La chica que se tragó un poema

Rosario Goinaichea es una psicóloga vasca, de más de 70 años, que dice tacos, cruza las piernas y repite como un mantra la palabra “chaval”. Vive sola en Barcelona sin más aliciente que el alcohol y una profesión en la que poco a poco ha ido dejando de creer. Un día, descubre por la prensa que una de sus pacientes, la modelo lituana Kristina Sabonis, esposa de un famoso jugador del Barça, ha aparecido ahogada en una cala de Llafranc. Kristina tenía un amante, cuya identidad nunca quiso revelar a Rosario Goinaichea. A la psicóloga le parece una muerte extraña, aunque la prensa la ha calificado de suicidio. El día del entierro de la chica, Rosario se reencuentra, después de 15 años, con su primo Iñaki, un ex policía que abandonó el cuerpo por su hemofobia, y que ahora ejerce de detective privado de poca monta en Barcelona, y vive con un perro depresivo. A Iñaki le ha contratado la abuela del jugador del Barça, la famosa poeta Carmen Olmedo, que tenía una entrañable amistad con Kristina, surgida del amor por la poesía. Tras este reencuentro inesperado en el cementerio, Iñaki y Rosario Goinaichea deciden investigar juntos. La anciana acepta. Parten de una pista, que ha conseguido la abuela: en el estómago de Kristina se ha encontrado una cápsula que contiene un poema, manuscrito por ella. Mientras Iñaki, ayudado por Rosario, investiga el entorno de Kristina –gente relacionada con el mundo de la moda—, la abuela se dedica a buscar en el poema un posible mensaje, que está segura de que va dirigido a ella. Pronto entrará en juego un cuarto personaje: La joven paparazzi Montserrat Oriol, que se une a los primos en la investigación, que ha dado un giro espectacular, a causa de un accidente de tráfico del que fue testigo. Una concatenación de casualidades irá desvelando una peligrosa trama de prostitución, tráfico de droga y corrupción policial y mediática. Un desenlace totalmente inesperado.