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Libros monstruosamente buenos, recomendados por Sergio del Molino

Libros monstruosamente buenos, recomendados por Sergio del Molino
Libros monstruosamente buenos, recomendados por Sergio del Molino
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La piel, el último libro de Sergio del Molino, está repleto de monstruos. Pero no hablamos de aquellas criaturas mitológicas, amenazadoras, que poblaban los cuentos y las fábulas, sino seres de carne y hueso: escritores, como John Updike o Vladimir Nabokov, guerrilleros como el Che Guevara, dictadores como Josef Stalin... y, también, el propio Del Molino. La psoriasis, esa enfermedad cutánea que produce lesiones escamosas, es lo que los une y lo que les hace a todos, al menos a ojos de los otros, diferentes. Esa es su cualidad de monstruos.

El destino ha querido que La piel vea la luz con retraso y todavía en estado de alarma, aunque con las librerías ya abiertas. “Ahora te quedas con lo peor de la promoción, que es el agotamiento, y luego no tienes la recompensa, que es que te invitan a beber”, bromea desde su casa Sergio del Molino. “Antes te daba la sensación de que vivías en un mundo glamuroso, te llevaban a hoteles... pero ahora eso se ha diluido. El pobre Fitzgerald no tendría hueco en el mundo de hoy, se acabaron los dandis”. Como casi todos los suyos, La piel es una obra que el autor llevaba dentro durante mucho tiempo, antes incluso de saber que ahí había un libro. “Me doy cuenta cuando la curiosidad inicial que tenía por leer historias de personajes con psoriasis se ha convertido en una obsesión compulsiva, de coleccionista, y que, sin quererlo, ha acumulado material para hacer una tesis doctoral”, resume del Molino. “En ese momento te dices que igual eso va un poco más allá de una mera afición y debería hacer algo con ello, porque además esas lecturas me han llevado a una serie de reflexiones. Es un poco lo que me pasó con La España vacía y muchos de mis libros, que no me pongo a investigar de cero.. empiezan por curiosidades de lector que van creciendo y creciendo hasta que se convierten en monstruosidades como esta. Y también es una manera de justificar el gasto en libros que he hecho”.

La piel

La piel

Curzio Malaparte

Galaxia Gutenberg, S.L.

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Sergio del Molino asume en las páginas su condición de monstruo a ojos de los otros, en uno de los distintos hilos sobre el que se teje esta obra que, como es habitual en él, está a medio camino entre el ensayo, narrativa y experiencia personal. “La monstruosidad nos atrae, y yo quería insertarme a mi mismo dentro de una tradición de monstruos para constatar un cambio cultural que, en realidad, es un cambio tirando a hipócrita”, explica. ·Los monstruos tenían una función antropológica muy clara en las sociedades anteriores a la revolución industrial: evitar que los niños se metieran en el bosque y se los comiera un lobo. Hemos ido jugando con esa idea de prevención ante los monstruos hasta que, cuando la literatura empieza a ser más compasiva y humanista, empezamos a descubrir que todos esos bichos sobrenaturales tienen su corazoncito, son como nosotros, los antropomorfizamos hasta el punto de que tenemos compasión por ello, y esa compasión la llevamos a los monstruos reales, a los deformes, a los monstruos de piel”.

Este otro tipo de monstruos, prosigue del Molino, “dejan de dar asco y estar encerrados a ser como nosotros, les damos facilidades, les integramos con nosotros y, al final, disociamos tanto la fealdad física de la fealdad moral que llegamos a hacer la asociación contraria, decimos: 'Si es un monstruo por fuerza tiene que ser bueno', y si al final nos come será por culpa nuestra, algo le habremos hecho mal para que nos coma. Ese mar de fondo está dentro del libro, incluso de una manera explícita en algún pasaje. Todos los que tenemos algo de monstruosidad hemos percibido en algún momento esa repulsión y esa compasión, y no sabemos si a veces es mejor sentir el rechazo y el asco a sentir la compasión. Es preferible, y por eso los monstruos a veces se vuelven malos, que te rechacen a que te compadezcan. Y eso lo saben todos los monstruos”.

