El libro de los privilegios de los jurados de Sevilla

En la configuración de la institución municipal en la Corona de Castilla durante el Antiguo Régimen, la figura del jurado destaca por ser prácticamente la única que ostentó una cierta representatividad de la comunidad vecinal. A pesar de su importancia y de su permanencia en el tiempo (fueron suprimidos en el primer tercio del siglo XIX), los jurados siguen siendo poco conocidos en la historia del municipio español. En 1422, Juan II dispuso su implantación en Toledo, y poco después en Murcia, con las mismas funciones que tenía en Sevilla. Por este motivo, ordenó que los jurados sevillanos proporcionaran a los toledanos una copia de todos los documentos acreditativos de sus privilegios y obligaciones. En el Archivo de la Ciudad de Toledo se conserva el resultado de este intento unificador del monarca castellano. Es el llamado Libro de privilegios de los jurados de Sevilla, que agrupa sus documentos más importantes y significativos, muchos de ellos desaparecidos en la actualidad. Se trata de copias certificadas hechas por notarios hispalenses, en pergamino y con bellas iniciales decoradas, que fueron encuadernadas para facilitar su consulta y evitar pérdidas. La edición de esta suma de documentos va precedida de unos estudios sobre su proceso de elaboración, su contenido y sus implicaciones jurídicas y la evolución de los jurados sevillanos como grupo social.