Libros para redescubrir a un referente intelectual y literario, Diego de Saavedra Fajardo
Entrevista al autor José Luis Villacañas Berlanga, autor de la biografía 'Diego de Saavedra Fajardo. La lealtad conocida'.
Fue jurista, diplomático, consejero de monarcas y nobles y experto en la geopolítica europea del siglo XVII, pero también poeta, escritor de tratados sobre el arte de gobernar y autor de obras satíricas. La figura de Diego de Saavedra Fajardo es la de un intelectual total, una figura clave en la España de su tiempo y, sin embargo, no tiene la presencia que se merece en nuestros días. Devolver su valor intelectual y ponerla en el contexto de su tiempo es el cometido de La lealtad conocida, la obra escrita por José Luis Villacañas Berlanga para la colección Biografías de Historia Fundamental de Fundación Santander. Con él, catedrático de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, hablamos para descubrir, o redescubrir, a un referente intelectual y literario.
Video: entrevista y libros recomendados de José Luis Villacañas Berlanga
La primera pregunta que surge, tanto para los que conozcan de manera tangencial a Diego de Saavedra Fajardo como los más versados en su trayectoria, es inevitable: ¿Por qué no tiene una presencia más constante en nuestros días? José Luis Villacañas lo aduce a “un error en la comprensión de la memoria histórica”. “Creemos que la memoria histórica concierne a aquello que, en el fondo, todavía determinadas personas vivas pueden representar y que ha afectado nuestro presente de un modo inmediato. Pero el presente no existe. El presente realmente es un conjunto de estratos. Y tú no puedes penetrar en ese presente sin conocer el subsuelo del que brota. Desgraciadamente en España estamos asfixiados por el presentismo e ignoramos las corrientes de fondo, las placas tectónicas sobre las que se asienta nuestra realidad”.
Diego de Saavedra Fajardo. La lealtad conocida
Villacañas reivindica una memoria histórica más extensa. “Una memoria histórica ampliada, y ampliada de un modo que esté en condiciones de identificar los planteamientos críticos que en cada generación de españoles ha existido. Parece que si nos remontamos más allá de la guerra civil, todo es tradicionalismo, rancio, dominio asfixiante de la escolástica católica, pero no es verdad. En cada generación de españoles ha existido un puñado de hombres que han estado en condiciones de mirar la realidad cara a cara, de ser leales con ella y al mismo tiempo críticos con ella. Y creo que Saavedra Fajardo es el arquetipo de esta situación. Un hombre implicado con la realidad, implicado con su propia tradición, con su propia defensa, con sus propias instituciones, pero al mismo tiempo que es capaz de mirarlas desde la distancia crítica y de ofrecer su inteligencia al servicio de la mejora de todas esas instituciones. Creo que esta actitud de lealtad crítica”.
Un hombre plural
Para conocer la figura de Diego de Saavedra Fajardo hay que conocer su tiempo y su trayectoria. “Debemos recordar que Saavedra se incorpora a la vida adulta en un momento en que todavía no ha cristalizado lo que podemos llamar el Siglo de Oro español”, indica Villacañas. “Está muy reciente el auge del humanismo del Renacimiento y todavía no ha cristalizado completamente aquello que vamos a llamar el barroco. Como humanista que ha crecido en esas tradiciones, Saavedra Fajardo es un hombre plural. Es un hombre que es tanto poeta como jurista; está en condiciones de hacer un informe político o está en condiciones de hacer un informe diplomático para mejorar las relaciones de España con la santa sede romana, o de escribir una sátira tremenda respecto del mundo literario. O, finalmente, está en condiciones de escribir tratados de ciencia política, de escribir libros de historia y sátiras o diálogos lucianescos acerca de las locuras de Europa. Es lo que se llamaba en la época un "hombre de muchos oficios", que era la manera de decir un hombre de muchos talentos.
En La lealtad conocida, Villacañas explica los orígenes de Saavedra, miembro de una familia de hidalgos de segunda fila. Desde ahí llegó a tener un papel preeminente en la política española. “Está en condiciones de, en los sitios más importantes del mundo diplomático, manejar el dinero de un modo eficaz, de organizar de manera extraordinariamente lúcida las necesidades de mantenimiento de un ejército, o las necesidades de pasar el invierno con una serie de tropas, o de cómo hacer mejor las fortificaciones de una ciudad en peligro”, señala. “Es en este sentido un hombre completo, un hombre total. Y como muchos otros en la historia de España, un hombre que a su paso produce tensión, envidia, odio e indisposición por todos los que están a su alrededor. Pero que, sin embargo, él es de un optimismo y de un voluntarismo que jamás cede y que jamás se rinde”.
Sus estancias en el extranjero, además, le proporcionaron un amplio conocimiento de la geopolítica del momento. “Saavedra no sólo es, como Ortega, un gran teórico de Europa, sino que es un hombre que ha identificado el mapa de Europa y sus relaciones de poder”, señala el autor. “Y ha ofrecido una teoría de la construcción europea alrededor de lo que podemos llamar una teoría de la neutralidad. Por supuesto, para él los grandes actores de la historia europea eran España, Francia y el Imperio. Pero él no se quedó ahí. Él se quedó con una capacidad extraordinariamente aguda de mirar las potencias medias: Baviera, Suiza, Génova, las ciudades hanseáticas, Polonia. Él tiene el mapa de Europa de tal manera que no hace un gran tratado, como luego Kant, de la paz perpetua, de la federación de Europa, sino una teoría de neutralidad. En este sentido, yo creo que es un hombre que se ha adelantado a su época de un modo genial, porque ha visto que Europa tiene una razón integral, propia”.