La diferencia y la necesidad de ser incluido, pese a uno mismo, son otros de los aspectos que se derivan de una enfermedad tan visible como la psoriasis. “Uno de los hilos que hay en el libro es que nosotros cuidamos la piel para ganarnos la aceptación, y nos escondemos porque creemos que no nos van a aceptar, y eso es profundamente antidemocrático”, asegura del Molino. "En una sociedad libre y democrática sus miembros no tienen que ganarse la aceptación de nadie, ya están aceptados por el hecho de existir. La forma de combatir eso es no seguir el juego, no te gastes el dinero en potingues, no vayas a la cirugía estética, no te escondas... Eres tú, que se jodan y te miren. Ese es un requisito de la sociedad libre, y quizás la única contribución que podemos hacer a que la sociedad sea un poco más libre”.

Para escribir La piel, del Molino tuvo que superar obviamente todas esas consideraciones. “Si estuviera lleno de vergüenza no lo habría hecho, pero también tengo una ventaja”, afirma. “Yo me convencí de que me iba a morir muy pronto, y eso me hizo sentirme viejo desde joven, no tengo conciencia de haber sido joven de verdad. Encuentro a mucha gente de mi edad que vive todavía una adolescencia, hasta hace poco estaba muy extendido el síndrome de Peter Pan, pero yo he estado muy a gusto y he anhelado ser viejo siempre. Eso siempre me ha dado una disposición muy poco adolescente, muy poco acomplejada, como le da igual a los viejos, eso explica lo poco que mido mis palabras y lo bocazas que soy muchas veces. Luego es verdad que me arrepiento, pero poquito rato. Eso se traslada a mi literatura: no tengo ningún tapujo, ni me pienso mucho las frases antes de decirlas. Es verdad que eso luego trae consecuencias, hieres a gente, de la forma más insospechada. No se esperan que seas tan bruto o tan directo, pero son cosas que no puedo evitar”.

Del Molino también compartió con nosotros algunas lecturas que le han influido recientemente.

Libros monstruosamente buenos, recomendados por Sergio del Molino

  • A propósito de nada

    A propósito de nada

    Woody Allen

    Alianza Editorial

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    Como autobiografía es ineludible. Es casi una novela- río, creo que marca un hito en la literatura autobiográfica, porque además de mirar a un icono de la cultura creo que se revisa a sí mismo sin la menor autocomplacencia. Nos descubre facetas absolutamente nuevas de alguien de quien creíamos saber todo y no sabíamos nada en realidad, se había ocultado muy bien. La he disfrutado.

  • A conciencia

    A conciencia

    John Updike

    Tusquets Editores S.A.

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    Es un libro que a ratos parece antipático, porque él es así, hay que quererle como es. Ahora que se han reeditado sus cuentos y tiene como otra vida, porque el pobre estaba un poco olvidado, creo que merece la pena sumarse a sus prospecciones autobiográficas, sobre todo para mí un capítulo que fue revelador, titulado 'En guerra con mi piel'. Es uno de los mejores textos que se ha escrito nunca sobre la piel y la psoriasis.

  • El infinito en un junco (adaptación gráfica)

    El infinito en un junco (adaptación gráfica)

    Tyto Alba

    DEBATE

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    En este proceso en el que estamos metidos algunos de intentar sacar el ensayo del baúl mohoso en el que estaba metido, Irene ha hecho un trabajo descomunal que emparenta y pone el ensayo español al nivel del de los ensayistas británicos. Es una barbaridad, y nos ayuda a muchos porque va a tirar mucho del carro.

  • Habla, memoria

    Habla, memoria

    Vladimir Nabokov

    Editorial Anagrama S.A.

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    Uno de los grandes monumentos de la literatura autobiográfica, y digo literatura porque es una memoria selectiva y muy trabajada hasta alcanzar niveles de excelencia.

  • Las armas y las letras.

    Las armas y las letras.

    Andrés García Trapiello

    Ediciones Península

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    Una nueva edición de este libro, aumentada y revisada por Trapiello, es para mí una celebración. Creo que todos los españoles deberían enfrentarse a este libro en algún momento, porque está lleno de revelaciones y pasión por los libros; pero, además, nos cura de sectarismos y maniqueísmos, que, me temo, siguen siendo los males principales de nuestro país a la hora de seguir pensando la Guerra Civil y nuestro día a día…

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