Libros para acabar con la lectura única, recomendados por Javier Pérez Andújar

El destino ha querido que El año del búfalo se haya publicado en 2021, pero la novela con la que Javier Pérez Andújar ha ganado el último Premio Herralde pertenece a otro tiempo, por concepción y por espíritu. “Este es el primer libro que se me ocurrió escribir. Mirando fichas y papeles hace poco vi que ya tenía la idea hace 24 o 25 años”, confirma el propio autor en una charla desde la sede de su editorial, Anagrama, en Barcelona. El motivo de esa demora de un cuarto de siglo tiene que ver más con la percepción de la propia obra del autor que con otros motivos más triviales. “Lo fui dejando porque veía que era un aparato complicado y pensaba que la gente iba a decir: 'Mira, hace novela experimental porque no sabe hacer una novela normal'. Luego fui asumiendo que la normalidad es la literatura en sí, no la novela. Fui asumiendo que aceptar la diversidad era mi única manera de ponerme a escribir”.
En efecto, El año del búfalo no es una novela normal, al menos en el sentido más amplio y aceptado de la palabra. En ella, cuatro artistas que han perdido los ideales y casi la ilusión de crear conviven confinados en un garaje, entre ellos un finlandés llamado Folke Ingo, enamorado de España y que escribe en sueco para que sus compañeros de cautiverio no copien sus ideas. La narración avanza a través de pies de página, que ponen en contexto la obra que tenemos entre manos, atribuida al propio Ingo, y entre ella asoman en el texto unas “psicofonías” que nos transmiten acontecimientos históricos, culturales y de temática pop que tienen como fecha clave un año, 1973, que corresponde en el calendario chino con el año del búfalo que le da título.
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Todos esos elementos, confiesa Pérez Andújar, ya estaban en su idea original. “La idea primigenia era que los pies de página tira del carro narrativo, y el texto de arriba es ilustrativo de los pies de página, es una inversión. Y lo de llamar psicofonías a esas partes es porque me he ido haciendo esotérico con el tiempo”, bromea. “Yo trabajo con el subconsciente. La excusa académica sería que me gustan los surrealistas, aunque me gustan más en pintura o en poesía. Me encanta escribir con el subconsciente, con la parte profunda de la emoción, y luego ponerle un filtro formal, literario”.
Pese a que su origen se remonta tiempo atrás, El año del búfalo comparte algo con el momento en el que fue escrita. “La idea de que hubiera cuatro personajes encerrados en un garaje estaba desde el principio, pero evidentemente cuando te pones a escribir eso en pleno confinamiento se convierte en trascendental, porque escribes sobre algo que te está pasando a ti y a toda la humanidad”, concede Pérez Andújar. “Quise que eso estuviera presente en el libro. La palabra 'confinado' aparece en distintas ocasiones, el libro se va haciendo eco del momento en el que lo escribo. La sensación de estar atrapado la he tenido siempre, pero es una sensación estándar, la ha tenido mucha gente a lo largo del siglo XX. Es una manera de sentir que el mundo es extraño, que no está funcionando. Eso se ha explicado siempre, pero cada tiempo tiene su propia iconografía”.
Ese año, 1973, que concentra buena parte de las referencias que se asoman en el libro es para Pérez Andújar una fecha clave. “Ese año estrenaron una serie, La frontera azul, cuyo título nos sirve para establecer una frontera. Es el año de la crisis del petróleo, viene a manifestar el fin de una bonanza económica, el fin de un optimismo, de la que Mayo del 68 quizás fue la última gran manifestación. Luego todo se vuelve un poco más desesperado, los años de plomo. El petróleo es el telón negro que cae. Es un año fronterizo, por eso me gustaba tenerlo como eje de la novela”. ¿Cómo ve el presente desde el otro lado de esa línea en el tiempo? “Son tiempos peores, el siglo XX eran tiempos más crueles y más salvajes, pero los malos no habían ganado todavía. Ahora ya han ganado. Ahora es más difícil contestar, ahora todo se persigue en el acto. Es una trampa perversa. Yo pertenezco al siglo XX, pero no es una impostura, es verdad. Todo mi sustrato está ahí. En el siglo XXI ya no estoy ni a nivel usuario”, concluye.
Para concluir, Pérez Andújar compartió con nosotros varias recomendaciones de libros. “El Herralde lo que avala es que solo existe una literatura, o la literatura, y dentro de ella no hay nada raro ni anómalo”, explica. “Los libros son normales, lo que no es normal es tenerles miedo o precaución. Los libros no son raros, son manera de escribir. No puedes imponer una lectura única”.
Libros para acabar con la lectura única, recomendados por Javier Pérez Andújar
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Un ensayo sobre Umbral, escrito en cómic, en lenguaje de viñetas. Lo que ha hecho Montatore con Umbral es lo que hacía Umbral con los escritores que a él le gustaban. Cuando Umbral escribe Ramón y las vanguardias, sobre Gómez de la Serna, cuando escribe sobre Cela, sobre Valle Inclán, lo que hace es contar cómo es la literatura de ese autor a través de su obra y su vida, pero no contar su biografía. Montatore ha hecho umbralismo.
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Mi poeta preferido, Roger Wolfe. Creo que es el último poeta clásico, el penúltimo era Leopoldo María Panero y, de hecho, hay un vínculo entre ambos. A partir de ahí la poesía cambia, el mundo cambia, y ellos dos son los dos poetas que se quedan a cerrar el siglo XX. Wolfe escribe desde el corazón de una generación, pero no porque tenga vocación generacional, y sientes ese fin del momento, de una época. Le tengo mucho agradecimiento por lo que me hace sentir y pensar.
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