Los libros fundamentales de Alpha Decay
Los libros más importantes de Alpha Decay según su editora

Hago esta selección de títulos que me hubiera gustado publicar basándome en tres premisas: el recuerdo amargo de haber pujado por alguno de estos libros y haber perdido en la subasta, el placer que otros me han procurado como lectora, y el éxito que unos pocos han cosechado tras su publicación. Alguno de estos libros engrosan la lista de mis lecturas juveniles (Janet Malcolm, Joan Didion, Chris Ware). Otros están en esta lista por su malditismo: innegablemente seductores son Levé y Baron Biza. También es posible encontrar en ella a autores contemporáneos venidos del otro lado del charco y considerados "promesas", como Diego Zúñiga o Mariana Enríquez (siempre apetecibles para el editor íbero). Los libros de Elvira Navarro y Annie Ernaux todavía no los he leído pero intuyo que me encantarán. Las chicas de Emma Cline es el éxito de la rentrée, y sólo por ese motivo lo incluyo en esta lista.
Los libros fundamentales de Alpha Decay
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Coincide que en los últimos años se han publicado algunos libros excepcionales que tienen el dolor por la pérdida del ser querido como contenido protagonista. El de Didion, centrado en el fallecimiento repentino de su pareja, me lo regaló mi madre y es un libro maravilloso, igual que lo son en la misma línea pero centrados en la muerte del padre Tiempo de vida, de Marcos Giralt Torrente, y El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince
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El horror arquitectónico de una casa que por fuera aparenta una cosa y por dentro es un portal del infierno no es nueva, pero Danielewski la lleva al extremo de la ambición, cruzándola con otras historias y obsesiones, y esa desmesura me fascinó. Supongo que en mi obsesión por las casas también juega Shirley Jackson, que las usa como protagonistas en casi todas sus novelas (El reloj de sol, Siempre hemos vivido en el castillo, The Haunting of Hill House).
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Cuando acaba el amor se convierte en relato obsesivo, la necesidad de volver a contar la pasión cuando ya solo quedan palabras.
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