Literatura política y política literaria. Libros recomendados por Juan Carlos Monedero

La figura de Juan Carlos Monedero es poliédrica y, a menudo, controvertida. Cofundador de Podemos y coprotagonista de alguno de los episodios clave para la política española contemporánea, es doctor en ciencia política, profesor universitario, escritor y presentador de televisión.
Ha publicado más de una decena de títulos y actualmente trabaja en la preparación de un prólogo a las cartas que escribió Gramsci antes de su encarcelación por Mussolini. Lo publicará Catarata. “Acepté la invitación porque para la lucha cultural que se avecina, Gramsci es el referente”, aclara. “Tengo avanzado también un texto breve sobre las tareas y dificultades de Podemos en el Gobierno de España, que debiera terminar muy pronto porque quiero que sea una herramienta para la militancia podemita. Sigo pensando que la mejor tarea que tengo por delante es montar una FAES de izquierdas. Por último, tengo la primera versión de un libro que publicará más temprano que tarde la editorial Akal que se llama Antimanual de política, con el que quiero cerrar una etapa que empezó con El gobierno de las palabas, continuó con el Curso Urgente de Política para Gente Decente y siguió con Nuevos disfraces del Leviatán. Después de eso casi seguro que es tiempo de una novela que tengo en la cabeza desde hace veinte años”.
Ávido lector desde crío –“de niño me chupé las aventuras de Los Cinco, las Joyas Literarias Juveniles que después me llevaron a los clásicos, La Isla del Tesoro, Robin Hood, Sandokan, Karl May y las novelas del oeste”–, asegura que la lectura permite recrear el mundo, interpretarlo, multiplicarlo y hacerlo inteligible. “Creo que no sería el que soy si no hubiera escrito cientos de cartas de adolescente”, asegura. “Ahí me di cuenta de que escribir me hacía entender las cosas y que cuantas más palabras tuviera en la cabeza mejor me explicaba el mundo y mejor podía compartirlo. De niño me gustaba explicarle a los compañeros lo que no habían entendido y cuando me lo explicaban a mí, me daba cuenta de que necesitaba más palabras, que era el chico de la tienda al que le faltaban muchas lecturas. Recuerdo un día que dos amigos empezaron a bromear sobre obras de Shakespeare que ellos habían leído y yo no. Maldije no tener tiempo para leer más. Y supongo que me puse manos a la obra”.
Desde entonces no ha dejado de leer, conquistando el hábito en un proceso de disciplina que se intuye férreo. Y también relee, algo que es mucho menos común incluso entre los más enganchados al vicio del negro sobre blanco: “Ahora mismo estoy releyendo, como si aún quisiera despedir el 2019 y no me hubiera dado tiempo”, advierte. “Releo a Gramsci en sus cartas, y pienso que estoy releyendo también a Saramago y su Balsa de piedra, a Baricco y Seda, a Buffalino y Las mentiras de la noche, a Vázquez Montalbán y su pianista, siempre a Elias Canetti, al San Manuel Bueno de Unamuno, a Borges. Leo Espía y traidor de Ben Macintyre, recomendado con justicia por Le Carré, y La tumba de Keats, de uno de los mejores poetas de España, Juan Carlos Mestre”.
Para Librotea hace una selección muy personal, íntimamente ligada a su intensa biografía: “Cambian las situaciones, cambian los libros. Los libros no siempre te cuentan lo mismo porque no eres el mismo cuando te ha atrapado o te ha dejado escapar. Estos libros son algunos que me obligaron a cambiar de rumbo en encrucijadas, que me salvaron en momentos oscuros o que me ayudaron a entender cosas que forman parte de quien soy”.
Literatura política y política literaria. Libros recomendados por Juan Carlos Monedero
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Cuenta las claves del golpe de estado de 1936 y la guerra civil que se desató al fracasar. Fue el libro que me explicó la vulgaridad de mi país, de mi colegio, que me explicaba porqué España era un cuartel y por qué mi barrio, Argüelles, lleno de militares con bigotito franquista, era un espacio atroz que no me dejaba respirar durante mi adolescencia.
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Un diálogo espectacular donde Sócrates explica a su amigo oligarca Critón, que ha ido a ayudarle a escapar de la cárcel, por qué prefiere tomar la cicuta antes que ser visto como un cobarde sin patria por la ciudad que le ha hecho persona. Fue un libro determinante para que me hiciera insumiso y renunciara a hacer el servicio militar y la prestación social sustitutoria.
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Elorza fue uno de los más brillantes profesores que tuve, con el cual me desencontré mucho cuando fundamos Podemos (igual que me pasó con otro profesor que me enrumbó de joven y me mandó a Alemania, Ramón Cotarelo). Mi visión de España bebe mucho de Elorza porque él bebe de Tuñón de Lara, de Ramón Carande, de toda una tradición histórica que no aceptó el chantaje intelectual del franquismo y donde tengo que citar también a otro maestro de la facultad de Ciencias Políticas, Álvarez Junco.
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Vuelvo a Valle-Inclán porque es el autor más importante de mi vida. Está su teatro, su poesía, los esperpentos... Me gusta todo, pero me quedo con Luces de Bohemia, porque es como una premonición de lo que va a pasar en la vida. Ese escritor cuando se encuentra con el ministro y ves el encuentro entre el arte y las instituciones puedes ver cómo el arte puede tener esa capacidad para molestar al poder.
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Los Pasos Perdidos, 1280 Almas y Pedro Páramo, son probablemente los libros que más veces he leído.
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“Durante mucho tiempo regalaba a mis amigos heridos de amor tres libros. Primero las penas del joven Werther, y les recomendaba que lloraran por amar con tanta intensidad. Luego, las Noches Blancas de Dostoievski, y les decía: ‘a veces el amor no puede ser y no hay culpables’. Cerraba la terapia con Opiniones de un payaso: haz un gesto y si no te ve, es que está muerta. Ve al cementerio, cántale una canción y sigue tu vida. Y todo esto al tiempo que Böll nos daba cuenta de lo difícil que es vivir honestamente y cómo los nazis rompieron Alemania y luego, ellos mismos, siguieron gobernando la RFA.
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Me llevó a la paleoantropología y la primatología. Fue esencial para escribir El gobierno de las palabras. Después de este libro no acepto que las ciencias sociales puedan explicar nada sin dejar claro antes cuál es el principio antropológico que se defiende.
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Un día en el DF de México, un conocido periodista me dijo: ‘hay dos tipos de personas en el mundo, las que han leído el Espartaco y las que no lo han leído’. Muy espectacular. Me enseñó que puedes perder y, sin embargo, ser realmente el que gana.
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