El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha

A principios del siglo XVII, Miguel de Cerbantes se hallaba casi sin oficio ni beneficio, con unos cuantos dientes menos y muchos años más. Prácticamente desahuciado de la literatura oficial, «al cabo de tantos años de dormir en el silencio del olvido» y un poco a la desesperada, ideó la historia, en apariencia sin pretensiones, de un hidalgo cincuentón, solitario y casi fuera del tiempo, al que no le gustaba su estado ni su mundo. Este héroe enloquecido —aunque solo parcialmente— con la lectura sin freno de libros de caballerías, se lanzó a reparar «este mal mundo que tenemos, donde apenas se halla cosa que esté sin mezcla de maldad, embuste y bellaquería». Un mundo que no ha cambiado mucho, aunque los molinos tienen otros brazos, los clérigos variado fanatismo, y los gobernantes idéntica desfachatez y desvergüenza.