Libros para llevarse al fin del mundo
Lo sabemos todos: la actualidad es asfixiante. Las noticias positivas escasean, y hay momentos en los que parece que todo se puede desmoronar de un momento a otro. A diario desayunamos con injusticia, crispación y enfrentamientos. La literatura, dentro de sus muchas posibilidades, nos invita a reflexionar sobre el presente y la naturaleza humana. Pero también puede servir a esa necesidad de evasión, llevarnos a otros lugares remotos o servirse de la fantasía para hacernos olvidar. Seleccionamos algunos libros para llevarse al fin del mundo.
Libros que llevan a mundos de fantasía
La imaginación y los mundos remotos son dos de las marcas características de Neil Gaiman, que en American Gods, nos embarca en un viaje en el que los dioses mitológicos regresan a la tierra. Otra autora que se ha valido de personajes fantásticos del imaginario popular es Muriel Barbery, quien en La vida de los elfos crea un universo en el que realidad y magia se combinan creando una personal visión de la vida.
Salvaje Biblia de los dioses que la nación americana fue importando y fagocitando como propios a lo largo de su breve historia. Cien por cien América. Cien por cien Gaiman.
En otras ocasiones, nos encontramos con personajes tan desmesurados que parecen obra de la invención del escritor más fantasioso, pero que existieron en la vida real. Es el caso de William Walker, aventurero marcado por Lord Byron, y cuyas peripecias vitales nos muestra Patrick Deville en Pura vida.
Libros para perderse en la naturraleza
Hay quienes anhelan el contacto con la naturaleza para escapar del día a día y de las obligaciones de la existencia moderna. En Un cambio de verdad, Gabi Martínez relata como cambió la gran ciudad por el campo extremeño como aprendiz de pastor. En Enseñarle a hablar a una piedra, Annie Dillard nos lleva a algunos de los rincones más recónditos del planeta, en un canto de amor a la naturaleza.
Por otro lado, en Fuera del mapa, Alastair Bonnett nos embarca en viajes a 48 lugares que no aparecen en Google Maps, sitios sorprendentes que desafían nuestras convenciones sobre cómo vivir la vida. Los senderos del mar, por su parte, traza un trayecto más cercano, en la costa de Euskadi, pero su autora, María Belmonte, salpica el paisaje de recuerdos personales, historias de grandes pensadores o aventureros y reflexiones sobre la naturaleza y la existencia.
Cuando ya todos los caminos parecen explorados y la globalización hace imposible que nadie se convierta en un nuevo Scott o Admundsen, Alaister Bonnett demuestra con este libro que todavía es posible hallar algún lugar recóndito en el planeta. Profesor de Geografía Social, Bonnett es un enamorado de los paisajes y espacios y a través de estas páginas se viaja por lugares como un cementerio en Manila, ciudades abandonadas desde hace más de un siglo, la campiña inglesa, más desconocida, una plataforma militar en el Mar del Norte o pueblos que acabaron arrasados cerca de Chernóbil. Así hasta 48 lugares que podrían considerarse perdidos y que, simplemente, están ahí y nos los vemos, como una esquina en Manhattan llena de cerezos y abedules. Sí, todos estábamos mirando hacia el Empire State y no lo vimos.
Hay otro tipo de historias que consiguen hacernos olvidar lo que tenemos cerca a través del tono, de la ternura o de una forma particular de contar sus historias. Es el caso de Lily y el pulpo, la novela de Steven Rowley sobre el amor y la relación que se puede llegar a experimentar con una mascota. Por último, El bosque infinito, de Annie Proulx, toda una novela de aventuras moderna que recorre tres siglos y cuatro continentes.