Cinco libros para pasar agosto en Madrid, según Jonás Trueba

Se llamaba Dámaso. Fue su “maraviloso profesor en 4º de EGB”. El director de cine Jonás Trueba (
Todas las canciones hablan de mí,
La reconquista) le debe a él “la costumbre de leer”. “Al principio creo que leía para no decepcionarlo”, reconoce. También se acuerda de la lectura “a pachas” con su madre, la productora Cristina Huete, de La historia interminable. Y menciona la “infinidad de libros” que le ha ido recomendando su padre, Fernando Trueba, toda la vida. O de las “lecturas más trascendentales” que le debe a amigos como Daniel Gascón y Félix Romeo. De toda esa colección de lecturas acumuladas, nutre sus filmes. Y también a los personajes dentro de sus historias. “En muchas de nuestras películas se cita algún libro, casi siempre porque hay un personaje que le habla a otro de algo que ha leído”, explica el director, a punto de estrenar (15 de agosto en cines) su quinto largometraje,
La virgen de agosto. “A veces me han acusado de pedante por esto, pero los que lo hacen en realidad se retratan… Para mí en las películas tiene que haber libros porque forman parte de la vida cotidiana y de nuestra realidad”. Cuando más lee, de hecho, es cuando está escribiendo o pensando en su siguiente película. “Los libros me ayudan a profundizar en cosas que me rondan por la cabeza”, dice. La virgen de agosto la ha escrito a cuatro manos, junto a Itsaso Arana, también protagonista del filme. Es la historia de una chica que decide quedarse en Madrid en agosto, con sus fiestas y su calor, como un acto de fe. Una idea que nació en parte a raíz de un intenso tiempo de lecturas, cuenta Jonás. “A partir de varios libros del filósofo Stanley Cavell, que me lleva a Emerson, y de ahí a Nietzsche, Sloterdijk… Con ellos le daba vueltas a una cierta idea o manera de estar en el mundo, que, de alguna forma, luego se traslada al personaje de Eva, que para mí es un personaje
emersoniano”.
Eva pasea por Madrid, se cobija en su casa del Rastro, envuelta en literatura. Lecturas que Jonás Trueba espera acaben en manos de los espectadores. “Para mí una película es un acto de compartir cosas que amamos”, dice. “Lo que más me emociona es cuando algún espectador me confiesa que gracias a alguna de nuestras películas descubrió a Alejandra Pizarnik, Edouard Levé, Natalia Ginzburg o a R.W. Emerson…”. Y, además de los libros de La virgen de agosto (listados todos en los títulos de crédito), Jonás Trueba escoge para LIBROTEA otros cinco títulos para pasar, por ejemplo, en el agosto madrileño.
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Acaba de salir y se trata de una recopilación del pensamiento de Ramón Gaya (uno de nuestros grandes pintores, además de poeta y pensador único, excepcional) a cargo de Rafael Fuster, que lo conoce muy bien y ha buceado en sus escritos, cartas y entrevistas… para ofrecernos un libro sabio, emocionante y hermoso en contenido y forma.
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Recomendaría cualquier libro de Julián Rodríguez, un escritor admirable y siempre contagioso, y que falleció recientemente… Una gran pérdida para la literatura de nuestro país y para el mundo editorial, porque era también un editor excepcional, a cargo de Periférica, y una persona de enorme generosidad. El mundo sería mejor si hubiera más gente como él… En Cultivos nos habla de sus orígenes en Cáceres y del mundo rural, de su particular forma de pensar y seguir entre nosotros.
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Una nueva edición de este libro, aumentada y revisada por Trapiello, es para mí una celebración. Creo que todos los españoles deberían enfrentarse a este libro en algún momento, porque está lleno de revelaciones y pasión por los libros; pero, además, nos cura de sectarismos y maniqueísmos, que, me temo, siguen siendo los males principales de nuestro país a la hora de seguir pensando la Guerra Civil y nuestro día a día…
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Es el último libro de poemas de Gragera, y si trato de explicarlo diría que es un libro casi bíblico siendo siempre pura intimidad, percepción, identidad. Es un libro que va creciendo desde la infancia de los sentidos hasta la pareja y una forma de entender el amor y la vida que vamos conformando con unas pocas certidumbres. Se respira diferente cuando lo terminas, como la mejor poesía.
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