Libros sobre el pasado para entender el presente, recomendados por Brenda Lozano
La autora mexicana recrea el México de los 40 y 50 en 'Soñar como sueñan los árboles'.

Una niña de una familia pudiente de México DF en la década de los 40 desaparece. Casi al mismo tiempo, un matrimonio de clase media adopta a una niña. Con las historias de esas dos familias, Brenda Lozano traza su última novela, Soñar como sueñan los árboles. Y con ella, rastrea algunos de los problemas de nuestra sociedad actual, desde la violencia machista a los prejuicios de clase. Con ella hablamos de la construcción de una novela muy actual, pese a su localización, y nos recomienda libros sobre el pasado para entender el presente.
Video: entrevista y libros recomendados de Brenda Lozano

Soñar como sueñan los árboles reúne muchas primeras cosas para Brenda Lozano. Para comenzar, su época, los años 40 y 50 en México DF. “Es la época de mis abuelos, y por eso me interesaba muchísimo investigar cómo había sido la Ciudad de México en esa época”, explica. “Esa era la razón emocional, una manera de acercarme a un mundo que no conocí. Por otro lado, en esta historia hay muchos problemas que hoy existen, y me interesaba mucho saber de dónde vienen. Por supuesto, las violencias de género o las violencias obstétricas, que son algunos de los temas que me interesaba explorar también. Por ejemplo, el sufragio femenino en México se ganó en la década de los 50, y estamos en un año en el que por primera vez va a haber una presidenta. Hay muchas otras situaciones que aún hoy están intactas. Muchos de los problemas o estereotipos de género, por ejemplo. Se sigue diciendo madre soltera, por ejemplo. Me interesaba mucho explorar de dónde vienen. No solo de dónde vengo yo, como nieta, sino también como nieta de esta ciudad”.
Entender el pasado
En ese contexto, Lozano entremezcla las historias de dos familias, pero también de dos polos de la sociedad de la época que aún perviven hoy. “Es la historia de un secuestro de una niña pequeña de dos años, justo cuando no ha desarrollado del todo el lenguaje, y sigue a dos familias”, apunta. “Por un lado la familia de la niña secuestrada, y toda la angustia y la ansiedad que viven. En esta familia resulta además que hay una abuela muy poderosa. También me interesaba la complejidad y los claroscuros que existen en los personajes. En ese sentido, Ana María, la abuela de la niña robada, es una de las primeras mujeres que se desarrolla laboralmente. Hoy en día nos suena muy común que las mujeres destaquen en muchísimas profesiones, pero en aquel entonces, el hecho de que una mujer destacara era raro, y además divorciada, que en esa época estaba muy mal visto. Me interesaba mucho un personaje así, que fuera una mujer que no solo se hubiera podido sostener con lo muy poco que sabía, sino que además lo hubiera llevado a un nuevo nivel. Pero, en una situación extrema como en la que su nieta acaba de ser secuestrada, ¿qué sombras arroja eso? Por supuesto, muchos abusos de poder, de influencias”.

