Marcos Giralt Torrente
Los libros de Marcos Giralt Torrente
Las estanterias de Marcos Giralt Torrente
-
Una novela y doce libros de cuentos que tienes que leer, por Marcos Giralt Torrente
Ir a la estantería
MontaukMax Frisch
Nueve cuentosJerome D. Salinger
Mi vida queridaAlice Munro
CUENTOS COMPLETOSEdgar Lawrence Doctorow
El ángel EsmeraldaDon DeLillo
Pecados sin cuentoRichard Ford
Gracias por la compañíaLorrie Moore
Cazadores en la nieveJosé Luis Muñoz Jimeno
Vidas minúsculasPierre Michon
El último de la estirpeFleur Jaeggy
CuentosJohn Cheever
El favor de la sirenaDenis Johnson
Lo que opina Marcos Giralt Torrente
-
El único libro de la lista que es una novela y no un volumen de relatos. La razón primordial es que de él proviene la cita que encabeza mi libro Mudar de piel: “Nuestra culpa tiene una utilidad : justifica muchas cosas en la vida de los otros”. Es una novela breve, mi preferida de Max Frisch, en la que un escritor en viaje de promoción por Estados Unidos se pierde durante unos días con la traductora que le ha asignado la editorial.
-
La inclusión del libro de Salinger es un homenaje a uno de los escritores que mejor capturó la fragilidad adolescente, tema de algunos de mis cuentos. Lo incluyo, además, porque, como revela el título, son nueve cuentos y mi libro tiene, a su semejanza, nueve cuentos. Por esta última razón podría haber incluido también Primer amor y otras pesares, de Harold Brodkey, otro antecesor al que me acojo con gusto.
-
En este libro Munro tiene cuentos más breves de lo habitual en ella, algunos autobiográficos, pequeñas estampas de memoria que se reducen a menudo a un suceso puntual. Los cuatro primeros cuentos que escribí de mi libro (Rendijas, islas; Un refugio imprevisto; Traición y Preserva mejor el recuerdo) surgieron de su lectura. Quise emular, en mi caso desde la ficción, el tono casual de un recuerdo que se hilvana casi solo y que sin embargo es capaz de proyectar toda la complejidad emocional del mundo más amplio del que proviene.
-
Se publicó mientras escribía mi libro. En este volumen releí El escritor de la familia, al que en parte homenajeo en el cuento que da título a mi volumen, y leí por primera vez Wakefield, una revisitación del Wakefield de Hawthorne, en la que un hombre abandona a su familia, en el caso del de Doctorow para esconderse en el garaje. Me fascina esa vuelta de tuerca tan desinhibidamente rocambolesca. También yo he intentado forzar del mismo modo la verosimilitud en alguna pieza de mi volumen, como en mi preferido Baker y margaritas.
-
DeLillo es un escritor muy inteligente y esa inteligencia a menudo pesa demasiado en sus cuentos, que no me encantan. Sin embargo, el volumen contiene uno magistral, Medianoche en Dostoievski, que arranca con el extraño juego de dos universitarios y termina con el proceso de emancipación de uno de ellos. Los paisajes nevados y las conversaciones en clave inspiraron mi cuento Lucía y yo.
-
Me gusta de Ford esa anomalía que se instala sutilmente en interiores burgueses, a menudo en el seno de una pareja. Podría haber elegido otro de sus libros, pero en Pecados sin cuento hay un relato que me gusta especialmente: Cachorro, la historia de un matrimonio que adopta temporalmente un cachorro de perro y casi está a punto de zozobrar por su causa. Aunque el detonante es más dramático, mi cuento Sombras que reverberan transita por cauces similares.
-
Aprecio de Lorrie Moore su versatilidad, que tan pronto pueda escribir, como en este volumen, un cuento de fantasmas y este no desentone con otros de raigambre más realista. Que al final sea el interior de sus personajes, sus mudanzas y crisis, lo determinante; no el envoltorio de la ficción. Con todo, el que más me gusta es el que da título al libro. Una madre acogotada por una rebelde hija adolescente que acaba bailando liberada en una fiesta. Creo que algún eco de esa fiesta se percibe en mi cuento Abrir ventanas.
