Rosa Montero nos habla sobre periodismo, literatura y libros extraordinarios para leer sin parar
La autora recopila algunos de sus mejores reportajes periodísticos en 'Cuentos verdaderos'.

Antes de la Rosa Montero novelista y ensayista estuvo la Rosa Montero periodista, incluso si lo que iba a llegar más tarde ya se dejaba entrever en sus crónicas y reportajes. Eso es también lo que llamó la atención de su autora cuando, por necesidades de trabajo, recuperó uno de sus textos publicados en El País durante casi dos décadas: funcionaban casi como relatos o novelas. Ese fue el germen de Cuentos verdaderos, el volumen que recoge varios de sus reportajes aparecidos entre 1978 y 1988, en una época en la que España apenas había entrado en la Transición. Hablamos con Montero de aquellos tiempos, de periodismo y nos recomienda algunos libros extraordinarios.
Video: entrevista y libros recomendados de Rosa Montero

Recordar la España del pasado
Cuenta Rosa Montero que, cuando recuperó los reportajes que han acabado formando parte de Cuentos verdaderos se quedó “pasmada”. “En algunos casos, porque se me habían olvidado. En otros, por ejemplo en las crónicas del juicio del Nani, porque era como asomarse a un pozo de reptiles, ver lo que era la España de aquella época, las cloacas policiales, lo que arrastrábamos todavía de la anomalía de la dictadura. Era ver una España que se nos ha olvidado, en la que faltaba un desarrollo social realmente y un desarrollo de derechos increíbles”, recuerda.
También fue un ejercicio emocionante para la autora. “Algunos los recordaba un poco más justamente por la emoción que me produjo escribirlos. Dos de mis preferidos son el del Teatro Chino de Manolita Chen y el de los luchadores del campo del gas. A mí siempre me ha gustado mucho y me sigue interesando mucho todo lo que está en la frontera, donde la sociedad empieza a caer en la penumbra. Es decir, lo lumpen y lo marginal. Y me ha interesado no por morbo, sino todo lo contrario, porque pienso que allí la vida se manifiesta de una manera mucho más desnuda y real. Nuestro mundo de clase media está más maquillado, todo es más convencional. Los recordaba conmovedores, pero al leerlos me han parecido todavía más conmovedores, más desoladores. Gente estupenda en situaciones muy difíciles y alucinantes”.

