Manual del voyeur: 11 Libros para mentes sucias
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Mirar por el ojo de la cerradura, escuchar lo que se hace al otro lado de la pared, esconderse en el baño para sacudirse la ansiedad del momento… A quién no se le ha pasado alguna vez por la cabeza hacer todo aquello que, si hacemos caso de Freud, tenemos escondido en algún lugar de nuestro subconsciente. Los deseos reprimidos, los placeres ocultos que tenemos como animales viciosillos que algunas veces también somos.Los escritores han sacado a la luz estos terremotos que provocan el deseo de mirar lo que no puede ser visto. También es uno de sus trabajos para mantener a una sociedad más o menos sana. Ya sabemos cómo están aquellas que lo ocultan todo tras cortinas y velos.El periodista Gay Talese reprodujo en El motel del voyeur la historia del propietario de un motel que se dedicaba a espiar lo que los inquilinos hacían en sus habitaciones. La recepción del libro, a medio camino entre el reportaje y la ficción, fue desigual, pero ha quedado como documento de lo que podemos ansiar para satisfacernos. Con más melancolía, Sam Shepard también contaba en Crónicas de motel lo que sucede en estos ambientes callejeros de encuentros quizá de una noche.El decorado pornográfico lo firman Irvine Welsh con Porno y Félix Romeo con Discoteque. En el primero, el británico cuenta una historia sobre vídeos de porno casero por la que pululan algunos de los personajes de Trainspotting; en el segundo, el español da voz a una pareja algo curtida ya por los años, que pasea sus espectáculos eróticos por los antros de las zonas rurales. Un poco de cochambre para ávidos de sexo en público.Dos autores como Bukowski y Robert Crumb han deslizado sus múltiples fantasías voyeuristas en varios libros. Mujeres es quizá uno de los más icónicos de Bukowski, con ese despliegue mirón sobre las féminas. Del erotómano Crumb se podrían traer muchos libros a la palestra, pero nos quedamos con Chicas, chicas, chicas que resume bien la pasión que siente este dibujante por las chicas (de todo tipo). Y con todo, hay cierta ternura.El terreno del cómic, sin duda, ha dado mucho cuartelillo a las mentes más libidinosas. Ahí están autores como Riad Sattouf con su Manual del pajillero, que resume las mil y una formas de dar rienda suelta al acto onanista; Giovanna Casotto, que reproduce en Scándalo deseos de chicas con todo lo que se ponga por delante; o los Voyeurs de Gabrielle Bell , que se dedican con todas las libertades a hacer lo que el título señala sin matices.Por último, la novela de Arturo Pérez-Reverte, La Reina del Sur, caliente por los pagos del narco mexicano, ya que no escatima en esa relación entre droga, dinero, poder y sexo (pasen y lean si no lo creen), y Sexo futuro, de la periodista Emily Witt, en el que cuenta cómo nos lo montamos en este siglo XXI, en el que, por suerte, algunos tabiques se han tumbado.
Manual del voyeur: 11 Libros para mentes sucias
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Chuck en su mejor momento. Ácido y directo, corrosivo y escandaloso como un puñetazo brutal e inesperado en el estómago.
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Puro Welsh haciendo de Welsh en su propio universo. Coronación y complemento de “Acid House”, “Cola” o “Escoria” (aunque oficialmente sea la secuela de “Trainspotting”). Velocidad, miedo, asco, rencor y abismo en una sola pandilla de amigotes.
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