El mal siempre acecha en Navidad

Ante la Navidad se puede optar por dos conductas: la del señor Scrooge soltando escupitajos ante cada villancico o la del niño que aún cree que los Reyes no son los padres. Como la segunda está más vista (y todo lo de la ilusión nos parece muy bien) hemos decidido recuperar historias que nos hablan de unas navidades algo diferentes, en las que en esa bola que, como las cajitas que si das la vuelta cae nieve, está el reverso a los sueños, emociones y felicidad. Y no es tampoco por chafarlas.Ya Agatha Christie inauguró la tragedia con Navidades trágicas, novela en la que Poirot tiene que averiguar quién es el asesino de un hombre odiado por la comunidad que aparece muerto en plena cena de Nochebuena. Grandes escritores como Truman Capote y Paul Auster también se han detenido en esta época de fiestas. El primero relató en uno de sus cuentos cómo la maldad habita en unos días donde todo el mundo parece querer estar alejado de ella; y el segundo se cuadró con la historia del estanquero Auggie Wren, una cartera perdida y la huida de cualquier atisbo de sensiblería.Terry Pratchett y Tim Burton pensaron más en esqueletos que en versiones bonachonas de Papá Noel cuando escribieron Papá puerco y Pesadilla antes de Navidad, ya que son estos cadáveres los que entran por la chimenea con gritos fúnebres y no con el famoso jojojo del hombre de rojo.El cineasta José Luis Borau tampoco era un ferviente creyente navideño. Al contrario, su repulsa a los buenos sentimientos facilones (acordarse de alguien cuando no te has acordado en todo el año) la expresó en Navidad, horrible navidad (y no hay mucho más que añadir a ese título).Finalmente, dos autores de bestsellers como John Grisham y Anne Perry recrean visitas navideñas que llevan al lector a pasillos tenebrosos en los que al final no van a aparecer los Reyes Magos sino algo de lo que salir corriendo. El mal siempre acecha. Y no da tregua ni siquiera mientras ponemos el arbolito de Navidad.