Marcos Giralt Torrente: libros para diseccionar a la familia
El autor publica 'Los ilusionistas', un relato sobre la memoria familiar con sus huecos y dudas.
Cuando Marcos Giralt Torrente publicó Tiempo de vida, libro empujado por el duelo de la muerte de su padre, no solo estaba firmando uno de sus libros más celebrados (fue Premio Nacional de Narrativa por él) sino que también estaba abriendo una puerta para una obra futura. Ese libro tardó unos años en llegar, y se llamó Los ilusionistas. Si en el anterior se basaba en la memoria propia, con sus huecos y sus incertidumbres, aquí hace lo propio pero con la familia materna como protagonista, una en la que no solo se encontraba una personalidad pública como la de su abuelo Gonzalo Torrente Ballester, sino también otros (abuela, tíos, su propia madre) que tienen el mismo peso.
Con Los ilusionistas, Giralt Torrente se adentra en la historia de una familia atípica, con personajes muy dispares, con el ánimo de quien disecciona una escena intentando que los afectos no se interpongan y mostrando las propias dudas de quien no conoce todos los hechos. Hablamos de todo ello con él y nos recomienda algunos libros que han sido inspiraciones.
Video: entrevista y libros recomendados de Marcos Giralt Torrente
Explica Marcos Giralt Torrente que Los ilusionistas es un libro que le acompaña desde siempre, solo que ha tenido que esperar para ser escrito. “La pregunta que motoriza el libro —qué nos hace ser como somos— me ronda desde antes incluso de querer ser escritor”, cuenta. “Me preguntaba qué llevó a esos personajes, que luego pueblan Los ilusionistas, a tener vidas tan poco convencionales y con derivadas tan complicadas, teniendo un origen que apuntaba hacia vidas más estables y burguesas. Esa pregunta surgió cuando empecé a percibir ese vacío en el mapa familiar. Luego, una vez convertido en escritor, escribí Tiempo de vida, un libro de urgencia, surgido del duelo por la muerte de mi padre. Tuve que aprender a escribir un libro de no ficción sobre la marcha. Inmediatamente después, lo natural para mí fue volver a esa pregunta pendiente sobre la familia materna. De hecho, los primeros textos de Los ilusionistas se escribieron poco después, aprovechando el aprendizaje y las herramientas que adquirí al escribir Tiempo de vida”.
Si te propones escribir un libro como Los ilusionistas, la única manera de hacerlo es desde la honestidad radical
Desde las primera páginas, el escritor madrileño advierte que la memoria está compuesta de una mezcla de afectos, desencuentros y vacíos. Un material cambiante que exige un compromiso. “La memoria está compuesta, sobre todo, de vacíos y reinvenciones”, apunta Giralt Torrente. “Es una sustancia necesaria para la imaginación y la fantasía, pero si investigas en ella, debes asumir que mucho de lo que recuerdas no ocurrió tal cual, o que has olvidado partes esenciales. La familia es un territorio donde confluyen el amor extremo y el conflicto. Si te propones escribir un libro como Los ilusionistas, la única manera de hacerlo es desde la honestidad radical. No se pueden enseñar unas cosas y ocultar otras; hay que transcribir la vida tal como la recuerdas, poniendo siempre en duda la fidelidad de ese recuerdo. Si no estás dispuesto a ese pacto inicial, es mejor que escribas una novela y ficcionalices esa memoria”.
Los huecos de la memoria
Así, en Los ilusionistas Giralt Torrente se propone esa disección familiar, siempre teniendo en cuenta que, como avanza en el prólogo, hay casi tanto que sabe como lo que no sabe. “Tanto en Los ilusionistas como en Tiempo de vida no hay invención. Cuando identifico esos huecos, no los relleno con cosas inventadas, sino que formulo preguntas y esgrimo hipótesis, dejando siempre claro al lector que son solo eso: hipótesis”, apunta. “Una de mis ideas iniciales era que el libro tuviera varias capas. Por un lado, la historia en sí; por otro, mostrar el taller de la escritura: las dudas, los problemas éticos y morales, e incluso cuándo fue escrito cada texto. Quería que estructuralmente no fuera una narración monocorde, sino que incluyera materiales diversos: cartas, artículos que escribí en su momento, rituales familiares, extractos de mis diarios… Mi abuelo y mi abuela estuvieron doce años separados, y se escribían casi a diario. Por desgracia, se conservan sobre todo las de él, donde cuenta su vida en Madrid, sus actividades literarias, sus dudas e, incluso, aspectos íntimos de su relación. Teniendo ese material, ¿por qué no usarlo?”, se pregunta.
