Libros para mentes degeneradas

La mente humana es un pozo insondable al que la literatura, sin embargo, se ha asomado desde el principio de los tiempos intentando conseguir respuestas o, al menos, planteándose preguntas. A menudo, los escritores se han dejado fascinar por personajes que representan la parte más oscura de la existencia, almas torturadas que se atreven a cometer actos que la mayoría de los mortales apenas se atreven a imaginar o que se pierden en los recovecos de su imaginación. Hoy en Librotea repasamos una decena de títulos que nos presentan a las mentes más degeneradas de la literatura.

Denunciada y perseguida en su época, en Las diabólicas Jules Barbey d'Aurevilly representa en seis relatos, protagonizados casi siempre por mujeres, el espíritu de depravación que puede anidar en el ser humano. Con su descripción de la ultraviolencia, una estética transgresora para la época y su cuestionamiento de la moralidad, los protagonistas de La naranja mecánica son un ejemplo de esos lugares retorcidos a los que nos puede llevar la mente humana.

El protagonista de Mi idea de la diversión es, en apariencia un ejecutivo normal, un futuro padre de familia y un amante esposo, pero esconde unas aficiones tan depravadas que se ve obligado a ocultarlas. Tan solo un remedo de Mefistófeles, con el que hizo un pacto a cambio de su alma, es consciente de lo que hace cuando nadie le ve. En La fábrica de avispas, Iain Banks nos adentra en la mente de Frank, un adolescente que ha crecido aislado en la costa escocesa, con la única compañía de su padre, y que ha desarrollado un código moral muy distinto al del resto de la sociedad, además de una serie de rituales producto de una personalidad trastornada.

Si hay un autor que se puede considerar especialista en mentes oscuras y retorcidas, ese es Chuck Palahniuk. En Rant nos presenta a un personaje que nació con el olfato y el gusto hiperdesarrollados, que está obsesionado con ser mordido o picado por animales diversos y que se adentra en un submundo de carreras ilegales de coches en las que los participantes tratan de chocarse unos con otros. Esa obsesión por los automóviles y los accidentes también está presente en Crash, la novela de J. G. Ballard en la que sus personajes obtienen placer erótico entre los amasijos de metal aplastados. Y un cineasta que adaptó esa obra, David Cronenberg, debutó en la novela con Consumidos, en el que dos periodistas investigan el caso de un intelectual francés, sospechoso de haber asesinado y descuartizado a su pareja.

Los adolescentes que pueblan la obra de Dennis Cooper suelen tener varias cosas en común: la droga, la música y una atracción por la muerte y la violencia que se mezcla con la pulsión erótica, como se puede comprobar en Cacheo. En una perspectiva muy distinta, Cormac McCarthy nos sumerge en la violencia más atroz en Meridiano de sangre, relato fronterizo en el que el juez Holden representa lo más abyecto de la condición humana. Por último, en Degenerado Ariana Harwicz nos introduce en la mente de un acusado de pedofilia y asesinato.