Andrés Neuman

Andrés Neuman Galán es un narrador, poeta, traductor, aforista, bloguero y columnista hispano-argentino.
Los libros de Andrés Neuman
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22 Escarabajos
Fernando Iwasaki, Iban Zaldua, Javier Fernández, Pilar Adón, Salvador Gutiérrez Solís Salvador Gutiérrez Solís, Care Santos, Patricia Esteban Erlés, Andrés Neuman, Rodrigo Fresán, Marcelo Figueras, Raúl Pérez Cobo, Leonardo Aguirre, Miguel Antonio Chávez, Mario Cuenca Sandoval, Maurice Echeverría, Esther Garía Llovet, Eduardo del Llano, Salvador Luis, Leopoldo Marechal, Hipólito G. Navarro, Roberto Valencia y Xavier Velasco -
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Pequeñas resistencias
Fernando Iwasaki, Juan Bonilla, Gonzalo Calcedo, Juan Manuel de Prada, Mercedes Abad, Iban Zaldua, Jordi Puntí, Nuria Barrios, Ignacio Martínez, Ángel Zapata, Care Santos, Almudena Torres, Andrés Neuman, Ángel Olgoso, Félix J. Palma, Rodrigo Fresán, Josan Hatero, Carlos Castán, Eloy Tizón, Graciela Baquero, José Manuel Benítez, Felipe Benítez, Guillermo Busitil, Hipólito González, Marcos Giralt, Carmela Greciet, F. M., Juan Carlos Méndez, Joaquín Pérez y Felipe R. -
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Herbario de amores dulces
Ángela Segovia, Ángelo Néstore, Alejandro Simón Partal, Sergio Navarro, Martha Asunción Alonso, Mariano Peyrou, Abraham Gragera, Sara Torres, Yolanda Castaño, Raquel Vázquez, Vicente Luis Mora, Luisa Castro, Marta Vicente Antolín, Luz Pichel, Andrés Neuman, Andrea Abello, Rosa Berbel, Pablo Fidalgo Lareo, Xaime Martínez, Gonzalo Escarpa, Lola Nieto, Dafne Benjumea, Erika Martínez, Cristian Alcaraz, Juan De Beatriz, Berta García Faet, Olga Novo, Pablo López Carballo, Ruth Llana, Carlos Bueno Vera, Antonio Romar, David Leo García, Maite Martí Vallejo, Juanpe Sánchez, Miguel Sánchez Santamaría y Pilar Trol -
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Las estanterias de Andrés Neuman
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Los libros de cuentos que tienes que leer
Ir a la estanteríaPájaros de AméricaMary McCarthyCuentos completosWilliam GoyenMi vida queridaAlice MunroNadie encendía las lámparasFelisberto Hernández
Lo que opina Andrés Neuman
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Cuando el humor, el dolor y la inteligencia trabajan juntas, el resultado es esta cima en la obra de su autora.
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El gótico sureño at its very best, y más allá.
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Quizá lo más parecido que tendremos a una autobiografía suya, a ritmo (y silencios) de relato breve.
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Nadie, salvo Felisberto, tocó de esa manera el raro piano de una máquina de escribir.
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Si Lasdun tuviera más traducciones y entusiastas en nuestro idioma, este cuento sería más feliz.
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Fui un niño solitario, y el ajedrez era para mí un modo de dialogar con un fantasma, porque para jugarlo solo, tienes que fingir que juegas con alguien más. Este libro es una delicia hipnótica, recomendado en la adolescencia, aunque si te gusta el ajedrez, a toda edad se lee bien. En realidad, trata de la relación con las propias obsesiones y fantasmas.
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Existe un prejuicio muy instalado en la historia del arte de que la felicidad, sea lo que sea que es, resulta poco interesante de escribir. El 99 por ciento de mis colegas diría que un momento de plenitud, algo transitorio, no te inspira para escribir. Es una verdad que hemos construido entre todos: preferimos narrar a partir de los traumas, del dolor. A mí me gusta leer historias felices, de reconciliación, inteligentes y sutiles, como estos cuentos de Truman Capote.
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Dino Buzzati es uno de mis autores preferidos, un gran clásico italiano. Tiene un cuento sobre una gota. Todo un vecindario se desvela porque hay una gota que está produce un ruido y es todo un elogio de lo pequeño. Siento que en esta labor de la crianza diaria de la que hablo en mi libro ‘Umbilical’ debemos valorar gota a gota la realidad. Buzzati era capaz de hablar de las aventuras de una gota por el mundo y eso me parece el colmo de la poesía y de la atención.
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Roberto Juarroz es de mis poetas de cabecera. Su Poesía vertical, que iba enumerando, resume cómo la inteligencia se expresa a través de imágenes sintéticas. Es un gran filosofo de la imagen, un autor inolvidable de la poesía latinoamericana del siglo XX.
