta. “Lo que tienen que hacer es renunciar a ellas expresamente. Cada vez que firman un contrato, forman parte de una compañía, tienen que renunciar a este derecho porque, si había pleitos, podían apelar de nuevo a su ‘debilidad”.
A esos impedimentos legales se unían, por supuesto, otros de consideración social. “La percepción que se tiene es que son poderosas, con todo lo que el poder conlleva cuando se describe: que pueden ser despiadadas, que se las puede considerar con características no femeninas”, detalla. “Automáticamente se dice que son ‘varoniles’, lo cual no era un demérito, sino que se podía exhibir como un mérito, como tener gran fortaleza. En el mundo de las artes, siempre se decía que lo hacían pero no para ganar dinero, cosa que es radicalmente mentira en muchos casos. Me acuerdo de Josefa de Óbidos y su taller portugués: por supuesto que trabajaban para ganar dinero, pero cuando se hace historia de ellas en el siglo XVIII o XIX, se insiste en que trabajaban por hobby, no para mantenerse. La percepción general es que lo hacían por necesidad, porque el modelo vigente era el de mujeres en su casa, cuidando de sus hijos, con un varón que velara por ellas. Si no era así, se asumía que era por necesidad, y de alguna manera ellas explotaban esa justificación. Pero hay momentos en los que eso es insostenible, como es el caso de Casandra Grimaldo, que no tenía hijos y, sin embargo, actuaba como agente intermediaria entre otros hombres de negocios y la corona”.
Ejemplos de supervivencia
En Cruzando la raya estrecha de la aguja y la almohadilla, Sanz Ayán rastrea la historia y el legado de muchas de estas mujeres, cada una ofreciendo un modelo distinto de supervivencia. “Por ejemplo, Josefa de Óbidos, esta niña que nace en Sevilla, se cría en un ambiente artístico-artesano y luego marcha a Portugal, donde termina regentando un taller en Óbidos. Esto choca con la idea de que los gremios eran muy duros y no dejaban participar a las mujeres. ¿Dónde podían crecer estas mujeres? En sitios donde no había gremios, que es exactamente lo que le pasa a ella. Eso te da pistas para buscar ese tipo de modelo cuando son mujeres solas”, cuenta. “Otra que me llamó muchísimo la atención fue el caso de Casandra Grimaldo, que cambia completamente la voluntad de su marido una vez muerto. Ella lo adoraba y decía que haría todo por él, pero lo que hace es vaciar de contenido una de sus primeras voluntades, que era fundar un mayorazgo para beneficiar a sus sobrinos. No lo hace, utiliza toda la herencia en beneficio de la empresa que ella sostiene”.
El trabajo de Carmen Sanz Ayán también es la prueba de que la Historia es una ciencia que avanza y va arrojando luz sobre lo que no se ha reflejado todavía. “Afortunadamente, la historia va rehaciéndose, creciendo metodológicamente, y esa es una de sus fortalezas”, apunta. “¿Por qué no se ponía el foco antes en esas mujeres? Lo normal era que, cuando se hacía, se considerara anecdótico. Por ejemplo, cuando empecé a trabajar sobre empresarias teatrales, la bibliografía que existía era folclórica. Interesaba contar que tal empresaria había huido con tal actor. Ese tipo de historias chuscas tenían éxito, pero no profundizaban en su verdadero valor como mujeres capaces de sostener una empresa. Tiene que ver con quién mira y cómo mira. Vivir en la época en la que vivimos nos impele a buscar otras formas de mirar procesos históricos que antes no habíamos experimentado”, concluye.
Libros recomendados
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A la sombra de la reina : poder, patronazgo y servicio en la corte de la Monarquía Hispánica (1615-1644)
Alejandra Franganillo Álvarez
Consejo Superior de Investigaciones Cientificas
Sobre Isabel de Borbón hay una tesis doctoral muy interesante, ya publicada, que estudia cómo ejerció varias gobernaciones durante el reinado de Felipe IV, especialmente durante sus ausencias por la Guerra de Cataluña, analizando su entorno y cómo se manejaba en el gobierno. Este trabajo, de Alejandra Franganillo, se ha convertido en un libro publicado por el CSIC titulado "A la sombra de la reina".<br><br>Sobre la emperatriz Isabel de Portugal hemos realizado estudios similares, quien también ejerció varias gobernaciones durante las largas ausencias del emperador de los reinos peninsulares. Tuvo que sortear las especificidades de ser una mujer que gobernaba y que fue aprendiendo a hacerlo. Además, Sergio Bravo tiene un libro próximo a publicarse, en una colección del BOE, precisamente sobre Isabel de Portugal.