Jeremías Gamboa
Lo que opina Jeremías Gamboa
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Acabo de releer Conversación en la catedral —por eso la puedo recomendar—, son 700 páginas y es un gran retrato peruano. Me parece que esas son las dos grandes novelas más recientes sobre la sociedad peruana: Conversación... y La violencia del tiempo. ¿Qué puedo decir de Conversación...? Creo que es una novela constitutiva y central para la mía. Mi novela, que se basa en conversaciones, obviamente ha respondido a la memoria que tengo de Conversación en La Catedral. Conversación... es una novela que habla de las cosas que han hecho los hombres en el Perú: la corrupción, el poder, el golpe de Estado; los hombres deciden. En ese sentido, mi novela es la respuesta femenina a Conversación en la catedral, porque es lo que hacen las mujeres ante los asuntos del país: las que cuidan, protegen. Me parece que esa es otra recomendación de novela extensa que para mí ha sido importante.
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No puedo dejar pasar 2666 de Roberto Bolaño. Es una novela que para mí fue importante leer mientras escribía la mía. ¿Qué hizo este loco? ¿Cómo pudo meterse en esto? Son cinco novelas en una, cada una tiene su preferida, pero hay algo bien interesante, porque Bolaño lo que hace en esa novela es proponer una metáfora del mundo, es una estrella cancerígena el mundo, cuyo centro está en Ciudad Juárez, que él llama Santa Teresa, donde se cometen los actos más bestiales, que es matar mujeres porque sí. Pero los cinco libros que componen 2666 tienen una luz siempre, eso para mí fue fundamental. Bolaño nunca deja de poner el ojo en la luz, consciente de la oscuridad. Esa es un poco la imagen con la que arranca mi libro.
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Ya que estamos en la oscuridad y las pequeñas luces, voy a recomendar nuestra parte de noche de Mariana Enriquez. Una novela extensa, gótica. Un padre y un hijo que se aman, en la monstruosidad, que son ambos. Hay ritos satánicos, hay desaparecidos. Diría que esa novela ha crecido al amparo de 2666 y otras influencias que tiene Enriquez. Sin duda King, sin duda Sábato, sin duda Donoso. Pero lo que plantea ella es un universo oscuro y, sin embargo, en la gran metáfora de la novela, que es incluso una explicación física sobre la oscuridad, hay siempre puntos de luz. Creo que el amor entre ese padre y ese hijo, que sostiene como una espina dorsal leve de la novela, permite que la novela sea una novela. Las novelas en las que solo hay mal y solo hay bien no me gustan, pero esta novela me parece una novela llena de afecto, llena de afecto, y que se hace cargo de cosas muy oscuras.
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Ya que tengo esta oportunidad y estamos hablando de novelas largas, voy a improvisar cuatro recomendaciones. Una es una novela que no se ha editado en España, pero hay sistemas que te permiten acceder. Es de un personaje increíble peruano que se llama Miguel Gutiérrez, que escribió desde los 40 hasta los 50 años —casi el mismo tiempo que yo— una novela inmensa que se llama La violencia del tiempo. Narra la saga de una familia, los Villar, totalmente tocada por los males del incesto, la depredación y las violaciones. Es un Cien años de soledad gótico, extraordinario. Gutiérrez es un autor que no ha sido publicado fuera del Perú, pero que todos admiramos; tiene la potencia, el caudal, el léxico de Vargas Llosa. Es faulkneriano absolutamente, tolstoiano completamente. Esa novela, publicada en Alfaguara Perú, estoy seguro de que en algún momento dará el salto internacional. Son 1200 páginas escritas durante los años 80 en el Perú, mientras Sendero Luminoso asolaba el país —él además pierde a un hijastro y a su esposa durante el conflicto, y no dejó de escribir—. La violencia del tiempo me parece fundamental.