Kiko Amat

Los libros de Kiko Amat
Las estanterias de Kiko Amat
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Estarías loco si no leyeras estos libros
Ir a la estanteríaEl club de los mentirososMary KarrElling. El baile de los pajaritosIngvar AmbjrnsenÓmnibus JeevesP.G. WodehousePelo de zanahoriaJules RenardVida de este chicoTobias WolffLa hermandad de la uvaJohn FanteLa maldición gitanaDaniel Arce -
La Gran Rabia
Ir a la estanteríaUna semana de lluviaFrancisco García PavónLos millones-- --Los huerfanitosSantiago Lorenzo JiménezEl TriunfoMargaret Weis y Tracy HickmanEl viaje a pie de Johann SebastianCarlos PardoIrse a MadridManuel JaboisEs muy raro todo estoPablo Martínez ZarracinaYo fui Johnny ThundersCarlos ZanónMarley estaba muertoZanón Carlos Zanón CarlosEl misterio de la cripta embrujadaEduardo MendozaEl laberinto de las aceitunasEduardo MendozaÉrase una vez el finPablo RiveroLa chica zombieLaura Fernández Domínguez
Lo que opina Kiko Amat
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Las peripatéticas desventuras sureñas de dos hermanas, un padre noblote y una madre bohemia al borde del brote psicótico. Me ayudó a contar el desvarío materno y la angustia infantil de la sección de 'Antes del huracán' que transcurre en 1982 sin histrionismos ni autocompasión ni cursiladas. Frase limpia. Ni juicio ni opinión del autor. Entiendes a la madre, incluso cuando está a punto de apuñalar a Mary.
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Es la segunda parte de una trilogía tragicómica sobre un enfermo mental, Elling. Su vida en la institución psiquiátrica y su relación con su amigote, el grandullón y simplón Kjell Barne, y la forma triste y dulce en que se explica, fueron una de las primeras inspiraciones de Antes del huracán. Luego cambió, cuando entró la idea de Plácido, el mayordomo, que naturalmente saqué de...
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Y de toda la serie Jeeves-Bertram. Aunque en realidad Wodehouse también lo sacó de otra tradición, de origen quijotesco. El amo pirado y el sirviente capaz. Es un arquetipo universal. Y su relación de cariño, de apreciación mutua, que les lleva a través de sus cuitas y pesares. Antes del huracán quiso ser, al principio, un libro de humor leve al modo Wodehouse. Pero entonces apareció la infancia de Curro, y secuestró el 70% del libro, y lo volvió todo mucho más triste.
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Con él aprendí a contar a una familia sin miedo a que sus integrantes resultaran poco simpáticos. Ni siquiera el protagonista, el pelirrojo que le da nombre a la novela, se salva. Son todos pequeños, mezquinos y rabiosos; juntos empeoran. Mirar a una madre y un padre con ese desapasionamiento descarnado, solo observando, sin que interfiera el buenismo o las ganas de romantizar o dejarles mejor de lo que son… Todo eso es Renard. Y una de las dos citas iniciales de Antes del huracán es de aquí, claro.
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Me ayudó de dos maneras. Por un lado, remachó una vez más en mi cabeza la idea de narrar la familia, y al niño, sin grandilocuencias ni victimismo: contándolo como es, sin opinar. En segundo lugar, ayudó a arrancarme de encima, de una vez por todas, todos los tics pop y las inercias literarias que arrastraba de mi juventud. Frase limpia, y el párrafo que siempre termina dos frases antes de lo que dictaría la lógica. Siempre abierto. Mucho espacio. Nada de pirotecnia.
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En mis novelas anteriores predominaba la influencia del Fante de la época Bandini: más exclamatorio y excesivo, más opinador, con esa primera persona entrometida, esa voz histérica, hilarante, de la que no escapas. En Antes del huracán, sin embargo, influyó el Fante tardío, calmado y comedido. La forma en que el protagonista mira al padre -con dureza, rabia, odio y amor simultáneos- configuró la mirada hacia el padre de mi novela.
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En general. No solo por la forma en que cuenta cosas tremendas y brutales con esa voz sencilla, cortante, apasionada y contenida a la vez, sino también por su coraje narrativo, y por cómo pinta la lucha de escribir. Cuando me fallaba el ánimo siempre pensaba (y pienso) en Crews. Un hombre solo, escribiendo cada día, sin desfallecer ni cesar, involucrado en un combate demencial contra sí mismo, sin prestar atención a nada de lo que sucede allí fuera. Crews siempre me alienta a seguir, contra toda oposición. Es mi vacuna contra el desánimo.
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Es un libro que me perdí cuando salió y que ahora recuperan con ocasión de la película. Una película que no pienso ver, porque el libro es alucinante. Para mí lo tiene todo: humillación, alcoholismo, timos circenses, presuntos asuntos paranormales, y este ambiente circense de los que los anglosajones llaman carny, un marco alucinante para una historia de descenso a los infiernos. Es el mejor libro que leeré este año.
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Soy muy fan de Valentín Roma, que ha escrito lo que él define como un tríptico sobre el desclasamiento, y esta es la tercera parte. Son libros memorísticos: la primera parte trataba sobre su padre, que tuvo un ataque de locura y se creía Lenin: el segundo era sobre su vida como futbolista profesional, y esta es la parte de desclasamiento capitalista cuando entró a trabajar para la Guía Michelín. Son libros muy poderosos a la vez que descacharrantes y escritos con una aparente sencillez. Además, nadie utiliza las comillas como él.
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Es un relato de la mafia y la corrupción valenciana desde su apogeo máximo hasta nuestros días, y cumple las tres cosas que me gustan cuando leo no ficción: no solo te cuenta una historia flipante y bien documentada, sino que está bien escrito y, encima, hace reír. Me parece una carambola casi imposible conseguir que un libro así sea cómico y no se ponga ni fúnebre ni trágico, incluso cuando habla sobre algo nefasto. El exotismo y la bizarría del tema contribuyen, desde luego, pero en otras manos quizás alguien hubiera hecho un panfleto luctuoso.
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Siempre se acuerda de Principiantes, de Colin MacInnes, que era una historia como de posmodernistas del Soho de Londres de finales de los 50, esta es la versión mucho más underground. Aquella historia de MacInnes era una especie de fábula de lo que era el Soho entonces, Terry Taylor estaba allí, estaba integrando la horda de adolescentes que pululaban por el Soho en aquella época, aquellos beatniks tardíos que luego serían modernistas. MacInnes se inspiró en él para el personaje principal de Principiantes. No solo está bien escrito y explica muchas cosas, sino que además es un libro valiosísimo para atender una época de la cultura pop.