En esas situación, Saavedra tuvo también la dignidad de servir siempre acorde con sus convicciones. “Cuando uno lee a Saavedra los informes que le hace al propio rey, a Felipe IV, pero también al conde duque de Olivares, de quien fue un compañero en Salamanca, descubre esa forma de relacionarse con el otro que es capaz de mantener la distancia, pero que al mismo tiempo es capaz de mantener la franqueza de aquel que busca la verdad”, explica. “Y ver a Saavedra diciéndole al rey, Felipe IV, al rey más poderoso del orbe, lo que está haciendo mal, es algo que te reconcilia con la inteligencia humana y con la valentía humana, porque lo dice de tal manera que no compromete su lealtad y que no compromete en modo alguno su propia dignidad y su propio lugar”.
Un escritor singular
Paralela a esa figura política y diplomática está la no menos importante de escritor. “Saavedra, que ha venido a Salamanca justo cuando el Quijote publica la primera edición y que luego se ha marchado a Italia y no ha conocido realmente lo que podemos llamar el gran acontecimiento cervantino, tiene una idea literaria todavía muy anclada al Renacimiento”, indica Villacañas. “Su héroe poético es Fernando de Herrera, el maestro del soneto castellano, moralizante, con una estructura filosófica profunda. Pero luego, como poeta, ha sido valorado y celebrado por Lope de Vega y, verdaderamente, ahora que conocemos solo una parte minoritaria de su poesía, estamos en condiciones de decir que tiene algunos sonetos de la altura de Quevedo y de la altura de Fernando de Herrera”.
Pero para Villacañas, la cima de Saavedra es Idea de un príncipe político cristiano representada en cien empresas. “Hay que tener en cuenta que tanto la "Idea de un príncipe..." como la propia Corona gótica van dirigidos al infante de España, a Baltasar Carlos, y por lo tanto tiene una estructura pedagógica para configurar al príncipe y para configurar a los ciudadanos a la vez. Y desde este punto de vista tiene que ser claro y transparente”, apunta. Esa dualidad entre hombre de la política y de la cultura, algo casi olvidado en la actualidad, es donde reside su valor. “La cultura produce herramientas para estar en condiciones de disentir, de buscar siempre la verdad, de hablar al que tiene la misión del poder, que finalmente es una misión, diciéndole la verdad sin quemar tu propia autoestima y tu propia dignidad en ello”, apunta Villacañas. “Y creo que esto convierte a Saavedra Fajardo en un aristócrata del espíritu que dignifica todo lo que toca y que, por lo tanto, dignifica al poder con el que está en contacto”.
Libros recomendados
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Idea de un príncipe político christiano en cien empresas
Diego Saavedra Fajardo
Editorial Maxtor
El Saavedra escritor, a mi modo de ver, está fundamentalmente en este escrito último, que tarda mucho en publicarse en España, que es sobre las locuras de Europa, porque me parece que es el más actual, pero la cima de Saavedra como escritor realmente es la "Idea de un príncipe político cristiano representada en cien empresas". Aquí es donde Saavedra organiza algo que, a mi modo de ver, se encuentra pocas veces en el castellano, que es organizar una frase de estructura latina, pero armoniosa, equilibrada, extraordinariamente transparente, racional, capaz de, en una misma frase, abordar diversos aspectos de la realidad, porque Saavedra es perspectivista, y darte la sensación, como lector, de que estamos ante un hombre que domina un sano escepticismo acerca de las doctrinas recibidas. Saavedra, podemos decir que es más o menos nuestro Bacon, es el hombre que rompe los ídolos, que rompe los lugares comunes, que rompe las verdades dogmáticas transmitidas, pero las rompe de una manera equilibrada, mostrando pros, contras, pero al final te deja la impresión de que lo que te está llamando es a tu juicio, a tu propio juicio, y todo esto en una frase que es muy transparente a pesar de ser compleja. En este sentido, yo creo que podemos decir que la frase de Saavedra es una frase que culmina el clasicismo español.
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El Saavedra satírico aparece de forma muy cercana a su vida como estudiante de Salamanca. De hecho, "La república literaria", que se ha discutido mucho si es de él o no es de él, pero claro que es de él. Lo que pasa es que, como esta dimensión satírica es un Guadiana, como digo, ese libro ha tenido varias versiones, la ha retomado con el tiempo, pero en el fondo emerge de su experiencia como estudiante en Salamanca. Es una experiencia un poco goliárdica. Es la experiencia de alguien que, por supuesto, quiere la celebridad, quiere la fama, quiere la gloria, pero se da cuenta que vive en una cultura que ya es la del humanismo tardío, completamente decadente. Y entonces comienza a hacer una crítica feroz, hacia el año 1610, entre 1612 y 1614, él entra en Salamanca en el 1606 y está estudiando hasta el 1610, o sea, inmediatamente después. Comienza a hacer una crítica de todo lo que es el mundo cultural universitario, sobre todo el mundo de los juristas, el mundo de los que aspiran a poetas, pero luego marcha a Italia y en Italia descubre que en el fondo la cultura italiana, en ese momento le sucede lo mismo, es un renacimiento ya completamente agotado, un manierismo completamente agotado, y carga contra las grandes figuras del presente, de ese presente italiano. El Saavedra es, en este sentido, es un hombre que está dotado de un orgullo, de un orgullo que por supuesto que busca la gloria y el prestigio, pero no a cualquier precio.
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El Saavedra escritor, a mi modo de ver, está fundamentalmente en este escrito último, que tarda mucho en publicarse en España, que es sobre las locuras de Europa, porque me parece que es el más actual