Diez de los mejores libros de relatos jamás escritos

El relato corto es un género a veces menospreciado, en especial en algunas tradiciones literarias. Sin embargo, muchos grandes autores y autoras lo han trabajado, logrando algunas de las grandes cimas de la literatura. Por esa razón, repasamos diez libros de relatos absolutamente imprescindibles.
La literatura anglosajona tiene gran parte de responsabilidad sobre la popularización del relato, con autores que lo desarrollaron a la vez que trataban géneros como la novela o la poesía. Las narraciones extraordinarias de Edgar Allan Poe son un texto fundacional no solo para la literatura de terror, sino para una manera de afrontar el relato. Como también lo son los relatos de Henry James, en especial Una vuelta de tuerca, que han influido no solo en la literatura sino en la manera de contar historias en cualquier formato. Hasta alguien como James Joyce, que elevó la novela a unas cotas de complejidad inalcanzables, cultivó el género, como en su imprescindible Dublineses.



Joyce antes de ser Joyce.
Autores de otras lenguas también han contribuido al desarrollo del relato como un arte mayor. Anton Chéjov desplegó la misma capacidad para reflejar las emociones humanas con sutileza en sus cuentos que en su teatro. Jorge Luis Borges creó un universo completamente nuevo, que a su vez contenían muchos otros, en fascinantes libros como Ficciones. De la misma forma, Julio Cortázar jugó con el género en muchas ocasiones y dejó grandes clásicos, además de obras inclasificables como Historias de cronopios y de famas.
![Cuentos completos [1894-1903]](https://images.librotea.com/uploads/media/2016/11/09/cuentos-completos-1894-1903.jpg)
Las primorosas ediciones que han ido publicando en Páginas de Espuma animan a leer un cuento al día. Un cuento al día de Chejov para mantener al día un delicado y sutil conocimiento del ser humano.

Todo Borges es producto del insomnio en su vertiente más alucinada: el insomnio que genera sueños. En su obra maestra hay varios insomnes, el más memorable de los cuales es Funes, pero también el hombre soñado de Las ruinas circulares y ese insomnio absoluto que es el universo, al que él llama La Biblioteca.

El relato corto ha servido de vehículo para escritores que buscaban en sus obras exponer una sutileza que deja que el lector complete la obra con su imaginación. Los cuentos de Flannery O’Connor son un ejemplo de esa economía de medios, al igual que Acrson McCullers con La balada del café triste. Pero quizás el máximo exponente de esa austeridad la encontramos en Raymond Carver y libros como Catedral. Por último, el relato también ha servido para impulsar géneros como el del misterio y el terror, como demuestran los Cuentos escogidos de Shirley Jackson.


La magia de lo cotidiano, la agudeza de la visión. La mejor prueba de que no hace falta vivir grandes cosas para escribir grandes cuentos.
