Libros sobre el lenguaje y la vida, recomendados por Andrés Neuman
La vida de María Moliner está en el foco de 'Hasta que empieza a brillar', la nueva novela del autor.

María Moliner es para varias generaciones de hispanohablantes la autora de un diccionario que ha rivalizado, cuando no superado, al de la RAE como fuente de referencia para determinar el significado exacto, con todos sus matices, de las palabras de nuestro idioma. Para Andrés Neuman, filólogo antes que escritor, también fue alguien a quien admirar y, sobre todo, un enigma. ¿Qué lleva a una sola persona a crear un diccionario de más de 80.000 palabras, y en especial a una mujer en un tiempo en el que los hombres no dejaban rendijas a esas mujeres? Ese es el germen de Hasta que empieza a brillar, una novela sobre la vida de María Moliner, antes y después de su obra magna, y una obra que celebra una relación con el lenguaje emotiva, emocional e íntima. Hablamos sobre esta obra y nos recomienda grandes libros sobre el lenguaje y la vida.
Video: entrevista y libros recomendados de Andrés Neuman

Explica Andrés Neuman que solo la labor de crear un diccionario en solitario ya es algo mayúsculo. “La labor de María Moliner con su diccionario es titánica y quijotesca. Literalmente quijotesca porque buena parte del diccionario se escribió en un apartamento de la calle Don Quijote en Madrid y es difícil imaginar las dosis de esfuerzo, concentración y voluntad que se requieren para estar durante 16 años escribiendo un diccionario de 80.000 palabras”, explica. “Si a eso le añadimos que es un diccionario de autora, que se adentra en un territorio de la lexicografía tan tradicionalmente dominado como tantos otros campos por los hombres, y que se trata de un diccionario que despliega una sutil e incansable esgrima con el diccionario académico, es un diccionario prodigioso”. Con Hasta que empieza a brillar, Neuman se preguntó quién era la persona detrás de la obra. “El Moliner ha devorado a Moliner y el resto de su vida permanece, excepto a quienes la hayan estudiado, bastante desconocida. Sabemos poco de María Moliner más allá de su espléndido e inolvidable diccionario y, para mí, lo fascinante fue preguntarme qué había sucedido en la vida de María Moliner durante nada menos que 50 años, hasta el momento de sentarse a escribirlo, para tener la ocurrencia titánica y genial de escribir un diccionario entero ella sola”.

Así, Hasta que empieza a brillar es un libro que, según su autor, “se propone narrar cómo y por qué a los 50 años, en plena dictadura franquista, con todos los obstáculos políticos materiales y de género que implicaba, María Moliner decide intentar lo imposible, escribir un diccionario entero ella sola y lo consigue con tanta brillantez”. Neuman se cruza con la figura de Moliner, como tantos otros, a través de su diccionario. “Mi primer contacto deslumbrado con María Moliner se remonta a mis años de estudiante de filología y de lingüística”, recuerda. “Luego está la cualidad digamos literaria del diccionario de María Moliner, que ha sido siempre un diccionario de gente que escribe. Como bien dijo en su momento García Márquez en la necrológica que le dedicó, es un diccionario especialmente apto para escribir literatura por el modo en que se aproximan las palabras, por el modo en que las asocia y las define. Hay algo ahí de precisión y de temblor que lo acerca a la literatura”.
Una vida ligada a la cultura
Cuando Neuman indaga en la vida de Moliner, muchos hallazgos le esperaban. “vemos que mucho más allá y mucho antes del diccionario María Moliner tuvo una vida absolutamente fascinante, empezando por su historia familiar”, cuenta. “Su madre, Doña Matilde, fue estadísticamente hablando una de las pocas mujeres de su generación que leía y escribía, lo cual era infrecuente en general en el país y más aún entre las mujeres. En su infancia, entra en contacto con la Institución Libre de Enseñanza y con la mejor tradición política e intelectual de la educación laica en España con todo ese maravilloso proyecto de Giner de los Ríos, de Cosío, de toda esa generación de pedagogos que modernizaron la educación en España con un compromiso político e intelectual del más alto nivel”.
