Libros transgresores que todos deberían leer, recomendados por Javier Gallego
El periodista y director del podcast 'CArne cruda' nos habla de su primera novela, 'La caída del imperio'.
Los protagonistas de La caída del imperio, la primera novela de Javier Gallego, viven en una noche eterna. Música, bares, alcohol y drogas son su refugio para evitar un futuro que les niega la esperanza. En 72 horas, el periodista, poeta y director del podcast Carne cruda nos ofrece el retrato de una generación en los prolegómenos del 15-M que también es el del final de cualquier juventud. Hablamos con él de su novela y nos recomendó libros transgresores que todos deberían leer.
Video: entrevista con Javier Gallego
La caída del imperio es un libro en el que Javier Gallego ha estado trabajando ocho años, y en el que experimenta adoptando distintos puntos de vista y de estilo narrativo. “La idea original era contar la historia de un grupo de amigos en torno a una pareja, que era el primer imperio que iba a caer, y luego todos los imperios de alrededor: el imperio de la juventud”, recuerda. “De lo que quería hablar era precisamente del fulgor de la juventud, de la juventud en su máximo apogeo. Pero he ido envejeciendo con esta novela, porque han pasado prácticamente ocho años desde que la empecé, con lo cual los personajes de alguna manera fueron envejeciendo conmigo. Lo que iba a ser una novela sobre el esplendor se convirtió en la novela sobre el fin de fiesta, sobre el momento antes de apagarse la luz, cuando ellos empiezan a darse cuenta de que la juventud se está acabando y se hacen la pregunta de quiénes son y si han conseguido ser lo que querían ser”.
Ese final de la juventud es, además, el momento en el que se enfrentan a una realidad que rechazan para vivir en los márgenes. “Yo creo que tiene esas dos vertientes: el fin de la juventud y el fin de las oportunidades”, apunta Gallego. “Aquello que se les había contado en su primera juventud que iba a ser la vida, ese horizonte lleno de esperanzas, se quiebra y se viene abajo. Entonces, se encuentran con que la juventud se acaba pero hay un muro que les impide salir de ella, que les impide hacerse mayores, que les impide crecer. Hay una parte de vivir un presente absoluto porque el futuro no ofrece oportunidades ni ofrece salidas, una parte evidente de evasión en ese vivir el presente continuo, pero también creo que hay una parte de insumisión. Ese vivir en los márgenes, ese habitar la noche, la escena underground, probar no solo distintos tipos de sustancias sino también distintos tipos de música y moverse fuera del radar, es una manera de transgredir una realidad que no les gusta”.
Desencanto y 15-M
Los personajes de La caída del imperio, como los de cualquier generación, están desencantados con la de sus padres, pero también con la realidad. “La novela termina justo antes de que empiece el 15M, aparece la primera manifestación que dio lugar a ese movimiento y aparte de esa rebeldía de habitar la noche, está la rebeldía que tienen muchos de los personajes con la generación anterior. Hay una clara oposición, una clara brecha generacional. De hecho, hay un personaje que discute con su padre de que el legado que nos habéis traído ha fallado, es una mentira”, cuenta Gallego. “Hablan de la Transición, porque además se sitúa en un momento histórico reciente en el que se pone entre la de juicio toda la transición española. Eso pasa con todas las generaciones. Yo en realidad quería hacer no una novela generacional de un momento concreto, aunque esté situada en un momento concreto, sino hablar de todas esas cuestiones que se repiten en la juventud. Está el desencanto, está el enfrentamiento con la herencia recibida, matar al padre, está el momento de rebelión, y esos jóvenes que quieren comerse el mundo y cambiar el mundo empiezan a darse cuenta de que el mundo les está cambiando a ellos más rápido. Yo creo que esa es la parte interesante de la novela, esa lucha de esos personajes, en parte desesperanzados, pero que no pierden del todo la esperanza de poder seguir viviendo como quieren”.
Si miramos alrededor y vemos cómo es nuestro país diez años después del 15-M, ha cambiado radicalmente.
Ese espíritu del 15-M sobrevuela la novela, como la reacción posterior a esa desesperanza. ¿Qué queda ahora de ese movimiento? “Cambiar el mundo es muy complicado y es un proceso muy lento, algo que se decía con mucha claridad y lucidez en el 15M: ‘Vamos despacio porque vamos lejos”, explica Gallego. “Yo creo que, como todo movimiento revolucionario o de rebeldía, es una enmienda a gran parte de la totalidad y cuando no se consiguen todos los logros inevitablemente hay un sentimiento de frustración. Pero creo que es algo que también es común a todas las generaciones. Todas las generaciones en su juventud tienen esa necesidad de matar al padre y crear algo nuevo, consiguen algunos cambios y otros no. Se convierten en adultos que al mismo tiempo serán cuestionados por los jóvenes de después".
