Libros perfectos para mentes inquietas, recomendados por Jordi Mollà
El actor y pintor publica 'Tú', una inmersión en la búsqueda de la propia persona.

Cualquiera que haya visto alguna de sus entrevistas lo sabe: Jordi Mollà no es un actor cualquiera. De hecho esa definición, la de actor, se le queda muy corta. Después de alcanzar la fama en los 90 con Jamón, Jamón, la película de su mentor Bigas Luna junto a otros dos jovencísimos Javier Bardem y Penélope Cruz, el catalán ha combinado trabajos en Hollywood, películas independientes y cintas malditas como El hombre que mató a Don Quijote con la dirección (con dos largos a su nombre) una amplia carrera en la pintura y también en la literatura. Tú es su tercer libro, pero no se parece en nada a los dos anteriores. Mitad meditaciones, mitad libro de crecimiento personal, Mollà aboga por ahondar en el yo para poder conocerse y comunicarse mejor con el mundo. Hablamos con él de autoconocimiento, creatividad y alejarse del ruido, y nos recomienda libros perfectos para mentes inquietas.
Video: entrevista y libros recomendados de Jordi Mollà

Todo empezó con el tiempo libre. “Un actor que hace películas es una persona que tiene muchas horas de estar consigo mismo, porque no estás todo el día en el rodaje”, cuenta Jordi Mollá. “Hay muchos días que estás en stand-by, que se dice. Claro, si tú estás en stand-by haciendo una película en Madrid y te dicen: ‘Oye, vámonos a tomar un café’, conoces ese contexto, Madrid. Pero si estás en stand-by una semana en Austin, Texas, y conoces a muy poca gente, entonces las opciones que tienes es estar contigo mismo. Y esto a veces trae consecuencias extrañas”.
"He descubierto que, si encuentras el equilibrio en ti, tienes un gran poder"
Por esa razón cuenta que él comenzó a pintar y a escribir, para sobrellevar esas esperas interminables en los rodajes. “Lo hice para bajar el volumen a ese sentimiento de soledad”, confiesa. Pero ese proceso también le ha permitido llegar a un conocimiento más íntimo de sí mismo. “Yo no hago meditación. Una vez hice una clase de yoga y dije: ‘Si esto es el yoga yo creo que llevo haciendo yoga toda mi vida’. Sin estiramientos, pero lo que es la esencia del yoga es lo que llevo haciendo siempre”, cuenta. “Yo lo hago a través de mis diferentes vertientes creativas. Para mí es una manera de meditar”.
Bajar el ruido para conocerse a uno mismo
Dentro de ese proceso de creación, Tú es un libro que le llegó a Mollà tras la pandemia. “De repente, me llegó este impulso de escribir una cosa que nunca he escrito, tan escueto, un libro de pura condensación de un mismo tema en el que todo se aborda bajo el principio de cuando aprendes a estar contigo mismo”, recuerda. “Para mí la escritura es una cosa familiar desde que tengo veintipico años, siempre estoy escribiendo, se publique o no se publique, pero en este caso aparecieron estas frases en mi cabeza. El libro en principio no tenía ese título, pero ahora creo que es perfecto. Es tú, se trata de ti. Tú tienes el poder, pero tienes que ganar ese poder en ti como persona, como ser humano. He descubierto que si encuentras el equilibrio en ti, tienes un gran poder, porque tienes la capacidad de decidir que sí o que no. Tienes la capacidad de ir a un sitio e irte cuando quieras, porque siempre va a haber alguien esperándote que eres tú. Es una cosa que no es fácil”.

