Los libros que le dedicó Cortázar y otros imprescindibles de Alejo Stivel

A Alejo Stivel la cuarentena no le ha impedido seguir desarrollando sus proyectos o, al menos, gran parte de ellos. “Hago bastantes cosas”, asegura desde su casa de Madrid el músico y compositor de origen argentino. “Tengo un programa de radio en Rock FM, Música para animales, todos los jueves por la noche. Hago unos lives de Instagram que los llamo El consultorio del Dr. Stivel: la gente me pregunta y para cada caso hago una receta musical. Por otro lado tengo un canal de YouTube de música para niños, que se llama Green Family, en el que intentamos entretener educando, con conceptos y premisas muy humanísticas sobre el cuidado de la naturaleza, el amor a los animales, la igualdad de género... Ahora tenemos una canción que se llama Lávate las manos”, detalla.

Por si todo eso no fuese bastante, la pasada semana publicó su nuevo single en solitario, titulado Rubia. “Estuve haciendo un vídeo casero, con los músicos cada uno desde su casa tocando la canción. Cuando la situación cambie grabaremos otro vídeo para la canción”. Lo único que ha quedado aplazado, por causas obvias, es el concierto que debía ofrecer con Tequila en el Wizink Center de Madrid, dentro de la gira de despedida de su mítica banda de rock. “Nos pillo justo, era el 20 de marzo, si hubiese sido un poco antes lo hubiésemos podido hacer”, se lamenta Stivel. “Lo retrasamos al 23 de septiembre, que entonces parecía muy lejos... Muy poca gente devolvió las entradas, el compromiso con la gente lo vamos a cumplir seguro, pero tenemos que ver si esa fecha es viable. Queremos hacerlo como es un concierto de Tequila, con la gente junta y bailando. Lo de sentar a una persona a dos metros de la siguiente para algunos artistas puede funcionar, para una música más calmada, pero para un concierto nuestro va en contra de la esencia. Si no puedes saltar es que no funciona”, explica.

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Entre todas esas actividades, Stivel también ha encontrado tiempo para algo que ha ido postergando durante décadas. “Dedico gran tiempo a ordenar mi casa, algo que no he podido hacer en los últimos 20 años de acumular CDs, vinilos, revistas, de música, recuerdos... Están saliendo cosas increíbles que no sabía ni que tenía”, cuenta. “He estado haciendo una montaña de libros para regalar a amigos. El libro a veces lo quieres tener para que te acompañen, pero la mayoría no los vas a volver a abrir, así que si los puedo regalar a alguien que los va a leer por primera vez y disfrutarlo mucho mejor”.

De los que no piensa desprenderse, sin embargo, son los que le recuerdan a una infancia que sería la envidia de cualquier amante de la literatura. “Vengo de familia artística, de escritores, así por mi casa pasaban muchos autores”, recuerda. “Tengo muchos libros dedicados, de esos no me voy a deshacer, son la joya de mi corona”. Entre ellos, guardan con especial cariño los de uno d ellos grandes autores argentinos del siglo XX. “Tengo casi todos los libros de Cortázar, que era muy cercano a mi familia, alguien que puedo considerar que era amigo mío, aunque yo era pequeño y luego adolescente”, relata. “Cada vez que venía a Buenos Aires venía a cenar a casa y luego me citaba en un pisito que conservaba en la Avenida Santa Fe para tomar el té. Tomábamos el té y charlábamos, y curiosamente le daba mucha más importancia a lo que yo podía decir, no era para nada un escritor endiosado, era muy humilde y sencillo. Era ingenuo en el mejor sentido, en la charla, era un tipo con mucho interés de escuchar, se sorprendía mucho con lo que uno le decía, y yo era un chaval de 10 años. Eso lo procesé con los años”.

Entre los libros que guarda de esos encuentros, uno de sus favoritos es Último round. El propio Stivel nos lo muestra a través de un vídeo.

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