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Alexiévich es una gran escritora ucraniana que ganó el Premio Nobel de Literatura, y éste es uno de los mejores y más impactantes libros que he leído, no solo por el contenido y lo fuerte que es la investigación que hizo, sino por su narrativa. Siento que exagerar su valor periodístico es subestimar la enorme labor lingüística y el trabajo con el estilo que ella hace, porque tomó una decisión de géneros muy interesante. Se pasó la vida entrevistando a supervivientes de Chernóbil como periodista y después se apropió de la voz de las personas que entrevistó y la reescribió como escenificada dramáticamente. Son monólogos dramáticos de las personas, con lo cual es como si uno asistiera a su voz y su cuerpo, cuerpos que sufrieron tanto y voces que fueron tan sofocadas. Entonces, transformar una investigación periodística en una especie de desfile infernal de monólogos teatrales me parece un gran mérito ético y estético de Svetlana Alexiévich.
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Silvina Ocampo fue una gran escritora, una revolucionaria del cuento, partiendo del neofantástico y del Grupo Sur. A Silvina siempre se le narró en función de otras personas: de su hermana, Victoria Ocampo, que fue una de las grandes intelectuales y mecenas de la época, fundadora de la revista Sur; de su amigo Jorge Luis Borges y de su pareja, Adolfo Bioy Casares, que tanto oscurecieron la labor de ella. Ahora se considera a Silvina como lo que es,una de las grandes cuentistas del siglo XX en Argentina y una excelente poeta.
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Esta es una muy valiosa biografía de Silvina Ocampo que escribió Mariana Enriquez. Sintomáticamente se llama 'La hermana menor' y ahí vemos a Silvina en función de su hermana Victoria. Mariana Enriquez, que es otra gran escritora en su propio derecho, fue entrelazando poemas de Silvina Ocampo con su historia.
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Hablando de seres anfibios que tienen más de una orilla, el ensayo de Mariano Mariano Peyrou, Oídos que no ven, es genial. Para mí, él es uno de los mejores poetas en lengua castellana de mi generación. Además, es músico y profesor de música. Tenía un libro anterior sobre teoría poética que se llama Tensión y sentido, que es de los mejores que he leído para acercarse a la poesía. Ahora repite lo mismo para quienes gustan de escuchar música y adentrarse en la melomanía sin tener que pasar por conservatorios ni cuestiones técnicas.
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Tres maneras de decir adiós es un libro de relatos largos de Clara Obligado, quien es gran narradora y ensayista que ha publicado libros importantes sobre la experiencia migratoria y la lengua materna, frente al desarraigo. Sus cuentos tienen estructuras orgánicas e interrelacionadas en donde sus piezas se pueden leer por separado y, al leerlas en conjunto, generan otro efecto, como pasa también en El libro de los viajes equivocados. Aquí nos cuenta parte de su experiencia personal en el exilio tras el golpe de Estado en Argentina en 1976, que marcó la vida de Clara y de miles de familias. Es un libro que le tomó toda la vida escribir, realmente. Se venía murmurando subterráneamente durante toda su obra. Es, sin duda, un libro esencial.
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La primera novela de Sara Gallardo, Enero, es fantástica. Ella fue famosa y exitosa de los años cuarenta a los sesenta en Argentina y luego vivió décadas de olvido, fue inexistente. Ahora hay una reivindicación de su obra, como la de Silvina Ocampo, pero aún no ocupa el lugar que merece. Me llevé una sorpresa monumental al leer su primera novela, que es una obra maestra. Ella tenía 26 años cuando la escribió. Habla del aborto de una chica muy joven que ha sufrido violencia sexual en el campo, en una sociedad rural. Muestra un paisaje agreste totalmente desromatizado, habla de los derechos de las mujeres, de la violencia sexual, del aborto dentro del código moral de cada familia y época. El libro tiene una belleza, una precisión y un manejo interesante de los diálogos, de la tercera persona. Es una escritora de la puta madre (nunca mejor dicho), en total plenitud en su primera novela.
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Acaba de ganar el premio nacional de literatura en España y es Raúl Quinto. con la novela Martinete del rey sombra, que narra un episodio casi olvidado de la historia española: la gran redada del pueblo gitano que se produce en la época del marqués de Ensenada, momento en la historia oficial de España prácticamente borrado. ¿Cuándo empezó la gitanofobia? ¿Qué prontuario de persecuciones hay? ¿Qué pasaba en la corte? Se trata de un libro experimental que combina el ensayo, el poema en prosa, que es ambicioso en lo estilístico, cambia de espacio, tiempo y tono continuamente. Es un libro total.
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Una poeta que me gusta mucho es Bibiana Collado. La publica La bella Varsovia, editorial dirigida por la poeta y narradora Elena Medel, que surgió de su empeño y ahora es el sello de poesía de Anagrama. Chispitas de carne es un libro de Bibiana que aborda las experiencias emocionales y políticas de una mujer en el mundo de hoy. Celebra la felicidad conyugal, que es algo muy poco presente en la poesía; nombra los instantes de felicidad, no solo la oscuridad, el desastre y el dolor. Usa el léxico y la gramática para celebrar lo que vale la pena. En la segunda parte, están también las pérdidas, el duelo y las penas de las personas que tratan de procrear y no lo consiguen.