-
En este volumen hay un cuento, El mentiroso, que relaciono con El escritor de la familia, de Doctorow, y al que vuelvo casi por las mismas razones. Ambos retratan ese momento en el que la infancia termina y la inevitable aceptación de la edad adulta acaba sucediendo a consecuencia de una travesura.
-
Un libro al que siempre vuelvo, la autobiografía de los años de formación de Michon. Mis cuentos no son autobiográficos y tienen una escritura menos densa, pero tratan también de la familia y, como en los suyos, la fórmula más habitual para referirse a los personajes pasa por la filiación: “Mi madre”, “mi tío”, “mi hermano”....
-
Fleur Jaeggy no tiene nada que ver conmigo estilísticamente, pero aprecio en ella algo que yo también intento hacer por otros caminos: mirar de frente la condición humana, escribir desde dentro de ella sin maniqueísmos y sin atenerme al convencionalismo de un final cerrado. Me gusta que los finales simplemente pongan las cosas en otro nivel de comprensión.
-
Salió cuando había concluido mi libro, pero lo incluyo porque hasta su muerte el año pasado Denis Johnson era uno de los mejores cuentistas contemporáneos. Cinco relatos crepusculares -otra vez un número impar- que nadie interesado en el relato debiera pasar sin leer.
-
En esos mismos años fue muy importante el encontronazo con Cortázar.
-
Para mí fue muy importante en mi formación lectora una colección que se llama la Biblioteca de Babel que aparecía en la editorial Siruela. Era una colección que ya había salido previamente en Italia editada por Franco María Ricci, y era una colección dirigida por Borges. Estaba desde Kafka hasta Chesterton. Esa biblioteca para mí fue un gozo lector y un aprendizaje. El descubrimiento de Borges fue muy importante.
-
Entre los libros fundamentales de formación, pues por supuesto, En busca del tiempo perdido, pero también Tristam Shandy, de Laurence Sterne.
-
Thomas Bernhard fue muy importante para mí en un determinado momento.
-
Sebald, años después, también fue muy importante para mí.
-
Modiano suele ambientar sus novelas, como sabes, en el París de la Ocupación. Supongo que un día, documentándose para alguna de ellas, se tropezó en un periódico de la época con el anuncio de unos padres que buscaban desesperadamente a su hija durante los tiempos de la redada del Velódromo de Invierno. Patrick Modiano se conmovió, supongo, al ver ese anuncio de búsqueda, se intrigó y se obsesionó, y entonces quiso saber quién había sido esa niña y cómo pudo haber acabado. El resultado de esa indagación lo relata en "Dora Bruder", que me parece una novela maravillosa. Digo novela porque, más allá de ser un testimonio biográfico real de una experiencia —la de Patrick Modiano investigando sobre una niña que, a su vez, existió realmente—, está escrito con las armas de un escritor. Tiene una prosa que, si bien no pertenece a un género rígido sino más bien informe, la convierte en una novela, más allá de todo.
-
Durante la escritura de Los ilusionistas, tuve varios referentes. Como Flores en la nieve, de Von Rezzori, que no tiene esa hilazón novelística que tiene 'Los ilusionistas', o es más tenue: que simplemente recoge cuatro retratos de su padre, su madre, de una tata y de su hermana en esos tiempos de las postrimerías del imperio austrohúngaro. Es un libro fascinante y de mis preferidos de Von Rezzori.
-
También cito este, un libro familiar también de diferentes retratos y en este caso es sobre miembros de su familia pero miembros periféricos. Ese tipo de personajes que en todas las familias hay un poco excéntricos y que vivieron en los márgenes aunque la relación familiar sea de segundo grado o de tercero grado.
-
Aunque no tiene que ver, estoy leyendo La sangre está cayendo al patio, de Elvira Navarro, un libro de cuentos magnífico.