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The Divine Comedy: los libros preferidos de un esteta del pop

Hablamos con Neil Hannon del arte de componer canciones, de Roald Dahl y sus libros favoritos.

El músico Neil Hannon, de The Divine Comedy.
El músico Neil Hannon, de The Divine Comedy.
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Hubo un momento en el que Neil Hannon casi se convierte en estrella del pop. De hecho, se puede decir que en Reino Unido lo fue. Corrían los 90, los años del brit pop, y este norirlandés con pinta de dandy decadente firmaba con The Divine Comedy algunas de las mejores canciones del momento. Finalmente, prefirió dedicarse a componer unos pasos más atrás de la primera línea y convertirse en uno de los grandes songwriters de nuestro tiempo. Tanto que, ahora, firma las canciones de Wonka, la nueva adaptación de Charlie y la fábrica de chocolate, el clásico de Roald Dahl. Con él hablamos de todo eso antes de su paso por el festival Canari.

The Divine Comedy: entrevista y libros recomendados
El músico Neil Hannon, de The Divine Comedy.


La trayectoria de The Divine Comedy, que parecía que podía llegar a un público masivo, se ha convertido más en una carrera de fondo. Ya no es tan rutilante como en sus comienzos, pero a cambio sigue entregando canciones inmaculadas y presentándolas por todo el mundo. “Yo en los años 90 era un individuo muy diferente”, asume. “Estaba absolutamente obsesionado con la idea del estrellato pop, pero no quería conseguirlo para ser rico y famoso. Quería conseguirlo porque Adam Ant, Phil Oakey y Kate Bush lo habían hecho antes y parecía muy divertido. Ahí había cierta ironía, porque sabía que un joven norirlandés ligeramente patético, pálido e introvertido no tenía derecho a ser una estrella del pop”, explica con una de sus señas de identidad, el humor.

Sabía que un joven norirlandés ligeramente patético, pálido e introvertido no tenía derecho a ser una estrella del pop

En cualquier caso, prosigue, esa posibilidad “se disipó alrededor del año 2000”. Gran Bretaña ya no era el foco y el pop perdía fuelle en favor de géneros más contundentes. "Está bien así, porque realmente lo que amaba por encima de todo era la música. Tengo mucha suerte de que, además de divertirme siendo una estrella del pop por un tiempo, realmente me encanta cerrar la puerta y hacer música, crear mundos. Y, a medida que pasó el tiempo y yo estaba menos en el ojo público, me sentí más libre de alguna manera para expresar cosas que tal vez no me habrían salido en los años 90”.

Melodrama, humor y Roald Dahl

En efecto, el Neil Hannon actual se distingue del veinteañero es una menor ampulosidad, un mayor sentido del humor y una apertura temática en sus canciones. Ya no es el ensayo de seductor que se presentaba en Casanova, sino un cuarentón que pasea a sus cuatro perros y trata de “recordar qué falta en la nevera”. Solo que también sigue siendo un compositor superlativo. Por esa razón, hace unos meses recibió una propuesta: componer las canciones de Wonka, una gran producción protagonizada por Timothée Chalamet.

Hannon, confiesa, no creció obsesionado con Roald Dahl. “Cuando era niño no era tan fan, al menos tanto como otra gente. Pero me encantaba Willy Wonka y la fábrica de chocolate, la película de los años 70. A todo el mundo le gusta, es una película increíble”. El libro del autor que más le llegó fue otro, sin embargo. “Danny y el campeón del mundo, que era uno de sus libros menos conocidos. Me gustaba porque tenía algo diferente en el tipo de dinámica familiar entre el padre y el hijo, no había una madre. Básicamente, el padre le lleva a una expedición de caza furtiva, y no lo pensé en su momento, pero era algo muy antisistema. Se van a drogar a todos los faisanes para robarlos antes de que la gente rica pudiera ir a cazarlos”.

Cuando Hannon recibió la llamada de Wonka, se sorprendió. “Es un proyecto muy grande, Warner Brothers, dirigida por Paul King, que hizo Paddington y todo eso. Pero me lancé a hacerlo. No es lo que ya sabemos de Wonka, no es tan cáustica, es una película muy familiar, pero a mí también me gustan ese tipo de películas, me encajaba”. La propuesta también le brindó la posibilidad de sacar su lado compositivo más clásico. “Lo abordé desde el punto de vista de lo que me gustaría ver y escuchar, especialmente si volviera a ser joven. Ya sabes, esas grandes escenas en las que todos los habitantes del pueblo dan saltos, como Oliver o algo así. Me gustan mucho esas películas, como Chitty Chitty Bang Bang… Ese es un gran ejemplo de cómo las canciones encajan completamente con el tono de la película”.

Además de esas canciones, Hannon ahora trabaja en sus próximos pasos, que compagina con actuaciones en directo como la del festival Canari. “No me hizo falta pensarlo mucho. ¿Un festival en Canarias en noviembre? Es justo lo que necesito”, asegura. Una visita que confirma también su buena relación con el público español, que visita a menudo. “Realmente fue una gran sorpresa porque en los primeros días, todo era solo Gran Bretaña e Irlanda durante aproximadamente un año. Entonces, de repente, Francia se unió, y de hecho, durante un par de años fui más conocido en Francia que en Gran Bretaña e Irlanda. Tocamos ocasionalmente en España en los 90, pero la cosa nunca despegó. Pero en la década de los 2000, de repente parecía que gustábamos, tocábamos la gente venía. Pero siempre he pensado que menos es más y que tienes que dejar que la gente te extrañe durante uno o dos años para que no se cansen de ti. Por ejemplo, tengo la sensación de que los irlandeses están completamente hartos de mí”.

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