Diez de mejores libros de espías jamás escritos
Hay algo en la figura de los espías que nos fascina sin remedio. Aquí los mejores libros sobre espionaje.

Hay algo en la figura del espía que nos fascina sin remedio. Será su aura de misterio, el conocimiento de secretos que pueden alterar el orden mundial, la capacidad para infiltrarse entre las capas de poder de la sociedad o simplemente esa intriga que nos provoca lo que se mueve entre las sombras, pero la novela de espionaje se ha convertido ya en un género en sí mismo al que hoy rendimos tributo con una decena de obras esenciales.
¿Cuándo nacen los espías en la literatura?
Asociamos la figura del espía con ciertos marcos temporales como la II Guerra Mundial o la Guerra fría, pero mucho antes ya existían estos agentes que se infiltran en las líneas del enemigo y que hacen de la información un arma valiosa. Un ejemplo es El agente secreto, de Joseph Conrad, que sitúa su acción en las revueltas anarquistas de finales del siglo XIX. Algo después, a principios del XX, llegó Los 39 escalones, con la que John Buchan nos sitúa en una trama que podría desencadenar un conflicto entre Alemania y Rusia.

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La literatura anglosajona ha sido, sin duda, la que más ha conformado el canon clásico del espía que todos tenemos en mente, más allá de la figura glamourizada de James Bond. Eric Ambler fue uno de los autores que desarrollaron este arquetipo, con títulos como Epitafio para un espía. Y, sin duda, una de las referencias absolutas del género es Graham Greene, con clásicos como El americano tranquilo.

<br>Ambler es un autor bastante desconocido<br>en España, pero describe mejor que nadie el ambiente y los embrollos<br>del mundo del espionaje en los años 30. Algunas de sus novelas son<br>algo estereotipadas, pero mi recomendación es una obra en la que<br>brilla su estilo sobrio y directo. <br><br>

<br>Es uno de los mejores ejemplos de cómo conseguir combinar una trama de acción ágil y elegante con la reflexión y el complicado trasfondo político de la Indochina francesa. <br>
Intereses y conflictos de Estado: espías ocultos en los libros
La novela de espionaje puede servir, además de para hacernos sentir el vértigo de la aventura, para explicarnos cómo funciona un mundo repleto de tensiones e intereses entre estados. Esta lucha geopolítica se encuentra en las obras de John Le Carré, que radiografío la Guerra Fría y los años posteriores en obra como El topo. Tomando también elementos de la realidad, Frederick Forsyth consiguió un thriller inquietante con Chacal.

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Sin estar a la altura de las obras de Le Carré, es una gran novela de espías sobre todo por una curiosa razón: fue el primer gran bestseller de este género que utilizó una vasta y real documentación, suministrada con todo lujo de detalles, para aplicarla a un argumento de ficción. Desde cómo obtener un pasaporte falso hasta fabricar armas caseras, Forsyth, digamos, inauguró a su modo el reality show de las novelas, y desde entonces nadie se atreve a publicar nada sin hacer los deberes.
Hay escritores ajenos a la novela de espionaje que se han servido de sus tramas y sus códigos para desplegar su talento. Es el caso de Norman Mailer en El fantasma de Harlot, o el de Ian McEwan en El inocente, en el que mezcla un relato de iniciación con la involuntaria labor de espionaje de su protagonista. De una manera similar, Los secretos que guardamos toma un hecho real para mostrar la manera en la que personas ajenas al mundo del espionaje se pueden ver inmersas en las tramas internacionales.

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Por último, nos detenemos en uno de los últimos grandes exponentes de la novela de espionaje, Charles Cumming y su serie protagonizada por Thomas Kell en obras tan apasionantes como En un país extraño.

<br>Me lo recomendó alguien porque me gustan mucho las novelas de espías, pero me paso la vida leyendo Ian Fleming, que es mi favorito. Cummings diría que, cuando es bueno, cuando es muy bueno está a esa altura.<br>