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Leonardo Padura sobre la historia reciente de Cuba y sus libros favoritos

El escritor presenta 'Morir en la arena', retrato de toda una generación en su país.

Leonardo Padura (foto: Librotea)
Leonardo Padura (foto: Librotea)
Guillermo Arenas España /

Morir en la arena, la última novela de Leonardo Padura, es una de esas obras que parecen un resumen, o un colofón, en la obra de un escritor. Aparcando momentáneamente a Mario Conde, su personaje fetiche y protagonista de su particular acercamiento a la novela negra, el escritor cubano atraviesa la vida de toda una generación, la suya, que ha llegado a una vejez marcada por la carestía. A través de un crimen real, un parricidio, padura nos muestra las trayectorias de unos personajes que podrían ser sus amigos o vecinos de La Habana, la ciudad en la que nació y que nunca ha querido abandonar. Además de sobre esta novela, hablamos con Padura de sus libros favoritos de siempre.

Video: entrevista y libros recomendados de Leonardo Padura

Leonardo Padura: entrevista y libros recomendados
Lenoardo Padura


Explica Leonardo Padura que, cuando se dispone a escribir una novela, siempre se hace una primera pregunta: ¿Para qué la voy a escribir? “Siempre necesito que ese libro comunique algo, que refleje algo, que tenga una relación con algo que de alguna manera me afecte, como ser humano, pero también como ciudadano”, dice. En el caso de Morir en la arena, se trataba de contar el fin de una generación en Cuba. “Esta generación que llega a la edad de su jubilación y se encuentra, en términos, como se dice oficialmente, en un estado de vulnerabilidad. Lectura recta, más pobres. Son gente que han trabajado 30, 40, 50 años, llegan a los sesenta y tantos y se encuentran con unas pensiones que apenas les permiten vivir”, desgrana.

Morir en la arena

Morir en la arena

Leonardo Padura
Tusquets Editores S.A.


Sin embargo, Padura confiesa que le costó arrancar este libro, hasta que se fijó en un crimen que vivió de cerca. “Tenía más o menos un perfil de los personajes, pero muy vago, aquello no arrancaba, hasta que me di cuenta que no arrancaba porque le faltaba un motor”. Esa chispa fue el parricidio que está en el centro del libro. “Ocurrió en una familia relativamente cercana a la mía. Conozco los protagonistas, la víctima, el asesino, el hermano... Me di cuenta de que este es un tipo de crimen terrible, pero que además tiene una prosapia literaria, porque ya se sabe que ha habido parricidios, y el más clásico de los clásicos es el de Edipo. Entonces, utilicé ese parricidio, y aparecieron tres asuntos que son muy importantes en el libro: el miedo, el perdón y la redención. El miedo lo tenía garantizado, pero con el parricidio me apareció el perdón y la redención. Creo que fue lo que me completó la posibilidad de empezar a escribir la novela”.

El peso del pasado

Morir en la arena arranca cuando Rodolfo, recién jubilado, recibe la noticia de que su hermano Geni, que asesinó al padre de ambos, va a ser liberado porque tiene una enfermedad terminal. “Ese hecho altera toda la vida ya complicada de esta gente, pero con un fenómeno que es muy definitivo, y es que este hombre va a regresar a la casa de donde vivió y que fue la casa donde mató a su padre”, detalla Padura. El pasado que regresa le sirve para hablar de ese perdón y de la redención que comentaba. “Creo que hay actos que no tienen redención, pero los seres humanos siempre tienen una reserva de capacidades para poder encontrar algo, incluso en las situaciones más difíciles”, cuenta el autor. “Ahora, me pasó por la mente La vida es bella, la película sobre el niño que está en el campo de concentración y su padre le crea una realidad paralela. Es decir, que hay esa posibilidad siempre de encontrar algo que nos permita seguir adelantando. Y estos personajes creo que se lo merecen. Se lo merecen después de tantos sacrificios, de tantos esfuerzos, de estar en una situación complicada, tanto por lo económico como por lo familiar”.

Ese pasado no solo está presente con el crimen, sino con otro episodio que marcó a Rodolfo para siempre. “La novela tiene un presente, en 2023, en el que están estos personajes, se va a producir la salida de este hombre de la cárcel y ahí estamos en el plano de las consecuencias. A partir de ahí la novela empieza a buscar las causas por las que se llegó a esas consecuencias. Hay un barrido prácticamente por la historia de 60 años de Cuba, a través de la vida de estos personajes. Van apareciendo distintos episodios que tienen que ver con ellos y que tienen que ver con mi generación, y uno de esos es la participación en la guerra de Angola”, relata Padura. “Esa guerra duró 15, 16 años y participaron 300.000 cubanos. Como todas las guerras produjo muchos desgarramientos que empiezan por el hecho de que hubo cubanos que murieron en la guerra. Yo tuve la mala suerte de ir a esa guerra, pero tuve la suerte de que fui como corresponsal civil, como periodista civil. Pero estaba en ese ambiente de guerra y lo respiré. Yo, que era civil, tenía en mi cama, al lado, un fusil AK con cuatro cargadores. Esa fue una huella que marcó a mucha gente de mi generación. Los muertos son los muertos y fue definitivo. El otro problema es que los vivos, muchos regresaron con otro tipo de heridas que no son visibles, pero que los marcaron. Es el caso del personaje de Rodolfo. Rodolfo participa en una acción que, más que estrés postraumático, lo traumatiza para el resto de su vida. Incluso él adopta una estrategia de supervivencia”.

