Claudia Piñeiro: libros para mantener la mirada crítica
La autora argentina publica 'La muerte ajena', una exploración de la relación entre poder y sexualidad.
Una mujer con un vestido blanco que cae al vacío. Con esa imagen Claudia Piñeiro comenzó a gestar su última novela, La muerte ajena, un libro que nos habla de la relación del poder con la sexualidad, de cómo se construyen los relatos que nos llegan y, como muchas de las obras de la autora argentina, las distintas formas de violencia que se ejercen contra las mujeres. Hablamos con ella de esta obra, del papel de la literatura ante un mundo cada vez más incierto y nos recomienda libros para mantener la mirada crítica.
Video: entrevista y libros recomendados de Claudia Piñeiro
Explica Claudia Piñeiro que, cuando comienza a escribir una novela, piensa en imágenes, no en termas. “Cuando me siento a escribir, me aparece una imagen, y trato de ver el por qué de esa imagen, hasta que encuentro un hilo para contar una historia”, cuenta. La imagen en este caso era la de esa chica cayendo al vacío. “No sé bien de dónde aparece, pero en esta novela tenía una relación muy directa con un caso policial, una chica cayó al vacío después de una situación también de sexo y drogas. Eso me hizo empezar a reflexionar sobre la relación entre el poder y la sexualidad, que viene de mucho tiempo atrás. En todas las épocas ha habido relación entre el poder y la sexualidad, y el uso de las mujeres en ese vínculo, pero el siglo XXI tiene nuevas formas, y esas nuevas formas tienen mucho que ver con la exposición que se hace de eso”.
Esos cambios tienen que ver para la escritora argentina con la exposición. “Quizás en el siglo anterior un político tenía amantes, salía con prostitutas, pero lo tapaba, trataba de que no se supiera, y si se sabía era casi un escándalo”, reflexiona. “En este siglo parece que hay que mostrarlo. Aparecen señores muy poderosos, políticos, empresarios, con mujeres, parece como que se están pavoneando, y no sabes exactamente a qué se dedica la mujer, pero luce como una mujer que se dedica al trabajo sexual”.
Buscar la empatía
La mujer que cae al vacío en La muerte ajena es Juliana, una escort, cuya medio hermana es Verónica, una periodista de éxito que tratará de averiguar qué sucedió realmente, y cuyo punto de vista es solo uno de los que nos presentará la obra. “El libro se llama La muerte ajena también por esta cuestión de que quizás la muerte de una prostituta la sientes ajena”, apunta Piñeiro. “La muerte de una prostituta, y puedo decir muchas otras muertes, la gente a lo mejor siente que no es algo que le afecta directamente, que no le va a pasar lo mismo a su hija, a su hermana. Yo lo que quería era justamente es acercar eso y decir puede pasar también que en tu familia haya una chica que se esté dedicando al trabajo sexual, y más en estos tiempos, en los cuales muchas chicas que se dedican al trabajo sexual no son de clases sociales muy humildes, sino que son chicas que a lo mejor se pagan los estudios de esa manera, o a lo mejor acceden a bienes que con su familia tenían y que ya no pueden tener si viven solas”.
Esa nueva vertiente del trabajo sexual se acerecentó, según Piñeiro, con la pandemia. “Ahí hubo como un quiebre de la esperanza de lo que te puede dar el futuro, de que si estudias una carrera y te esfuerzas y trabajas te puedes ir a vivir solo, te vas a poder comprar una casa, vas a poder alquilar, o lo que sea”, cuenta. “Hay muchas generaciones que hoy ya no tienen esa ilusión a través del trabajo, y aparecieron otros recursos para tener un dinero rápido que, en los hombres, se decantó para el lado de las criptomonedas o el juego online, y para muchas chicas por trabajos relacionados con el trabajo sexual. A veces trabajo sexual real, y a veces páginas de OnlyFans donde suben ciertas fotos”.
