Libros para ver la realidad de una forma nueva, recomendados por Cristina Fallarás
Hablamos con la escritora y activista de su nueva novela, 'El final de todo esto'.

En El final de todo esto, la nueva novela de Cristina Fallarás, se habla del presente desde el futuro. Un futuro en el que las cosas han cambiado y el momento de quiebra era precisamente estos años que vivimos. En la obra, la escritora, periodista y activista, que lleva años recogiendo y compartiendo testimonios de mujeres que han sufrido la violencia machista, hay mujeres que deciden apartarse del mundo de los hombres y otras que responden a la violencia con violencia, conformando una radiografía de lo que se está rompiendo en nuestras sociedades. Hablamos de todo ello y nos recomienda libros para ver la realidad de una forma nueva.
Video: entrevista con Cristina Fallarás

Sobre la manera de enfocar El final de todo esto, Cristina Fallarás decidió dar unos pasos hacia atrás (o hacia delante, en la ficción) para verlo todo con más claridad. “De repente tuve la sensación de que el futuro no era algo que fuera a llegar, sino que era algo que está pasando por debajo de nosotras, o de nosotros”, explica. “Es decir, que es algo que sucede ahora pero no lo estamos viendo. De repente dicen ‘ha aparecido la inteligencia artificial’, y resulta que cuando ha aparecido ya está ultra desarrollada y ya funciona. Hombre, pues algunos pasos se habrán dado antes. Surgen nuevas realidades y nuevas formas tecnológicas. Cuando digo realidades, digo la palabra realidades muy concretamente. Es decir, una realidad paralela a lo que llamamos realidad, que antes llamábamos realidad virtual y ahora ya no creo que sea virtual. Y esas realidades ya están construidas cuando las vemos. Paré y dije. ‘tengo que mirar a esto, tengo que mirar a esto para entender dónde estamos y lo que está pasando”.
Se ha roto la sociedad que construimos con la imprenta, pero de la imprenta nacieron la democracia y los medios de comunicación
Así, para esta novela Fallarás se propuso “mirar desde el futuro”. “Me voy a ir 20 años más allá, a 2040, a mirar hacia 2020, 22, 23, 24, y ver qué estaba pasando en este momento para que se estuviera rompiendo algo que no veíamos”, cuenta. “Y se está rompiendo, en este momento todo se ha roto. Se ha roto la sociedad que construimos con la imprenta, la sociedad que deviene de la imprenta ha desaparecido. Ahora la información, la comunicación, es tecnológica, no tiene que ver con la imprenta. Pero de la imprenta nacieron la democracia y los medios de comunicación, ¿qué es pues la democracia ahora y qué son los medios de comunicación? Realicé un poco el gesto de tomar distancia, pero en realidad lo que narro es la actualidad, solo que necesito darle la épica de la distancia”.