Tuve muy claro desde el principio que el gran problema del libro era la figura pública de mi abuelo
En ese retrato, una dificultad que se encontró era que la figura de su abuelo, el escritor Gonzalo Torrente Ballester, no fagocitase al resto de la familia. “Tuve muy claro desde el principio que el gran problema era la figura pública de mi abuelo”, reconoce. “Diseminé algunos signos de orientadores de cómo tenía que ir la lectura, asumiendo que en el mundo literario se sabe quién es mi abuelo, de dónde provengo, y que por lo tanto no pretendía engañar a nadie, pero pretendía orientar al lector, decirle que este no es un asunto sobre la familia de Torrente Ballester, sino que es sobre una familia y Torrente Ballester es un personaje más. ¿Cómo hacerlo? Por ejemplo, con esa nota inicial en la que reflexionó sobre la familia en términos generales, universales. También poniendo iniciales a los personajes y no su nombre”.
Para el autor, el libro es “una autopsia de una familia”, y por eso todos los personajes tienen su propio peso, desde el más llamativo (la vida de su tío Gonzalo, que pasó de escritor de éxito a pasar temporadas en prisión) a los menos atípicos. “Es cierto que la trayectoria de mi tío Gonzalo, de escritor precoz a estafador, es muy llamativa, pero el retrato del que estoy más orgulloso es el de mi tía Marisé, que vivió 60 años en la misma casa, con una vida de interior que apenas cambió”, cuenta. “Es más difícil escribir sobre una vida aparentemente estática y sacar su profundidad literaria. Al final, no es la rareza vistosa lo que hace interesante a un personaje, sino el fondo universal que todas las personas tienen”.
Porque, pese a que hable de una familia en concreto, Giralt Torrente cree que cualquier familia puede ser material para un libro como Los ilusionistas. “Cualquier escritor, si mira con atención, puede encontrar una historia así. De niño, lo que quieres es que tu familia sea normal, como la de tus amigos. Si algo falla en esa aspiración —y siempre falla algo—, y acabas siendo escritor, probablemente sea porque esas preguntas te persiguen”, concluye.
LIbros recomendados de Marcos Giralt Torrente
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Modiano suele ambientar sus novelas, como sabes, en el París de la Ocupación. Supongo que un día, documentándose para alguna de ellas, se tropezó en un periódico de la época con el anuncio de unos padres que buscaban desesperadamente a su hija durante los tiempos de la redada del Velódromo de Invierno. Patrick Modiano se conmovió, supongo, al ver ese anuncio de búsqueda, se intrigó y se obsesionó, y entonces quiso saber quién había sido esa niña y cómo pudo haber acabado. El resultado de esa indagación lo relata en "Dora Bruder", que me parece una novela maravillosa. Digo novela porque, más allá de ser un testimonio biográfico real de una experiencia —la de Patrick Modiano investigando sobre una niña que, a su vez, existió realmente—, está escrito con las armas de un escritor. Tiene una prosa que, si bien no pertenece a un género rígido sino más bien informe, la convierte en una novela, más allá de todo.
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Durante la escritura de Los ilusionistas, tuve varios referentes. Como Flores en la nieve, de Von Rezzori, que no tiene esa hilazón novelística que tiene 'Los ilusionistas', o es más tenue: que simplemente recoge cuatro retratos de su padre, su madre, de una tata y de su hermana en esos tiempos de las postrimerías del imperio austrohúngaro. Es un libro fascinante y de mis preferidos de Von Rezzori.
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También cito este, un libro familiar también de diferentes retratos y en este caso es sobre miembros de su familia pero miembros periféricos. Ese tipo de personajes que en todas las familias hay un poco excéntricos y que vivieron en los márgenes aunque la relación familiar sea de segundo grado o de tercero grado.
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Aunque no tiene que ver, estoy leyendo La sangre está cayendo al patio, de Elvira Navarro, un libro de cuentos magnífico.