Las muertes más lloradas de la historia de la literatura
Finales eternos para personajes eternos.

La muerte no siempre significa el fin, al menos cuando hablamos de literatura. Un fallecimiento puede convertirse en el punto de partida de una narración, una muerte también tiene el don de poder convertir a un personaje de ficción en inmortal. Para celebrar el día de difuntos, en Librotea recopilamos una serie de muertes célebres de la historia de la literatura.
En las tragedias de Shakespeare muere más de un personaje, aunque tal vez ninguna historia sea tan célebre como la de Romeo y Julieta. Dos jóvenes enamorados que luchan contra la oposición familiar, una alianza que los une un trágico final en el que la muerte se impone al amor. Poética es también la muerte de Ahab en Moby Dick, de Melville, atrapado por sus propios arpones en la ballena blanca.

Los personajes femeninos de Shakespeare son los más pobres, en el sentido que casi toda su obra está basada en personajes masculinos, pero también mostraba la situación de la mujer. Creo que su único personaje femenino libre es Julieta, que a mí es la que me apasionó, y lo hice en la escuela de interpretación. Luego con el tiempo hice Ofelia, y luego te das cuenta de que es un personaje que acaba como acaba porque quiere ser y no puede.

Es la novela que está leyendo Manuela con su hijo, y que estoy leyendo yo con mi hija. Hay un capítulo entero en el que se hace una analogía entre un inspector de policía, que está empeñado en resolver un crimen, y el capitán Ahab.
La historia de Beth en Mujercitas, de Louisa May Alcott, ha traumatizado a varias generaciones. Mares de lágrimas se han derramado por un personaje que emociona a cualquier lector. También causaron mucha pena a sus seguidores las muertes de Dobby y Dumbledore en la saga Harry Potter.

Adoro esta historia acerca de cuatro hermanas y sus aventuras hasta convertirse en mujeres. Disfruté mucho escribiendo la versión moderna de esta obra, titulada Chicas de primavera, que se publicará en 2018.

A sangre fría, de Truman Capote, está basado en un crimen real. Una serie de muertes son punto de partida de un libro que inició un nuevo género literario. Impactante es la historia de Narración de Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe. Tras un naufragio los supervivientes se verán obligados a echar a suertes cuál de ellos muere para que el resto pueda comer… y sobrevivir.

Me impresionó mucho el arranque y me emocionó la impecable narración de esa historia terrible y real.

Gracias a este libro pude sentir la vida en el mar, la claustrofobia y la oscuridad de la bodega de un barco, la piratería, el vértigo, la aventura... La desaparición de su protagonista es lo más desconcertante que he sufrido en un libro.
El final de Muerte en Venecia, de Thomas Mann, también logra un lugar destacado en esta estantería. Comparte espacio con el fallecimiento de Bertha Mason en Jane Eyre o la muerte de Nell en La tienda de antigüedades, de Charles Dickens. Y hablando de muertes célebres no puede faltar el Frankenstein, de Mary Shelley.

Todo el mundo ama a alguien desvalido, y este clásico de una pobre huérfana que se levanta y consigue triunfar es un libro que hay que leer a toda costa.

El concepto moderno del HORROR no se comprendería sin esta novela, precursora y adelantada a su tiempo. La humanización del monstruo. La demonización de los adelantos de la ciencia. El peligro de creerse Dios.