Cuentos verdaderos también afronta episodios que parecen superados, pero que amenazan con volver. “La epidemia de heroína que hubo en este país fue una cosa terrible”, recuerda Montero. “Todo el mundo tenía familia, hijos, hermanos a los que atacaban y robaban. La sociedad entonces era muy insegura. Y de repente veo que está volviendo otra vez, que se está acercando otra vez ese mundo de la droga. Fíjate cómo están con el fentanilo en Estados Unidos, en Canadá, en México. Cómo además las grandes mafias de narcotraficantes se están quedando con países. Es preocupante, verdaderamente preocupante”.
Al final del libro, Montero se queda con una sensación doble. “Por un lado, una especie de orgullo de todo lo que hemos caminado en este país, de lo que se ha hecho, de lo que se ha construido. Y por otro lado, un poco un escalofrío, porque todo parece tan frágil que en cualquier momento podemos volver allá. Hay que luchar por todo lo obtenido cada día”.
Periodismo y literatura
El título no es casual: en Cuentos verdaderos leemos reportajes, sí, pero la forma es absolutamente literaria. “Gran parte de los textos son como si fueran cuentos, de una forma completamente narrativa”, explica Montero. “Por eso lo he llamado Cuentos verdaderos, aunque absolutamente todo lo que se cuenta está documentado, pero la forma podría ser la del capítulo de una novela. Y me ha chocado que hubiera tanta utilización de lo narrativo y que ahora no exista prácticamente”, apunta. “Para escribir algo así tienes que trabajarlo tres veces más, y estamos en una crisis de prensa brutal. Entre los reportajes, hay uno sobre el aniversario de la muerte de Kennedy. En ese reportaje yo trabajé tres meses, y estuve en Estados Unidos dos semanas o tres semanas. Eso es imposible hacerlo ahora, porque ahora no hay dinero. Creo que en estos últimos 15 o 20 años han desaparecido el 95% de los periódicos del mundo, que es una brutalidad”.
En periodismo la claridad es un valor. En la novela, lo es la ambigüedad
Para Montero, “el periodismo escrito es un género literario como cualquier otro, y puede tener la misma calidad literaria que cualquier otro. A sangre fría, de Truman Capote, es un reportaje y es un libro extraordinario. Pero como género tiene sus propias normas. Todos los géneros tienen unas normas muy estrictas que debes saber, incluso para transgredirlas. Si haces una novela muy periodística, va a ser una mala novela, seguro. Y si haces un periodismo demasiado novelado, va a ser mal periodismo porque no va a ser fiable. De hecho, el periodismo y la ficción son dos géneros literarios contrapuestos. En periodismo la claridad es un valor. En la novela, la ambigüedad es un valor. Cuantas más interpretaciones tenga una novela, incluso contradictorias, mejor. En periodismo tú hablas de lo que sabes, y en la novela escribes de lo que no sabes que sabes. Porque la novela nace del inconsciente, del mismo lugar de donde nacen los sueños. En periodismo, tú eres un árbol y escribes de los árboles que tienes alrededor. En la novela, lo que haces es intentar elevar el vuelo como si fueras un águila, y hablar del bosque, incluso mirando hacia abajo, incluso viéndote a ti misma como árbol dentro de ese bosque”.
En un par de cosas sí que advierte similitudes entre novela y periodismo. “Uno, los diálogos. Todos los que hemos sido entrevistadores hacemos buenos diálogos, porque hemos tenido un entrenamiento brutal. Lo segundo, cierta humildad, porque me acuerdo que en aquella época que el espacio es importante. Te ibas dos meses a hacer un reportaje, y tenías que reducirlo a veinticuatro páginas. Era un sufrimiento. Hacías una primera versión de cuarenta hasta pasar a veinticuatro. Llegabas con las veinticuatro y te decían: ‘uy no, quita dos porque es muy largo’. Llorabas, quitabas dos. Volvías, te decían: ‘Uy no, nos ha entrado una página de publicidad, quita otras dos’. Volvías y decían: ‘No, tienes que quitar una página más’. Entonces decías: ‘Si queréis tirar todo el dinero invertido, el esfuerzo invertido, cortadlo vosotros que yo me siento incapaz'. Y, si tenías un buen editor o editora, y en El País eran muy buenos, te lo cortaban ellos. Y cuando salía el reportaje, lo leías y estaba mejor. Eso te enseña mucha humildad”.
Libros extraordinarios para leer sin parar
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Acabo de leer el manuscrito del último libro de Mayra Montero, que es una escritora cubana, pero que vive en Puerto Rico desde los 12 años, y que a mí me parece una de las grandes escritoras actuales que hay. Me encanta, pero aquí no tiene el suficiente éxito. Este libro saldrá en mayo, pero voy a recomendar el anterior suyo, que se llama La mitad de la noche, y que es absolutamente extraordinario. Es una escritoraza.
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Un libro que me gusta mucho es de una escritora gallega que se llama Berta Dávila, Los seres queridos. Fue finalista en el Premio Nacional, ha sido finalista en el Premio Nacional y la verdad es que lo descubrí porque yo era jurado, y me encantó. Un libro maravilloso. Una tía muy joven, además, con una voz propia increíble.
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Es maravilloso y creo que es la cumbre de su obra hasta ahora. Martínez de Pisón es un clásico, es un tío con una capacidad de narración, tan poderosa… Este libro a mí me parece extraordinario.
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Voy a recomendar, como siempre hago, uno de los libros de mi maestra, que es otra grandísima escritora que no tiene el reconocimiento suficiente, que es Ursula K. Le Guin. Recomiendo Los desposeídos.