Distintas versiones en una sola novela
Además de una historia sobre alguno de los males de nuestro tiempo, La muerte ajena también es un thriller que se lee con intriga creciente, en especial gracias a las distintas voces narrativas que asume Piñeiro. Los mismos hechos se nos presentan narrados por distintos personajes, haciendo al lector preguntarse a quién o qué debe creer. “Yo había trabajado ya con distintos puntos de vista, pero en esta novela lo que intenté es dar un paso más allá y recurrir a lo que se llama el narrador no confiable”, detalla la autora. “Lo que entra en juego ya no es el punto de vista sino la realidad. Pero, ¿cuál es la realidad? Esa sensación que yo quiero provocar en el lector es como cuando aparece un video y no sabes si ese video es real o si es inteligencia artificial. El otro día escuchaba a alguien que se dedica a la inteligencia artificial que decía que van a volver a ser muy valorados las firmas en las noticias, ir a buscar a un periódico la firma de un periodista que garantice que eso que está diciendo lo sacó de algún lado y tiene algún viso de realidad, porque si no todo lo que circula se puede poner en tela de juicio”.
Para Piñeiro, la literatura sirve no solo para entretener al lector con ese juego, sino también para mirar al mundo que nos rodea con un sentido más crítico. “Tú conoces una parte pequeña del mundo y el hecho de leer otras historias que transcurren en otros lugares, con otros personajes, con otras situaciones, siempre ha permitido que nuestras cabezas tengan mayor información, mayores posibilidades de mirar el mundo. Eso te permite tener empatía con distintas personas, tener un sentido crítico mayor. Eso es algo que al poder no le interesa”, defiende.
En algunas ocasiones, incluso esa literatura sirve para anticiparse a lo que puede depararnos el futuro. “Hoy, El cuento de la criada de Margaret Atwood es algo que lo lees dices ya está aquí”, señala. “No hay mujeres secuestradas para que tengan hijos, pero en todos los países están hablando del tema de la natalidad, de que las mujeres tenemos que tener más hijos, de que el mundo se va a acabar por las mujeres que ahora quieren trabajar y no tener hijos. Una serie de relatos con respecto a la natalidad que tiene mucho que ver con lo que Margaret Atwood imaginó. En el prólogo de ese libro dice que ella lo que vio es ciertas cosas históricas, entre las que nombra la dictadura en la Argentina. Si uno presta atención a los hechos históricos, a los relatos de esos hechos a lo largo de los años, a lo mejor llegaría a las mismas conclusiones. La literatura sirve para eso, para prevenirnos, para enseñarnos mundos que no conocemos, para ayudarnos a pensar”.
Claudia Piñeiro: libros para mantener la mirada crítica
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Ya que estuvimos hablando de libros que anticipan un poco el mundo que ya está aquí, el último libro de Rosa Montero que se llama Animales Difíciles, de la saga de Bruna Husky. La sensación que tuve al leer este es que estaba leyendo el mundo de hoy, en realidad es un mundo de replicantes y de inteligencias artificiales impresionantes que toman información de cerebros vivos para alimentarse y eso que en un tiempo atrás uno podía haber leído como ciencia ficción lo que cuenta es lo que ya está pasando. Me impresionó mucho eso de ese libro, lo contemporáneo que es.
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Estoy leyendo en este momento un libro de Berna González Harbour que se llama Qué fue de los Lighthouse, que es una historia familiar que me parece encantadora de una familia inglesa que empezó en África y vino a Inglaterra y después tuvo derivaciones en España. Me impresiona mucho cómo lo que somos viene de aquello que fueron los anteriores a nosotros, y como algunos escapan de esos mandatos familiares o de esas marcas de familia y otros no pueden.
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Es uno de los libros de ella que más me gusta, aunque me gusta todo lo que escribe. Es un libro que parece que estás leyendo una historia de unos hombres que salen a navegar en el río Paraná y, sin embargo, hay algo sumamente inquietante, y hay una revelación final que me parece magistralmente escrita.
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Es un libro que habla de una mujer que sabe qué pasó con determinadas mujeres que fueron víctimas de feminicidios por comer la tierra donde aparecen los cadáveres. Es como una visión que tiene a partir de comer tierra. Es un libro que lo recomiendo porque me parece que cuenta una historia sumamente interesante y además porque hubo unas pocas personas que quisieron prohibir ese libro en Argentina. Demandaron al ministro de educación de la provincia de Buenos Aires porque estaba dentro de las bibliotecas de algunos colegios por corrupción de menores. Eso demuestra también que vivimos unos tiempos que son casi los de Margaret Atwood