Libros para escapar del mundo moderno, por Julio Llamazares

Existen dos tipos de libros, explica Julio Llamazares al otro lado del teléfono: “Los que planeas durante un tiempo y los que se te imponen”. Primavera extremeña, el último título del autor de La lluvia amarilla, está sin duda encuadrado en el segundo grupo. “Como cuento en el libro, yo no tenía pensado escribir este libro, porque tampoco tenía pensado estar tres meses en Extremadura, en una casa en medio del campo. Todo ha sido motivado por la pandemia que ha puesto el mundo patas arriba. Una vez que estaba allí instalado yo seguía con una novela que llevo tiempo escribiendo y fueron las circunstancias las que hicieron que este libro se acabara imponiendo”.

De esta forma, de improviso y desde la sierra de los Lagares, cerca de Trujillo, se fue formando un libro que se lee como un diario de cuarentena a lo largo de breves capítulos acompañados de acuarelas del paisaje extremeño. “Al principio ni siquiera lo pensé como un libro, simplemente empecé a escribir, pero hubo una circunstancia que encendió la chispa”, relata Llamazares. “A las dos semanas de estar allí, fue mi cumpleaños. Cerca de nuestra casa teníamos a unos amigos que pasan grandes temporadas allí. Él es alemán, Konrad, es un tipo muy curioso que era conservador jefe de la pinacoteca de Munich, ahora ya jubilado, y una de sus grandes aficiones es pintar acuarelas. A mí siempre me gustaron mucho sus acuarelas y mi mujer, como lo sabía y no tenía otro regalo, se le ocurrió regalarme una de ellas, un paisaje de la Sierra de Santa Cruz. Cuando me la regalaron para mí fue una revelación, pensé: '¿Por qué no hago yo lo mismo que Konrad pero escribiendo, acuarelas escritas?”.
Así, Llamazares fue dando forma a “25 estampas que, combinadas con las acuarelas, creo que hacen honor a esa primavera extraña, hermosa y cruel que nos tocó vivir allí”. Porque ese es uno de los motivos de Primavera extremeña: el contraste entre una actualidad tenebrosa y el esplendor de la naturaleza. “Las noticias eran tan graves y el entorno era tan hermoso que tenía una especie de dislocación mental, tenía la cabeza en un sitio y el cuerpo en otro”, recuerda. “Este libro es una reflexión sobre cómo la vida acaba imponiéndose y sobreponiéndose a todos los imprevistos. A veces nos parece que la vida se ha parado, pero lo que se ha parado es el tipo de vida que llevábamos hasta ahora, pero la naturaleza sigue su curso. Seguramente ese es el mensaje del libro, si es que tiene algún mensaje. Te das cuenta de que somos mucho más frágiles de lo que creemos. Cuando pensamos que dominamos el universo y la ciencia, nos bajan los humos de vez en cuando. Y esto nos ha servido indirectamente para volver los ojos hacia la naturaleza, que generalmente tenemos olvidada. Estamos centrados en la vida vertiginosa que llevamos día a día y no nos damos cuenta de lo importante que es la salud, el paso de las estaciones, porque al fin y al cabo son la vida. Este no es un libro tanto sobre el confinamiento, sino sobre la primavera”.
¿Servirá al menos para cambiar nuestras prioridades? "La humanidad es muy tozuda y seguiremos repitiendo los mismos comportamientos, pero sí creo que habrá una reprogramación, como se dice en informática, y mucha gente se parará obligada por las circunstancias y repensará su vida”, asegura Llamazares. “Esto ha pasado muchas veces en la Historia, cualquier historiador nos explicaría que las grandes pestes han tenido consecuencias no solo económicas y políticas, sino culturales, en sentido profundo, de una transformación del pensamiento. La peste bubónica en la Florencia medieval, por ejemplo, dio paso al Renacimiento, a la vuelta a los principios del pensamiento que se habían ido olvidando. Todas las grandes crisis morales, sanitarias o económicas han dado pie a un repensamiento de la vida. Yo creo que esto está ocurriendo ahora, otra cosa es esa reprogamación que tenga una eficacia mayor o menor”.
Libros para escapar del mundo moderno, por Julio Llamazares
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Escrito en 1351, evoca una gran peste medieval y es una de la obras clásicas de la literatura italiana y universal. Desde el primer día del confinamiento pensé en él y lo volví a leer, incluso escribí un artículo sobre su paralelismo con lo que vivíamos. Planea todo el tiempo sobre mi “Primavera extremeña” aún siendo muy diferentes en su estructura.
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Me ocurrió lo mismo que con el Decameron. Después de las Bucólicas de Virgilio poco se puede añadir sobre la contemplación de la naturaleza y la vida en el campo. Algunas las aprendí en el colegio en latín y puedo recitarlas de memoria aún. La poesía en estado puro.
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La obra clásica de Homero revisitada por un magnífico escritor griego afincado en Suecia. Una maestra les cuenta a sus alumnos La Iliada para distraerles de la ocupación alemana de la isla remota en la que viven en la Segunda Guerra Mundial. Una novela dentro de otra, las dos majestuosas. Así como los escolares griegos de la novela de Kallifatides, su lectura me sirvió para relativizar la tragedia que sucedía en el mundo mientras la leía.
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Un precioso ensayo poético sobre el primer paisaje, el Lemosín francés en este caso, y sobre la contradicción de una sociedad que, al tiempo que entra en el presente, muere. Libro breve pero interminable. Permanece en la memoria mucho tiempo. Como la primavera extremeña que vivi cuando lo leí.
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Antología de poemas de Antonio Machado con prólogo de Antonio Rodríguez Almodóvar. La leí antes de ser publicada para añadir un epílogo, acaba de aparecer en las librerías. Las acuarelas de Leticia Ruifernández que las acompañan hacen del libro una pequeña joya bibliográfica.
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