Libros imprescindibles con personajes que nunca se olvidan
Un repaso a esas creaciones literarias que permanecen en el recuerdo.

¿Puede alguien recordar a un personaje de ficción como si fuese una persona real? Pese a que algunos observarían en ese
sentimiento un síntoma de algún trastorno de personalidad, los
amantes de la literatura seguro que reconocen esa sensación. Hay personajes que, una vez cerrado el libro, nos siguen acompañando, sus frases y opiniones sobre la vida resuenan en nuestra cabeza y sentimos que, de alguna manera, podemos recurrir a ellos. Por esa razón, seleccionamos libros imprescindibles con personajes que nunca se olvidan.
Personajes para el recuerdo
Entre los muchos personajes fascinantes que nos ofrece la literatura, pocos tan entrañables como el Atticus Finch de Matar a un ruiseñor. Defensor de causas justas y padre atento, se nos ocurren pocos nombres mejores para querer conocer. La humanidad que algunos autores son capaces de insuflar en sus creaciones hace que las sintamos muy cerca. Es el caso de Elizabeth Bennet, a quien cuando terminamos Orgullo y prejuicio conocemos como a una amiga. O el apasionado y libertino Jay Gatsby de El gran Gatsby.



En otros casos, es su arrojo y su amor por la aventura lo que los
convierte en fascinantes, como en el Martin Eden de Jack
London. También su visión del mundo y sus opiniones, como en Maqroll el gaviero, creado por Álvaro Mutis, o la Clarissa Dalloway de Virginia Woolf en La señora Dalloway.


Personajes que nos ganan a través del humor
Los personajes con un fino sentido del humor y un punto canallesco son también un tipo de creaciones literarias que a menudo nos conquista. Es casi imposible no leer La suerte de Jim y no sentir simpatía, incluso cuando somos testigos de sus fallas, por su protagonista. De igual forma, uno siente una particular afinidad con el Jeeves de P. G. Woodhouse y su abnegación británica.


En otras ocasiones, es el ingenio y la capacidad de deducción lo que nos hace admirar a una creación literaria y sentir que sus dimensiones van más allá de lo que encierra la página de un libro. El Guillermo de Baskerville de Umberto Eco en El nombre de la rosa es alguien con quien podríamos tener algunas buenas conversaciones, al igual que resultaría fascinante poder departir durante algunos momentos con el Jules Maigret de Georges Simenon.