Del 15-M, Gallego cree que "quedan huellas muy palpables. Un país más abierto, un país más plural, que tiene más capacidad de asumir todas sus diversidades. También creo que no hubiera sido tan potente esta nueva oleada del feminismo en España si no hubiera habido un 15-M, si no hubiera habido una base social y política más progresista, que yo creo que se fraguó en el 15-M. Si miramos alrededor y vemos cómo es nuestro país diez años después del 15-M, ha cambiado radicalmente. Y ha habido cambios palpables en leyes concretas, y además yo creo que hay un cambio sobre todo en la mirada sobre la política y sobre cómo podemos afrontar la política como ciudadanos. Yo creo que vivíamos una época más de apatía, de hedonismo, de escapismo frente a la realidad política”.
Romper los códigos
Uno de los atractivos de La caída del imperio reside en su estilo, o más bien en sus diferentes estilos. Adoptando distintos puntos de vista, la narración en las partes nocturnas es entrecortada y juega con las tipografías y los tamaños de las letras. Un enfoque que ha sido tanto juego como quebradero de cabeza para Javier Gallego. “Sin duda, lo que ha dado lugar a mayor trabajo ha sido encontrar el estilo y los estilos dentro del estilo. Una vez que llegué a la conclusión de que si quería contar una fiesta tenía que escribir como si fuera una fiesta, romper los códigos, romper las normas, escribir al ritmo que tiene la fiesta. Lo que yo le propongo al lector aquí es un juego en el que tiene que entrar en esta esquizofrenia de estilos que se van adaptando a la situación, a la trama. Para mí ha sido muy divertido escribirlo, también a veces muy sacrificado, pero si entras en ese juego yo creo que entras más en la fiesta, la idea es que participes del propio juego que la novela te propone, que no es una novela convencional, es una novela en parte experimental como los propios protagonistas están experimentando con la vida, con las sustancias, con la noche, con la música”.
Libros transgresores que todos deberían leer, recomendados por Javier Gallego
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Es una escritora estadounidense que ganó el Premio Pulitzer con esta misma novela en el año 2011, que precisamente es cuando suceden los hechos de La caída del imperio, y es una novela que habla también, como su propio título indica, del paso del tiempo, de una juventud que además vive en el mundo de la música, el mundo del underground y más, y cómo esos personajes crecen. Es una novela de novelas, además es apasionante como está escrita, son como pequeñas novelas insertas dentro de ella y las va entrelazando de manera muy juguetona para construir un crisol de personajes apasionantes. Es una de las novelas que más me ha gustado en mi vida, la he leído varias veces y recomiendo su lectura. Acaba de publicar una segunda parte que se llama La casa de caramelo, publicada también por Salamandra, que acaba de editarse en España.
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Yo soy un heredero de eso que se ha llamado el modernismo anglosajón, es decir, la experimentación que hay en el libro bebe mucho del fruir de la conciencia, de los experimentos que se hicieron en la década de los 20 y los 30, sobre todo en el mundo anglosajón, y Djuna Barnes, después de haber leído el Ulises, probó a hacer su propio Ulises, femenino, feminista y homosexual. Esta novela que es apasionante, rarísima, difícil de leer, pero sin embargo muy gratificante cuando entras en sus códigos, es también una reivindicación de la noche como ese lugar de transgresión y tiene además una historia de amor devastadora, que son algunos elementos que están también en la mía.
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Nadie diría leyendo mi libro, que son 72 horas de frenesí de unos jóvenes, escuchando música y tomando sustancias y alcoholizándose y contando su vida, que se parece. Sin embargo, toda la técnica literaria, esa especie de travelling literario que inventó Virginia Woolf en La señora Dalloway, yo lo he intentado hacer en ese travelling que hay de un personaje a otro. A mí esta novela me vuelve loco, me parece una auténtica maravilla, una joya. Hay una fiesta final en la que yo he querido homenajear en una fiesta que también hay en la novela, incluso hay un momento donde yo mezclo tres acciones que son simultáneas y se parece mucho a cómo está escrita la fiesta final de la señora Dalloway, porque la señora Dalloway es un libro sobre una fiesta, y el mío es un libro también sobre una fiesta.
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La que siempre ha sido para mí mi novela favorita. A mí me gustan mucho los escritores que escriben con mucho estilo, con mucha potencia verbal, por eso me gusta mucho Faulkner, por eso me gusta mucho una novela que quería haber también recomendado, que es Tengo miedo torero, de Pedro Lemebel. Pero si me tengo que quedar con una novela que he leído y releído decenas de veces, a veces simplemente abro sus páginas para tener algo de inspiración antes de ponerme a escribir, es Pedro Páramo, de Juan Rulfo, esta auténtica maravilla. Escribió muy poco más, como sabéis, los cuentos y poco más, pero no hizo falta que escribiera. Claro, cuando has alcanzado esta cima literaria en tan pocas páginas, esta historia tan apasionante, tan rota, como muchas veces es mi novela, y que sin embargo habla de los misterios del alma humana, y el miedo a morir y a la desaparición, que creo que también es algo que está en mi novela… Por todos esos motivos y sobre todo por el estilo, recomiendo leer Pedro Páramo, a quien no lo haya hecho todavía, que ya está tardando.