Jordi Mollà

Las estanterias de Jordi Mollà
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Los libros de Jordi Mollá
Ir a la estanteríaHistoria del ojoGeorges BatailleLa era del vacíoGilles LipovetskyDiario de un genioSalvador DalíCarta al padreFranz KafkaAmor de don Perlimplín con Belisa en su jardínFederico García LorcaTener o serPaco AscónLas once mil vergasGuillaume ApollinaireZen en el arte del tiro con arcoEugen HerrigelEl PrincipitoAntoine de Saint - Exupéry
Lo que opina Jordi Mollà
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Yo leí mucho teatro cuando era joven y, de repente, no leí teatro nunca más, hasta que en la pandemia empecé a comprar cosas que ya había leído. Me compré El rey Lear de Shakespeare y me lo pasé bomba. ¡El poder de ese hombre para escribir, y han pasado cuatro siglos! Y la modernidad y la acción. La capacidad de acción de cualquier cosa que pase en una obra de teatro de Shakespeare. Va todo al mismo tiempo, son como 20 caballos al galope. Este es un libro que me volvió a impactar.
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Un libro que leí de muy muy joven, que mi hermano me prestó, La era del vacío de Gilles Lipovetsky, que es un pensador francés, como Levi. Era un libro que salió en los años 80, yo lo leí con 16 años, y hablaba mucho de lo que era la publicidad, curiosamente, de cómo los iconos y la publicidad y los medios estaban empezando a crear una sensación de vacío. En los años 80, imagínate ahora.
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Un libro con un título impecable, que son meditaciones budistas. Es la desintegración del ser: ser nadie y no ir a ningún lado. Un concepto que, para uno que quiera ser productivo, mejor que no lo abra, porque ese libro precisamente toda la energía la pone en la anti-improductividad, en la esencia del ser.
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Qué bomba nuclear, América. Es un libro que no va para ningún lado, empieza donde empieza y termina donde termina como podría haber empezado en el capítulo cuatro y terminar en el dos. Es el viaje de un niño que le dicen: ‘tú, para América’. Bum, lo lanzan allí y este niño se tiene que organizar, y en ese tener que organizarse pasan mil millones de cosas.
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Un libro muy, muy, chalao. Es como la película de Oliver Stone Asesinos natos, un grito a la violencia más deshumanizada de este príncipe y su amigo. Es La naranja mecánica, un príncipe y su colega que son como si fueran los de La naranja mecánica, pero en el siglo XIX. Al príncipe le cae la tremenda condena de recibir once mil latigazos. Como está explicado al final de ese, cuando llevaba mil latigazos, su cuerpo ya no tenía forma. Espeluznante, imagínate cómo acababa ese cuerpo. A mí se me quedó aquí grabado.