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Una poeta que me gusta mucho es Bibiana Collado. La publica La bella Varsovia, editorial dirigida por la poeta y narradora Elena Medel, que surgió de su empeño y ahora es el sello de poesía de Anagrama. Chispitas de carne es un libro de Bibiana que aborda las experiencias emocionales y políticas de una mujer en el mundo de hoy. Celebra la felicidad conyugal, que es algo muy poco presente en la poesía; nombra los instantes de felicidad, no solo la oscuridad, el desastre y el dolor. Usa el léxico y la gramática para celebrar lo que vale la pena. En la segunda parte, están también las pérdidas, el duelo y las penas de las personas que tratan de procrear y no lo consiguen.
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Retomando el hilo de María Moliner, Emily Dickinson, que es una de mis poetas predilectas de siempre, es la autora de los versos que dicen ‘a veces escribo una palabra y me quedo mirándola hasta que empieza a brillar’, y esta última frase que alude al fulgor del lenguaje cuando le prestamos atención, pero también al brillo tardío de María Moliner que había alcanzado casi los 70 años cuando la opinión pública supo quién era, me hace pensar también en la extraña pareja que podrían formar María Moliner y Emily Dickinson. Siendo personas tan distintas, tienen en común creo esa inclinación a encerrarse para trabajar introspectiva y lingüísticamente. Emily Dickinson escribió innumerables poemas breves, apretados luminosos, concisos, misteriosos, con cierta renuencia a salir de su casa pero también de la casa del lenguaje, como que su verdadera residencia era la lengua misma y María Moliner al menos, en las casi dos décadas de trabajo en el diccionario, tuvo un vínculo parecido con la reclusión y con la lengua y se puede decir que, al fin y al cabo, nombrar o renombrar el mundo palabra por palabra como hizo Moliner siendo autora de un diccionario completo no está tan lejos de la labor de una poeta como Emily Dickinson.
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Estaba pensando en un libro que, por cierto, es uno de los libros preferidos de Roberto Bolaño, La sinagoga de los iconoclastas de Rodolfo Wilcock, el escritor ítalo-argentino que empezó escribiendo en castellano y viviendo en Argentina y completó su obra en italiano. Por lo tanto, navegaba entre lenguas y para él la escritura también era un ejercicio de traducción. En La sinagoga de los iconoclastas hay concretamente un cuento referido, si no recuerdo mal, a un lexicógrafo fantástico, un personaje que decide escribir un diccionario que no sea un libro que la gente deja por la mitad o lee a trozos, sino que sea un diccionario que enganche y que te puedas leer de principio a fin. Por lo tanto, cada entrada de cada palabra tenía algo de continuidad y desarrollo de una trama. Es una idea imposible, absurda y fascinante que de algún modo nos remite a la tentación de leer la vida de María Moliner a través del diccionario.
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La tercera autora que me gustaría recomendar, más o menos contemporánea de Moliner, un poco más joven, es Carmen Martín Gaite, que es de la generación siguiente en realidad, de María Moliner se cumple ahora el 125 aniversario, creo que de Martín Gaite el centenario. Me consta que María Moliner conoció los libros de Martín Gaite y que tuvo ocasión de leer la primera novela de Martín Gaite y de toda su fascinante producción a caballo entre el ensayo y la narrativa. Estoy pensando en Los usos amorosos de posguerra, el ensayo de Carmen Martín Gaite que me fue extremadamente útil entre las muchas documentaciones que consulté para escribir la novela de María Moliner. Pienso sin embargo en una novela preciosa, un poco más tardía que se llama El cuarto de atrás y que es probablemente el libro más metaliterario, reflexivo y de trasfondo abstracto de los que escribió Carmen Martín Gaite, que tiene algo de suma literaria y de poética de un modo de entender la ficción y la escritura.
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Finalmente estaba pensando en María Zambrano, que coincidió como tantos y tantas intelectuales de la época en la Valencia republicana, cuando la capital se traslada de Madrid a Valencia en la guerra civil. María Zambrano en ese momento era una filósofa brillante y en ciernes que estaba iniciando su bibliografía, que completa mayormente en el exilio. Siempre he visto en las dos Marías, Moliner y Zambrano, un hilo que ya no es solamente generacional y político, sino que tiene que ver con cierta idea poética del lenguaje, por un lado, y de filosofía de andar por casa por el otro. Del mismo modo que María Zambrano tenía una enorme formación en ontología y en filosofía clásica, pero le daba una especie de enunciación más subjetiva, más personal, más poética, ejercía de filósofa y de escritora, de poeta, en el mismo movimiento lingüístico, María Moliner toma una materia áspera y solemne, como puede ser la gramática, la filología, la lingüística, y la modela con un oído oral y una visión más material y más cotidiana del idioma. De algún modo, hay un pasadizo muy bello entre las dos Marías que me gustaría aquí reivindicar y celebrar.