Rosa Montero sobre los peligros de la Inteligencia Artificial y sus últimos libros preferidos
'Animales difíciles', su última novela, despide a su detective androide Bruna Husky.

Cuatro novelas después, Bruna Husky ha llegado al final de su camino. La investigadora androide creada por Rosa Montero se despide de los lectores con Animales difíciles, la cuarta entrega de la serie en la que la escritora ha explorado el lenguaje de la ciencia ficción y del thriller para tratar temas atemporales y universales. En esta ocasión, además, el peligro al que se enfrenta en su trama nos parece más cercano que nunca: la creación de una superinteligencia que amenaza la propia existencia de la especie humana.
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Cuenta Rosa Montero que, cuando comenzó la escritura de Animales difíciles, todavía no sabía que estaba ante la última novela de Bruna Husky. “Cuando empecé a escribir estos libros tampoco sabía cuántos iban a ser, solo quería hacer un mundo, un mundo propio con personajes estables que yo pudiera visitar cuando quisiera”, explica. “Lo que pasa es que en la novela anterior, la tercera, había dejado a Bruna en una situación muy peculiar: la habían envenenado, se iba a morir y para que no muriera cambian su memoria y su dotación a un tecno-humano. Ella era un androide de combate, medía dos metros, era una tiarrona, y la cambian a un tecno-humano de cálculo, pequeñita y débil. La dejé en ese punto y yo estaba deseosa de hacer esta cuarta novela para ver qué pasaba, porque pensaba que es un conflicto de identidad muy grande. La identidad es uno de los grandes temas de mis novelas y quería desarrollarlo más. En el momento en que empecé a pensar la historia comprendí que tenía que ser la última. Esta es la prueba final de Bruna para encontrar su lugar en el mundo”.

Aún un poco de luto, Montero explica que al menos ha dejado a su personaje en un buen lugar. “A Bruna la dejo muy bien, en un lugar de reconocimiento de sí misma, en un momento de calma. Esta Bruna, que ha sido una fiera salvaje, que ha estado dando mordiscos y patadas durante toda su vida, llena de rabia y de odio a sí misma y a la humanidad, la dejo en un lugar de reconocimiento y de sosiego, de admisión y de celebración de la vida”, cuenta. “Ha sido un viaje maravilloso. A mí, de los cuatro este es el que más me gusta. Es el más poético sin duda, el más crepuscular. Es un libro muy oscuro en muchos sentidos, la intriga que trata es la más desasosegante y oscura, más tremenda porque se refiere a un peligro cierto para la humanidad y, sin embargo, no sé cómo he llegado a una conclusión que ha sido para mí tremendamente consoladora y con un final muy luminoso, de los más luminosos de mis libros”.
El peligro de una superinteligencia
Para este último baile, Husky se enfrenta a una amenaza inabarcable, y que cada vez parece más real. “Yo escribo porque hay miedos que me impulsan, miedos propios a los que intentas poner un poco de sosiego y de luz”, apunta Montero. “Creo que estamos objetivamente en un umbral de la humanidad incomparable con todos los anteriores, que realmente tenemos razones para pensar que estamos en un momento tremendamente crítico. El homo sapiens lleva 300.000 años en la tierra, que es muy poquito geológicamente, pero es mucho si tienes en cuenta que, en los últimos 70, por primera vez nos hemos conseguido poner en riesgo de extinción por nuestros malos actos tres veces: por la energía nuclear, por el calentamiento global y ahora por la inteligencia artificial. Parece que estamos en el borde de un abismo y, si seguimos intentándolo, lo vamos a conseguir”.
Estamos realmente al borde de algo completamente distinto y nuevo, y muy amedrentante en todos los sentidos. Esa sensación apocalíptica existe.
De alguna forma, se podría decir que la realidad ha ido alcanzando a la ficción expuesta en las novelas de Bruna Husky. “A mí me gusta mucho la ciencia y la tecnología, y en los mundos de Bruna siempre he querido hacer un desarrollo realista, lo más probable socialmente, tecnológicamente, científicamente”, apunta la autora. “En ese sentido, creo que son mis novelas más realistas, hasta el punto de que, a medida que iban pasando los años, iban sucediendo cosas en la vida real que yo ya había puesto antes en las novelas. Pero lo que me ha pillado en pelotas, a mí y a todo el mundo, es la aceleración de la Inteligencia Artificial. La Inteligencia Artificial lleva estudiándose y desarrollándose décadas, pero cuando Chat GPT se puso en línea ha dado un salto gigante. Yo no podía imaginar hace 17 años que iba a ir a esta velocidad”.