Sin embargo, un hecho de su infancia resulta fundamental en su vida. “El padre de María y de sus hermanos los abandona y se queda en Buenos Aires, en cuyo puerto solía quedarse temporalmente como médico de a bordo. No regresa jamás y tiene una segunda vida y una familia paralela, y deja repentinamente huérfana a la familia de María”, cuenta Neuman. “Así que Moliner debe enfrentarse no solamente a una orfandad abrupta e inesperada, otra forma de la muerte mucho más fantasmagórica, sino que además tiene que ponerse a trabajar a una edad muy temprana para contribuir con la economía familiar. Ahí se marca una de las constantes en la vida no solamente de María Moliner, sino de tantos millones de familias, que es trabajar desde la precariedad Esto es una constante en la vida de María Moliner, qué hacer con el lenguaje en condiciones de precariedad material y esto lo llevó a cabo como estudiante”.
Aun así, los logros de María se suceden. “Se matriculó por libre para examinarse porque no siempre tenía dinero para pagarse la matrícula. Lo logró siendo capaz de estudiar oposiciones y ser una de las primeras generaciones de funcionarias de carrera en el país. Fue la primera profesora de la historia de la Universidad de Murcia, donde vivió unos años y donde conoció al que sería su pareja y el padre de sus hijos”, relata Neuman. “Sus años más valiosos, junto con los de creación del diccionario, son en los que María participa decisivamente en la construcción de las bibliotecas rurales de la España Republicana, y muy especialmente en la Comunidad Valenciana. Son muchísimas las bibliotecas rurales que se fundan durante los años en que María era una responsable de las instituciones. No solamente contribuyó a su fundación, sino que fue inspectora de bibliotecas y esta es una de las peripecias que más placer me dio narrar y también fabular, a caballo entre la investigación y la ficción, que es como María Moliner se pateó las bibliotecas rurales de toda Valencia hasta el último y más pequeño pueblo”.
El diccionario y la Academia
En Hasta que empieza a brillar, se relata también la complicada relación de María Moliner con la Real Academia española, de la que nunca entró a formar parte no solo pese a merecerlo, sino a ser candidata varias veces. “La relación entre María Moliner y la Real Academia Española es muy intensa, llena de contradicciones”, señala el autor. “Es una aventura en sí misma, en algún lugar entre la comedia y la tragedia. María Moliner se pasa 16 años de su vida ejerciendo una sutil y a veces irónica esgrima con el diccionario de la Real Academia Española. Cuando se leen en paralelo, cotejando la edición original del Moliner y la edición decimoctava del año 56 del diccionario académico, se ve hasta qué punto la primera lectora atenta y crítica del diccionario fue María Moliner. Así que hay dos maneras para empezar a interpretar el rechazo de la Real Academia cuando María consigue ser nominada como candidata, lo cual ya era insólito porque, por supuesto, durante los más de dos siglos y medio de existencia de la institución no había entrado nunca ninguna mujer”.
¿Cuál podría ser el motivo para el que alguien que ha creado en soledad un diccionario querido y admirado no entre a formar parte de la RAE? Hay varias hipótesis. “Se podría interpretar que la Academia, sin duda por algunos de sus miembros, subestimó la labor de María Moliner, por ser considerada quizás una intrusa primero, y principalmente en tanto mujer. María Moliner no pudo estudiar Lengua y Literatura porque en la Universidad, cuando ella se matriculó insólitamente no se ofertaba esa carrera y tuvo que elegir Historia. Tenía una muy sólida formación intelectual lingüística, hablaba varios idiomas había sido alumna brillante con los mejores expedientes, pero no tenía una formación específicamente académica relacionada con la Filología”, explica. “Algunos académicos podían, me imagino, considerarla una intrusa en su doble condición de mujer y no lingüista de carrera. Ahora bien, la otra manera de interpretarlo es más irónica, y yo creo que no menos cierta: que otra parte de la Academia leyó con tanta atención el diccionario de María Moliner y lo comprendió tan bien que percibió el desafío, lo interpretaron como lo que en parte es, una enmienda a buena parte del diccionario de la RAE”.