Vivir y morir en La Habana

Otro de los personajes de Morir en la arena es Raimundo Fumero, un escritor de novelas policiacas que ha tenido que desarrollar toda su carrera dentro de los parámetros que le ha impuesto el gobierno. Imposible no preguntarse si es una proyección de lo que le podría haber sucedido a Padura. “Este escritor me adelanta a mí en unos años que son los años más difíciles”, cuenta. “Esa primera mitad de los años 70 es el momento en que se trata de establecer una especie de realismo socialista en Cuba. Se dictan parámetros y por eso se le llamaban procesos de parametración. Para el ejercicio artístico, para la docencia, había que cumplir esos parámetros. Y fue un momento en el que muchos de los importantes escritores cubanos del momento, te menciono dos muy conocidos, José Lezama Lima y Virgilio Piñera, fueron marginados. Vivieron hasta el final y murieron en ese ostracismo. Y los escritores aprendieron a que tenían que escribir si querían publicar de una determinada manera. Hubo uno que no escribió de esa determinada manera y no volvió a publicar, Reinaldo Arenas”.

En su caso, Padura sí pudo encontrar una vía propia. “Yo tuve la enorme suerte de que mi primera novela policial la envié al concurso que promovía este tipo de literatura y no le dieron el premio. Unas semanas después, los tres jurados se me acercaron y me dijeron: ‘Tu novela iba a ser el premio. El día antes de firmar el acta, vinieron a vernos y nos dijeron que esa novela no podía ser premiada”. Es la novela que se llama Pasado perfecto, la primera en la que aparece el personaje de Mario Conde, que era la antítesis de ese personaje del policía, de ese tipo de novelas”, recuerda. “Y tuve la suerte de que muy pronto, en el año 95, ganó el premio Café Gijón, en el 96 empiezo mi vinculación con Tusquets y eso ha sido providencial, no sólo para el desarrollo de mi carrera, sino para el hecho mismo de cómo yo he podido escribir. Está en el interior de mi trabajo, porque el hecho de no tener que atravesar ningún filtro institucional cubano, pues ha sido un espacio de independencia, de libertad creativa, que he ido cultivando”.

De esa forma, Padura ha podido escribir con libertad, incluso si nunca ha querido abandonar La Habana. “Hay un chiste que nos hacemos entre dos o tres amigos que vivimos en Cuba. Decimos: ‘El último que se vaya que apague la luz del faro del morro’, porque ya no quedará nadie. Yo tengo un fuerte sentido de pertenencia a esa realidad. En mi libro anterior, Ir a la Habana, hablo de mi relación con la ciudad, mi relación histórica, cultural, incluso lingüística con la ciudad, porque el lenguaje habanero es el lenguaje que yo hablo y el que hablan mis personajes. Afortunadamente, mi trabajo se realiza sobre todo fuera de Cuba. Eso me permite tener una economía diferente a la que tiene la mayoría de los cubanos. Me salva de muchas carencias, no de todas. Hay veces que para conseguir gasolina tengo que hablar con un amigo que me la consiga. La realidad en Cuba es tan fuerte que no te toca la puerta: abre y entra. Y la tienes dentro, estás conviviendo con ella. Pero vivimos ahí, trabajamos ahí y tengo ese sentido de pertenencia. Y tal vez, no la responsabilidad, porque no soy responsable de nada, no represento a nada ni soy líder de nada, pero sí la necesidad, el deseo de seguir intentando hacer una crónica de lo que ha sido la vida cubana en estos años”, concluye.

Libros recomendados de Leonardo Padura

  • Desayuno en Tiffany's

    Desayuno en Tiffany's

    Truman Capote

    Editorial Anagrama

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    Cuando yo intenté escribir una primera novela en el año 83, 84, que se llama Fiebre de caballo, hubo un libro que fue el que me indujo a escribir esa novela y es Desayuno en Tiffany's de Truman Capote, que cuenta una historia de amor en Nueva York preciosa y ese fue un libro que me deslumbró.

  • El conde de Montecristo

    El conde de Montecristo

    Alexandre Dumas

    DEBOLSILLO

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    Hay un libro que tuvo mucho que ver con mi interés por la lectura y que creo que fue el primero que me descubrió el poder de la literatura, la capacidad de manipulación de la literatura, que fue El conde de Montecristo de Dumas. Ya los muchachos jóvenes creo que no lo leen mucho, pero vale la pena siempre recordar a Alejandro Dumas, que fue un clásico de la iniciación literaria de mi generación.

  • Conversación en la catedral

    Conversación en la catedral

    Mario Vargas Llosa

    ALFAGUARA

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    Hay un libro que siempre leo cuando voy a comenzar a escribir una novela, que es Conversación en la Catedral de Mario Vargas Llosa, porque es un libro que me inspira, es un libro que me reta, me da una idea de lo complicado que es escribir, de lo difícil que es escribir y de crear una estructura, y creo que es una novela que me alienta mucho a escribir.

  • El siglo de las luces

    El siglo de las luces

    Alejo Carpentier

    Austral

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    Entre los autores latinoamericanos que forman parte de mi formación, creo que uno de los que más me ha influido es El siglo de las luces de Alejo Carpentier. Es un libro que habla sobre los destinos de la revolución y sobre la libertad. Maravillosamente escrito, como toda la obra de Alejo Carpentier, y refiriéndose a la revolución francesa, hace un retrato del destino de las revoluciones, el destino de las utopías, y ha sido un libro para mí muy importante.


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  1. novela