Esta cambio tecnológico, prosigue, nos coloca en un lugar inédito como especie. “Estamos realmente en el borde de algo completamente distinto y nuevo, y muy amedrentante en todos los sentidos, así que ese miedo y esa sensación crepuscular, esa sensación apocalíptica existe. Al mismo tiempo yo tengo esperanza, soy una vitalista y una disfrutona de la vida, y tengo esperanza en la capacidad de adaptación de los seres humanos, en nuestra capacidad de supervivencia, así que pienso que el futuro, aún así, aunque está lleno de amenazas y es radicalmente distinto a todo lo demás, está sin escribir y lo podemos escribir”.
La avaricia y el narcisismo hacen que vayamos a toda velocidad por un desarrollo tecnológico que no somos capaces de controlar.
Ante ese abismo, Montero alerta de que estamos dejando que esto suceda delante de nosotros. “La avaricia y la inconsciencia están haciendo que todos los avisos se ignoren. Hay ahora mismo una carrera sin freno para ver quién llega antes, porque están en juego billones y billones de ganancias. Por otro lado, a muchos científicos les pierde el deleite del descubrimiento y el narcisismo de descubrirlo ellos. Esto se ve muy bien, por ejemplo, en la película Oppenheimer”, explica. “Estas dos cosas, la avaricia pura y dura y el narcisismo, hace que vayamos a toda velocidad por un desarrollo tecnológico que no somos capaces en absoluto de controlar. Y no soy yo sola la que lo dice. Lo dice Geoffrey Hinton, por ejemplo, que es el último premio Nobel de física del año pasado, que dice que va a haber una superinteligencia, probablemente antes de 50 años, y no vamos a poder controlarla. El riesgo existe. Esa tremenda superinteligencia para la que vamos a ser como las hormigas son para nosotros. No es que vaya a ser mala ni buena, eso es antropomorfismo, no tiene nada que ver con eso. Es que un día puede decir ‘voy a utilizar estos átomos de carbono para otra cosa’, y los átomos de carbono somos nosotros. Así de simple”.
La ciencia ficción como herramienta
Pese a estas advertencias, Rosa Montero señala que ella no escribe para alertar a nadie. “No creo en el utilitarismo, al contrario, creo que hay que combatirlo. No escribes novelas para enseñar nada, escribes novelas para aprender y si no aprendes en una novela es que la has hecho mal”, afirma. “El sentido de escribir ficción es la búsqueda del sentido de la existencia. Isaiah Berlin decía que había dos tipos de escritor: el escritor erizo, que se enrosca sobre sí mismo y siempre escribe el mismo libro, o el escritor zorro que va caminando por la pradera buscando nuevos horizontes. Yo soy un zorro total. Todos escribimos siempre sobre los mismos temas, sobre nuestras obsesiones. Intentas poner un poco de luz, intentas entenderla, lo que pasa es que en cada libro yo intento buscar una vía nueva para abordar esas obsesiones. Para mí la ciencia ficción es una herramienta metafórica poderosísima para hablar de la realidad. Mis novelas de ciencia ficción hablan de los mismos temas que todas mis otras novelas, exactamente igual, solo que puedes permitirte la metáfora de la ciencia ficción para intentar ahondar en ellas”.
Quizás por esa razón, la despedida de Bruna Husky es menos dura, aunque hay otras razones. “Ahora acabo de despedirme de ella, pero sigue por ahí, me siento acompañada por ella y, además, es el personaje con el que me siento más identificada. De alguna manera, estará ahí siempre, pero creo que no tendría sentido seguir alargándolo”, afirma. "Hay un poco de vértigo, pero un amigo mío me dio una solución maravillosa. Me dijo: ‘Siempre puedes escribir un libro de cuentos del mundo de Bruna’. Eso me dio como una especie de alivio, si siento un mono muy grande, siempre puedo escribir una serie de cuentos del mundo de Bruna”.
Rosa Montero y sus últimos libros preferidos
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El libro que se me pasó en su momento y que me ha chiflado es Hamnet, de Maggie O’Farrell. Me ha parecido maravilloso. Yo había leído otras cosas suyas, pero nada a la altura de este libro. Me ha parecido una escritura poética tan increíble, tan poderosa para la reconstrucción,con el trasfondo de la vida de Shakespeare. Maravilloso, lo recomiendo vivamente, es una joya.
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Está calentito, saliendo ahora en estos días. Es muy interesante y muy inquietante. Es una estructura de tres hermanos en una casita del bosque y violencia y locura. Muy interesante y muy perturbador.
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Es una biografía de sus primeros años de juventud, escrita con el encanto con que siempre escribe Martínez de Pisón las cosas. Es un clásico, Martínez de Pisón.
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Me ha sorprendido mucho porque es una especie de thriller psicológico. Me parece escrito desde un lugar muy curioso de la narración, y además hace un personaje de una niña superdotada que yo creo que está dibujado de una manera magnífica.