Novelas negras imprescindibles de autores que no son de novela negra

La novela negra ha pasado de ser un género a convertirse casi en un canon, un escenario que muchos autores y autoras de todo tipo han visitado. Mientras que hay escritores que se han especializado dentro de las tramas de crímenes, otros han visitado ese territorio de manera ocasional, muchas veces aportando su personalidad propia. Nos fijamos en esos casos de novelas negras imprescindibles de autores que no son de novela negra.
Novelas negras de autores clásicos
Dentro de las filias de Jorge Luis Borges, una de ellas era la novela de detectives, que el autor argentino planteaba como un juego metaliterario. En las obras que firmó junto a Adolfo Bioy Casares destacan las Crónicas de Bustos Domecq, el pseudónimo que utilizaron los dos amigos juntos para una serie de relatos que toman el género para parodiarlo. Otra obra escrita a cuatro manos es El misterio de la carretera de Sintra, en la que los portugueses José María Eça de Queirós y José Duarte Ramalho Ortigao consiguieron engañar a gran parte de la sociedad de su época con un relato enviado a un periódico que fue considerado como real.


El misterio de la carretera de Sintra
Autores contemporáneos que indagaron en la novela negra
Hay ocasiones en las que los escritores se han adentrado en el género negro como manera de explorar la oscuridad humanas. Uno de los ejemplos más claros es Plenilunio, en el que Antonio Muñoz Molina utilizó una trama policial para adentrarse en la naturaleza de la maldad. En el caso de Martin Amis, el autor británico tramó Tren nocturno para transgredir el género, con una policía mujer que se enfrenta a un caso narrado desde la crudeza y el descreimiento.


El misterio y el asesinato como puzle que se puede ver desde distintas perspectivas es la parte de la novela negra que atrajo a un autor como Roberto Bolaño para escribir La pista de hielo, una obra que parte de un crimen para atravesar la infelicidad de varios personajes. Más a menudo ha tocado el género el nicaragüense Sergio Ramírez, que en Tongolele no sabía bailar une una trama policial con la situación política de su país.


Otros autores han probado en el género negro desde distintas perspectivas. Joyce Carol Oates lo ha hecho a través de las atmósferas viciadas y la exploración de los rincones oscuros, como en la impactante Babysitter. Por último, el también estadounidense Jonathan Lethem parte en El detective salvaje (no confundir con Los detectives salvajes) de una trama clásica de detectives para embarcarse en un viaje a lo extraño y marginal de su país.