Por otro lado, continúa, “está esta otra familia que no goza de los mismos privilegios, y tienen el deseo de ser padres. Acaban de adoptar una niña y ahí arrancan las dos historias. Me interesaba seguir en paralelo estas dos historias, para ver contrastes también de clase, que es algo muy cuestionable también en mi país. El tema del racismo, del clasismo, de cómo funciona la justicia. Y en ese sentido, todos los personajes están en esta situación muy extrema que me interesaba explorar. Cómo estas mujeres, todas ellas, tanto la que acaba de adoptar como la que acaba de perder a su hija, como la abuela muy influyente, funcionan dentro de una situación muy extrema. Cómo se van entretejiendo y tensando la clase, el patriarcado y, por supuesto, las violencias de género”.
Reconstruir el pasado
Para la escritura de Soñar como sueñan los árboles, Lozano se imbuyó del México de la época. “También es importante hablar de las reconstrucciones de cómo era la sociedad entonces. Cómo era la sociedad más pudiente, la menos pudiente. Sus hábitos, sus costumbres, su manera de hablar. Por ejemplo, el cine en esa época llegó a lo que se conoce como el cine de oro en México. Había grandes muralistas, el arte tenía un lugar muy importante en esa época. A veces una investigación puede ser muy árida. Para reconstruir el Lecumberri, que es uno de los penales más importantes que ha habido en México, y también de los más violentos, me metí en un archivo que contaba el tipo de esmaltado que tenían los baños, las camas, cuántos metros medían los cuartos… Actualmente, es el Archivo de la Nación”.
También es la primera vez que Lozano abandona la primera persona, que exploró en novelas como su celebrada Brujas, en favor de una narración diferente. “El tema de la tercera persona era una de mis preocupaciones principales”, confiesa. “De hecho, la historia nació un poco en torno a ese cuestionamiento, de preguntarse cómo nos llegan las historias, cómo las contamos, cómo nos puede llegar unos ángulos dependiendo de quién lo cuenta. Durante la pandemia intenté una novela que no resultó porque tenía muchísimas inquietudes, muchísimas preguntas. En esa novela me cuestionaba mucho el uso de la tercera persona. Como eso que se llama voz omnisciente, que es, por supuesto, muy abstracta. No hay voz que no de un cuerpo. Por ejemplo, las violencias con las que cruzan esos cuerpos resultan en narraciones o en historias bien diferentes. Entonces, quería explorar la idea de la tercera persona como una voz salida del cuerpo de una mujer. Hay un montón de decisiones que están enfocadas desde ese punto de vista. ¿Qué diferencia hay cuando esa voz viene desde el cuerpo de una mujer, y no esta cosa abstracta, pura, neutra y muy endiosada de cómo se cuentan las historias?”, concluye.
Libros sobre el pasado para entender el presente
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Me gusta mucho leer filosofía, y también hay veces que una idea te puede destapar una historia. Las confesiones de San Agustín, que lo recomiendo muchísimo, es el primer texto en primera persona. Es del siglo IV, y es como una de esas piezas que a veces en un museo puedes decir ¡guau! Aquí entiendes un montón de cosas. El primer texto además está dirigido a Dios, que bueno, no es cualquier interlocutor, ¿verdad? Y es la primera autobiografía en primera persona, y eso es interesantísimo.
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La década de los 50 en México fue maravillosa. En términos de literatura, todos los titanes, Carlos Fuentes publicó muy joven su primera novela, Octavio Paz publicó un poema muy emblemático, Juan Rulfo, nada más y nada menos, publicó Pedro Páramo. Una década importantísima. Había una escritora menos conocida, que a mí me encanta, que se llama Josefina Vicens, que acabo de ver que salió El libro vacío en España. Ese es un libro que definitivamente me encantaría recomendar. Creo que es muy hermoso y mientras que estos otros grandes libros miraban hacia lo mexicano y la idea de lo mexicano, tanto La región más transparente como Piedra del Sol de Octavio Paz, o Pedro Páramo, esta mujer, Josefina Vicens, exploraba quizás una cosa más kafkiana, del ser en una oficina. De alguien que quiere escribir una novela, que no lo hace, pero al no hacerlo, al ir narrándose, va escribiendo su novela. Es un libro muy hermoso.
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Nuestra parte de noche a mí me encantó, y bueno, seguro que no necesita mucha presentación. Te lleva a lugares escabrosos, que ni sabías que tenías la capacidad de imaginar. A mí me encanta como escritora. Y aquí me gustaría decir casi que tengo muchas ganas de leer el nuevo que acaba de sacar Mónica Ojeda, por ejemplo, que es de Ecuador. María Fernanda Ampuero, que también es de Ecuador. Gloria Susana Esquivel, de Colombia, también acaba de sacar una novela que tengo muchas ganas de leer. Entonces, te diría casi que cualquier novela o cualquier libro que haya sacado una escritora latinoamericana, a mí me interesa muchísimo ver qué se está haciendo, y a varias de ellas les sigo la pista.
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Cualquiera de Clarice Lispector, que es una escritora que me encanta también.