Libros apasionantes sobre la vida y la muerte, por Bárbara Blasco

Ironías del destino, las circunstancias han querido que Dicen los síntomas, el libro con el que Bárbara Blasco se ha alzado con el último premio Tusquets de novela y que trata en buena parte sobre la enfermedad y la manera en la que enfrentamos la muerte, llegue en un momento en el que tenemos ambos temas demasiado presentes. Escrita antes de la pandemia, en Dicen los síntomas seguimos la evolución de Virginia, una joven que visita a un padre con el que le unen más recelos que apegos en sus últimos días en un hospital, mientras que la precariedad de su presente no le impide proyectar un futuro en el que la maternidad está en primer plano.

“No lo escribí para hacer ningún tipo de denuncia, pero sí para resaltar esa cosa tan absurda que hacemos, y que llevamos haciendo muchísimo tiempo en nuestra sociedad, de vivir de espaldas a la muerte y la enfermedad”, explica Blasco a Librotea. “Cuando alguien está enfermo se impone una especie de silencio, hay un tabú alrededor de la enfermedad. Evidentemente la enfermedad es una putada, pero tal vez obviamos algunas cosas positivas. Nos volvemos un poco más niños con la enfermedad, más sinceros. Decía Virginia Woolf que los enfermos son los que mejor saben mirar al cielo”.
El de Virginia es un personaje que vive la enfermedad de su padre y la idea de la muerte de una manera diametralmente opuesta. Busca un sentido en los síntomas, mientras que se plantea lo que tiene de azaroso el hecho de que nuestro cuerpo deje de funcionar de manera correcta. “Es una idea que sigo teniendo, me es muy difícil pensar que las cosas que suceden en el mundo son arbitrarias. A la vez, en el otro extremo, que haya una respuesta única y definida me resulta difícil de concebir”, cuenta Blasco. “A la protagonista le pasa como a mí, que por una parte no puede dejar de buscar significados en esos síntomas y, por otra, desconfía de esas metáforas sociales construidas alrededor de la enfermedad. Es como lo que decía Susan Sontag sobre el cáncer, que se asociaba a la culpa, a no haber hecho bien algo, no haber sido lo suficientemente feliz... Entre esas dos visiones se mueve la protagonista. Al final la idea es que todos construimos, le damos un sentido a la realidad, pero es preferible darle un sentido propio, no una metáfora impuesta”.
Virginia también es, de alguna forma, el retrato social de alguien que se rebela contra las imposiciones de su entorno, ya sean familiares, laborales o relativas a las relaciones sentimentales consideradas normales. “Me interesaba de alguna manera triangular la novela en esos puntos, en la familia, el trabajo, el amor... A Virginia le falla todo, se rebela porque quiere algo más en la vida. Ella siente que no tiene que ver con la familia que le ha tocado y, de alguna manera, le echa la culpa de casi todo lo que le sucede a esa falta de aceptación dentro de su familia. Con el hecho de querer quedarse embarazada sin tener pareja y con una situación laboral bastante precaria también quería profundizar en la relación con los genes, en hasta qué punto son importantes y hasta qué punto nos marcan. Quería cuestionar esos vínculos, cómo se generan, si los genes tienen ese poder, porque ella está poco atada a su familia pero, al final, esos genes también tiran de ella”.
Como muchos otros escritores y escritoras, Blasco confiesa que las primera semanas de confinamiento no fue capaz de escribir. “En esos momentos, cuando la realidad es tan intensa, parece que escribir ficción no tiene sentido, pero luego esa sensación desaparece. Creo que lo más duro de lo que estamos viviendo es darnos cuenta de la necesidad de estar acompañados cuando estamos mal. Es terrible pasar una enfermedad o morirse estando solo, es una idea aterradora. Entiendo que es necesario para la prevención, pero me parece de una crueldad extrema. El otro día leí una noticia sobre unas amigas que alquilaron una grúa para subir a ver a otra amiga que tenía cáncer y saludarla por la ventana. Me pareció bonito y terrible a la vez”.
Admiradora de la escritura visceral, Blasco ahora se encuentra trabajando en su siguiente novela, después de recibir el espaldarazo de un premio como el Tusquets. “Al final la disciplina es lo que se impone en un escritor. Hace años escribía menos, ahora si no lo hago a diario no me siento bien. La inspiración existe, pero solo viene un ratito, los libros se hacen a base de trabajar muchas horas, y corregir y corregir”.
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