Especial 2025, el año en el que el mundo (y los libros) volvieron a hablar de la fe
Las listas de lo mejor del año sirven para varias cosas: descubrir libros, enfadarse con los criterios ajenos o tomar un pulso rápido al estado del mundo cultural. Pero hay otra utilidad para nada desdeñable: detectar en los temas que se tratan tendencias, tanto literarias como generales. Uno de los ejemplos más claros de este año que acaba está en uno de los títulos omnipresentes en los resúmenes anuales, El loco de Dios en el fin del mundo, de Javier Cercas. No descubrimos nada si decimos que la fe, la espiritualidad, o la falta de ellas, han sido uno de los temas de este 2025.
De Cercas a Rosalía, de Aixa de la Cruz a la película Los domingos, la religión, la fe en algo más allá de lo humano, o lo que sucede cuando se deja de lado ha estado en la conversación cultural, lo cual es sinónimo de que es una inquietud que transcurre, de manera soterrada o más visible, en las vidas de muchas personas. No es, sin embargo, algo nuevo: varios autores y autoras ya venían tratando ese vacío que se crea en la vida cuando lo que solía ocupar la religión, con sus valores y también con sus cadenas. Bien si ese espacio lo ocupa simplemente el capitalismo, con su voracidad materialista, bien si esa búsqueda espiritual se traduce en una deriva peligrosa.
Esa búsqueda, o esas preguntas que suscita, también tiene un efecto inesperado, la recuperación de autores y autoras que han tratado el tema de la espiritualidad. La influencia de Rosalía ha llevado a que Simone Weil, que ya vivió un renacer editorial en los últimos tiempos, vuelva a ser una autora leída y buscada. También un regreso a los místicos, desde Santa Teresa a San Juan. En ese contexto, el Nobel Jon Fosse publica Misterio y fe, conversación con el teólogo Eskil Skjeldal en el que el escritor noruego también expresa su descubrimiento de la fe, que le apartó del alcoholismo.
Si bien no todo el mundo abraza un credo en concreto, como Fosse, estos libros y estas recuperaciones cobran sentido en una época en la que nos quedamos sin asideros. Pero también conviene recordar que la idealización del pasado nos lleva a olvidar lo negativo y a ensalzar lo no vivido. La búsqueda espiritual, en cualquiera de sus formas, no tiene porqué estar asociada a abrazar las religiones organizadas, con todas sus fallas. De eso se también se ha escrito, y mucho.