Tú, advierte Mollà, no es un libro “para narcisistas, vanidosos y egocéntricos”. Es un libro cuya escritura asegura que le ha ayudado, y que cree que podría ayudar a otros. “Yo me considero una persona ha aprendido un poco a estar consigo misma. Es como un tantra: cuando aprendes a estar contigo mismo pasa esto, esto y esto. Yo quería hacer una observación respecto a alguien que dice: ‘necesito entrar en contacto con esto’. Porque ahí realmente puedes decidir el rumbo de tu vida, y las sorpresas son increíbles. Pero tienes que tener el coraje de hacer espacio y de bajar el ruido. Bajar el ruido de todo tipo”.
La creatividad como autoconocimiento
En esa búsqueda de la propia esencia, Mollà apuesta por la creación artística como medio para llegar al destino. “Se trata de estar conectado con una cosa, solo con esa cosa, sea un cuadro, sea un papel para una película de 300 millones de dólares, una película de un millón de dólares, un libro que nadie me va a publicar o tocar ocho instrumentos sin ser músico”, defiende. “Yo me conecto, y me conecto contigo. ¿Y por qué me conecto? Porque tengo espacio dentro para poder conectarme contigo. ¿Qué pasa? Que nadie escucha. Se habla. Y es una gran frustración ver a un padre que su hijo no le escucha. O ver a un hijo que su padre no le escucha. Y, si no nos escuchamos, eso va a traer fricciones entre el ámbito laboral, familiar, social…”.
"Cuando haces algo creativo tienes que estar dispuesto a escuchar solo una voz, la tuya"
Él defiende enfrentarse a ese proceso creativo sin pensar en un fin concreto, solo por el placer de llevarlo a cabo. “Cuando tú haces algo creativo tienes que estar dispuesto a escuchar solo una voz, la tuya”, afirma. “A mí no me gusta pintar en caballete. ¿Por qué? Porque inconscientemente en mi cabeza mientras pinto detrás del cuadro veo un montón de gente opinando en mi cabeza. ¿Qué hace eso? Mutilarte creativamente. Claro, si ponemos la palabra productividad en medio, ya está ahí aquella famosa frase: ‘¿Y esto para qué sirve? Nunca le preguntaría eso a una persona creativa, porque en el servir está la productividad, y en la productividad está el mercado, y en el mercado está el dinero, y en el dinero están una serie de cosas. Lo único que tienes que escuchar es a lo que tienes delante, y lo mismo con las personas”.
Libros perfectos para mentes inquietas, recomendados por Jordi Mollà
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Yo leí mucho teatro cuando era joven y, de repente, no leí teatro nunca más, hasta que en la pandemia empecé a comprar cosas que ya había leído. Me compré El rey Lear de Shakespeare y me lo pasé bomba. ¡El poder de ese hombre para escribir, y han pasado cuatro siglos! Y la modernidad y la acción. La capacidad de acción de cualquier cosa que pase en una obra de teatro de Shakespeare. Va todo al mismo tiempo, son como 20 caballos al galope. Este es un libro que me volvió a impactar.
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Un libro que leí de muy muy joven, que mi hermano me prestó, La era del vacío de Gilles Lipovetsky, que es un pensador francés, como Levi. Era un libro que salió en los años 80, yo lo leí con 16 años, y hablaba mucho de lo que era la publicidad, curiosamente, de cómo los iconos y la publicidad y los medios estaban empezando a crear una sensación de vacío. En los años 80, imagínate ahora.
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Un libro con un título impecable, que son meditaciones budistas. Es la desintegración del ser: ser nadie y no ir a ningún lado. Un concepto que, para uno que quiera ser productivo, mejor que no lo abra, porque ese libro precisamente toda la energía la pone en la anti-improductividad, en la esencia del ser.
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Qué bomba nuclear, América. Es un libro que no va para ningún lado, empieza donde empieza y termina donde termina como podría haber empezado en el capítulo cuatro y terminar en el dos. Es el viaje de un niño que le dicen: ‘tú, para América’. Bum, lo lanzan allí y este niño se tiene que organizar, y en ese tener que organizarse pasan mil millones de cosas.
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Un libro muy, muy, 'chalao'. Es como la película de Oliver Stone Asesinos natos, un grito a la violencia más deshumanizada de este príncipe y su amigo. Es La naranja mecánica, un príncipe y su colega que son como si fueran los de La naranja mecánica, pero en el siglo XIX. Al príncipe le cae la tremenda condena de recibir once mil latigazos. Como está explicado al final de ese, cuando llevaba mil latigazos, su cuerpo ya no tenía forma. Espeluznante, imagínate cómo acababa ese cuerpo. A mí se me quedó aquí grabado.