Especial David Uclés y el caso de la literatura contestataria perdida
Ha sido una de las escenas de la semana, y en el universo literario la más llamativa: David Uclés, el autor del último fenómeno de ventas de la novela española con La península de las casa vacías, lanzando un mensaje directo a Isabel Díaz Ayuso. Fue en el marco de los premios Influyentes, en el que estaba presenta la presidente de la Comunidad de Madrid. El escritor jienense, que recibió uno de los galardones, aprovechó el momento para incluir algunos mensajes directos en su discurso. “Necesitamos que nuestros representantes gobiernen para todos, que se tenga en cuenta la libertad, por supuesto, pero también la solidaridad”, dijo Uclés, que también dejó una frase que ya se ha viralizado: “A pesar de haber vendido 300.000 ejemplares, todavía no me puedo comprar una casa en Madrid que no sea un zulo sin ventanas”.
El momento no solo fue llamativo por el contenido de su discurso, sino por el hecho en sí mismo de existir. Pocas veces alguien aprovecha una tribuna como esa para mostrarle a un representante político, aún con buenas maneras, su opinión sobre la manera en la que desempeña sus funciones. Pero aún lo es más en el caso de un escritor. Una de las preguntas que suscita la intervención de Uclés, más allá de la postura política de cada uno, es por qué los escritores y escritoras no se implican más, no expresan más sus opiniones, de manera directa.
En las últimas décadas, hemos visto cómo actores y actrices, músicos o personalidades diversas mostraban sus opiniones sobre política, firmaban manifiestos, apoyaban a determinados políticos, criticaban a otros y no dejaban pasar la oportunidad de aprovechar el lugar público que ocupan para dar su visión. Casi todos han sido criticados, desde un lado y otro, muchas veces se ha dudado del valor de su involucración, o de la validez de su crítica según la posición que ocupen en una supuesta escala social. Pero lo que hemos visto menos veces es a un escritor o escritora usar esa posición como Uclés ayer. Aunque los haya, son los menos.
Esta cualidad contestataria de los autores y autoras tiene, por supuesto, diversas lecturas. Por un lado, podemos pensar que la literatura, salvo unos pocos casos, ha dejado de ser un campo que produce a personalidades que tienen una gran influencia social, mientras que otras artes como el cine son mucho más visibles, llegan a un público más amplio y, por tanto, hacen que sus representantes sean más conscientes del poder de difusión que tienen sus palabras. Otra posible interpretación es que la literatura tiene otros tiempos y otros ámbitos, La crítica por supuesto está presente en multitud de obras, pero es menos concreta y no pone nombres y apellidos. Está más dirigida a un sistema, a una forma de vivir, que a unos políticos que vienen y van.
Sin embargo, y pese a que ambas interpretaciones pueden ser ciertas, cuando se ve una escena como la de David Uclés frente a Ayuso, es inevitable echar algo en falta. Un tiempo, ya casi remoto, en la que los escritores tenían un peso importante en la opinión pública, cuya visión de la vida política era no solo difundida, sino buscada. En tiempos como los actuales, en las que el ruido no deja escuchar voces individuales, puede parecer poco, pero no deja por ello de ser importante.