El final de todo esto muestra a dos generaciones de mujeres, que se enfrentan a este momento de ruptura de maneras distintas. “Yo quería mirar a las mujeres de mi edad, mujeres que somos contemporáneas de la construcción de la violencia, contemporáneas de la destrucción del mundo que conocemos, desde el momento que nosotras lanzamos la voz y decimos ‘me too’, o ‘yo también’, o ‘cuéntalo’, estamos construyendo una comunicación y somos sujeto y objeto de comunicación y somos medio de comunicación”, relata. “Eso lo hacemos porque somos contemporáneas y nos hemos desarrollado con este cambio. Y hay otra generación que es hija de esa violencia, hija de esa ruptura y su moral y su ética, y su estructura mental para enfrentar todo esto es otra radicalmente. Es mucho más macarra, mucho más bestia, mucho más gamberra, no tienen nada que perder y, en el caso de las protagonistas de mi novela, que se encuentran en las manos con unos monederos fabricados con piel de escroto para llevar la farlopa, deciden ‘pues nos lucramos con esto, pero además vamos a ser terrorfeministas”.
Apartarse para mirar el presente
En El final de todo esto se advierte un poso amargo de lo que está por venir, que Fallarás confirma. “Creo que nos van a joder vivas, pero nos van a joder vivas hasta el alma”, afirma. “Creo que nos van a castigar como no se ha castigado a nadie. Es como si en todo el imperio romano, de repente en cuatro años se hubiera reventado el imperio desde dentro por parte de las esclavas más cochambres. Es decir, de repente las mujeres en cinco años hemos destruido el relato que ha existido durante toda la historia de la humanidad. Por primera vez en la historia de la humanidad nos relatamos una a una, por millones. Ya no se puede no mirar nuestro relato y, sin embargo, no pasa nada. Pero de repente, nadie habría dicho que Trump llegaría al poder. Cuando lo vimos por primera vez dijimos ‘venga ya’, cuando vimos por primera vez a Milei con la motosierra dijimos ‘venga ya’, cuando vemos la extrema derecha en Europa ‘venga ya’. ‘Venga ya’ no, están aquí. Algo que era absolutamente impensable hace 20 años, que es un Trump gobernando los Estados Unidos de América, en este momento no sólo es factible sino que es algo a copiar y que está sucediendo en las sociedades blancas occidentales. Cuando me preguntas si estamos peor o mejor, te digo que estamos al borde de la atrocidad”.
¿Para qué me he apartado? Para que no me siga haciendo tanto daño. ¿Y para qué quiero que no me haga daño? Para poder contarlo
En un momento como ese, como algunas de las mujeres de la novela, la única solución parece apartarse. “Yo creo que apartarse es imprescindible, yo no he encontrado otra manera, confirma Fallarás. “Igual hay otra manera, pero quizás es demasiado violenta para mi edad, aunque no para mi manera de pensar. Yo ya me encuentro un poco mayor para ciertos tipos de violencia, entonces creo que apartarme es la manera de no seguir recibiendo hostias todos los días. Entonces, te apartas y, a la vez que te apartas, miras con mayor distancia y al ver con mayor distancia sabes responder mejor. Yo hubo un día de repente que decidí, se acabó, y después de tres maridos, se acabaron los hombres, Ni uno más, me busqué una novia, tengo una novia estupenda, me casaré. De repente dije ‘se acabó Twitter’, que era mi herramienta de trabajo como activista y también como profesional. Se acabaron ciertos medios de comunicación, se acabaron ciertas costumbres y de repente cambió mi vida social, mi vida económica, mi vida sexual y mi forma de comunicarme. ¿Para qué me he apartado? Para que no me siga haciendo tanto daño. ¿Y para qué quiero que no me siga haciendo tanto daño? Para poder contarlo, para poder mirarlo y contarlo desde analizarlo sin participar, porque mientras participamos no podemos analizar bien, y eso es lo que intento hacer con esta novela”.
Fallarás, que continúa con su activismo en Instagram, donde visibiliza testimonios de mujeres que han sufrido distintas formas de violencia machista, también resalta el papel de la ficción. “La ficción es imprescindible, imprescindible. 20.000 especies de abejas hace mucho más por el movimiento trans y por los niños y las niñas trans que todas mis manifestaciones y las manifestaciones de todas las que salimos a la calle, incluso que la ley trans. El cuento de la criada hace mucho más para explicar cómo se someten nuestros cuerpos y lo qué está por venir que cualquier teoría y cualquier ensayo y cualquier artículo muy bien intencionado y efímero, porque lo periodístico es efímero. De repente la ficción solidifica y lanza al futuro aquello que en periodismo es efímero y aquello que en el debate y en el análisis es volátil y mucho más volátil en un momento en que lo estamos llevando a cabo en las redes sociales. Eso necesita posarse y lanzarse porque nos hemos olvidado”.
Libros para ver la realidad de una forma nueva, recomendados por Cristina Fallarás
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Hay que leer a Lorca, siempre, obligatoriamente. Yo no conozco nada, como el romancero gitano, pero tampoco conozco nada, como el poeta de Nueva York.
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Me riñen siempre, porque digo nombres de chicos y hombres todo el rato, pero yo tengo una edad en la que me formé con libros escritos por hombres. Pero bueno, por ejemplo, actualmente hay dos autoras, Laura Fernández y Lucía Litjmaer, que es que además las quiero, las quiero porque me alimentan. Hay que leer a Lucía Litjmaer, hay que leer a Laura Fernández, hay que leer a Gabriela Wiener, a Gabriela Cabezón Cámara....
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Szymborska, hay que leer la poesía de Szymborska, por supuesto. Silvia Plath también, claro. A mí me gusta Safo, pero no porque me haya hecho lesbiana, me gusta Safo porque me gusta.
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De ratones y hombres (bolsillo)
John Steinbeck
Editora y Distribuidora Hispano Americana, S.A.
Leí hace poco de nuevo De ratones y Hombres, me volvió a golpear y me pareció maravillosa.
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De repente supe que eso no lo había escrito un hombre. Había una inteligencia fuera de lo común. Hay una forma de mirar que mezcla la crueldad y la compasión. Lo compasivo que encierra Frankenstein no tiene parangón. Leí pronto a Virginia Woolf y leí pronto a Gloria Fuertes, que ahora se ha vuelto a publicar la poesía que no era infantil, pero yo creo que Frankenstein fue una de las primeras.
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En Patricia Highsmith hay una sequedad amoral que me interesa mucho porque es de una dureza de alguien que ha sufrido un tipo de daño en el que yo me reconozco. Es decir, me imagino siempre a la Highsmith como dura. Y en esa dureza me reconocí en cuanto empecé a leer a Patricia Highsmith.