Libros sobre el lenguaje y la vida, recomendados por Andrés Neuman
-
Retomando el hilo de María Moliner, Emily Dickinson, que es una de mis poetas predilectas de siempre, es la autora de los versos que dicen ‘a veces escribo una palabra y me quedo mirándola hasta que empieza a brillar’, y esta última frase que alude al fulgor del lenguaje cuando le prestamos atención, pero también al brillo tardío de María Moliner que había alcanzado casi los 70 años cuando la opinión pública supo quién era, me hace pensar también en la extraña pareja que podrían formar María Moliner y Emily Dickinson. Siendo personas tan distintas, tienen en común creo esa inclinación a encerrarse para trabajar introspectiva y lingüísticamente. Emily Dickinson escribió innumerables poemas breves, apretados luminosos, concisos, misteriosos, con cierta renuencia a salir de su casa pero también de la casa del lenguaje, como que su verdadera residencia era la lengua misma y María Moliner al menos, en las casi dos décadas de trabajo en el diccionario, tuvo un vínculo parecido con la reclusión y con la lengua y se puede decir que, al fin y al cabo, nombrar o renombrar el mundo palabra por palabra como hizo Moliner siendo autora de un diccionario completo no está tan lejos de la labor de una poeta como Emily Dickinson.
-
Estaba pensando en un libro que, por cierto, es uno de los libros preferidos de Roberto Bolaño, La sinagoga de los iconoclastas de Rodolfo Wilcock, el escritor ítalo-argentino que empezó escribiendo en castellano y viviendo en Argentina y completó su obra en italiano. Por lo tanto, navegaba entre lenguas y para él la escritura también era un ejercicio de traducción. En La sinagoga de los iconoclastas hay concretamente un cuento referido, si no recuerdo mal, a un lexicógrafo fantástico, un personaje que decide escribir un diccionario que no sea un libro que la gente deja por la mitad o lee a trozos, sino que sea un diccionario que enganche y que te puedas leer de principio a fin. Por lo tanto, cada entrada de cada palabra tenía algo de continuidad y desarrollo de una trama. Es una idea imposible, absurda y fascinante que de algún modo nos remite a la tentación de leer la vida de María Moliner a través del diccionario.
-
La tercera autora que me gustaría recomendar, más o menos contemporánea de Moliner, un poco más joven, es Carmen Martín Gaite, que es de la generación siguiente en realidad, de María Moliner se cumple ahora el 125 aniversario, creo que de Martín Gaite el centenario. Me consta que María Moliner conoció los libros de Martín Gaite y que tuvo ocasión de leer la primera novela de Martín Gaite y de toda su fascinante producción a caballo entre el ensayo y la narrativa. Estoy pensando en Los usos amorosos de posguerra, el ensayo de Carmen Martín Gaite que me fue extremadamente útil entre las muchas documentaciones que consulté para escribir la novela de María Moliner. Pienso sin embargo en una novela preciosa, un poco más tardía que se llama El cuarto de atrás y que es probablemente el libro más metaliterario, reflexivo y de trasfondo abstracto de los que escribió Carmen Martín Gaite, que tiene algo de suma literaria y de poética de un modo de entender la ficción y la escritura.
-
Finalmente estaba pensando en María Zambrano, que coincidió como tantos y tantas intelectuales de la época en la Valencia republicana, cuando la capital se traslada de Madrid a Valencia en la guerra civil. María Zambrano en ese momento era una filósofa brillante y en ciernes que estaba iniciando su bibliografía, que completa mayormente en el exilio. Siempre he visto en las dos Marías, Moliner y Zambrano, un hilo que ya no es solamente generacional y político, sino que tiene que ver con cierta idea poética del lenguaje, por un lado, y de filosofía de andar por casa por el otro. Del mismo modo que María Zambrano tenía una enorme formación en ontología y en filosofía clásica, pero le daba una especie de enunciación más subjetiva, más personal, más poética, ejercía de filósofa y de escritora, de poeta, en el mismo movimiento lingüístico, María Moliner toma una materia áspera y solemne, como puede ser la gramática, la filología, la lingüística, y la modela con un oído oral y una visión más material y más cotidiana del idioma. De algún modo, hay un pasadizo muy bello entre las dos Marías que me gustaría aquí reivindicar y celebrar.