
Especial La familia: el tema literario que no se agota (pero que se transforma con el tiempo)
Si echamos un vistazo rápido a las novedades editoriales, entre ensayos, novela negra, histórica y otros géneros, nos encontramos, indefectiblemente, con los grandes temas literarios de siempre. No podía ser de otra manera. La crítica literaria y los estudios de literatura comparadas nos han mostrado siempre que hay una serie de preocupaciones y arquetipos que se repiten una y otra vez: el amor, el desamor, la ambición, la venganza, la naturaleza humana, la identidad o el conflicto moral. Pero si miramos un poco más detenidamente, advertiremos otro tema, o más bien un contexto, en el que se cruzan muchos de ellos: la familia. Un entorno consustancial a todo ser humano y que siempre ha estado presente en la literatura, pero que en los últimos años se representa cada vez de formas más diversas.
Solo en lo que llevamos de año, la familia es una presencia fundamental en varias novelas. Lo es en La picadura de la abeja, del irlandés Paul Murray, una tragicomedia con una familia de clase trabajadora en horas bajas. También en El secreto de Marcial, la novela de Jorge Fernández Díaz ganadora del premio Nadal, que narra la incomunicación entre el autor y su propio padre. En el caso de El libro de las hermanas, de Amélie Nothomb, se centra en el amor fraterno como antídoto contra la indiferencia de unos padres poco dedicados.
Incluso también está presente en la no ficción, como en Dejé de llamarte papá, de Caroline Darian, la hija de Gisèle Pelicot, testimonio de cómo una familia puede ocultar el peor de los infiernos. De alguna manera, la archiconocida frase de Tolstoi en Ana Karenina (“Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera”) no sólo sigue vigente, sino que parece ramificarse: la cuestión ahora es mostrar las infinitas maneras en las que la familia puede ser un generador de desdichas.
La transformación de la familia en la novela
En este cambio de la manera en la que se representa la familia, quizás la voz más rotunda haya sido la de Sara Mesa. “La familia es una amenaza”, comentaba en una entrevista al hilo de su novela La familia, en una declaración que le valió algunas críticas, pero que resulta difícil rebatir si tenemos en cuenta la producción literaria reciente. Si la literatura clásica había tomado la familia como una institución que ejercía su fuerza como continuadora de una tradición, no exenta de traiciones como las que nos muestra Hamlet, en los últimos años la familia se nos presenta de una manera más crítica. Si bien hay obras que siguen poniendo de relevancia el papel de red emocional y de guía para adentrarse en la vida que ejerce la familia, muchas otras inciden en el peso, muchas veces asfixiante, que puede llegar a tener en el individuo, cuando no en la incomunicación que se genera entre padres e hijos y que hace que existan heridas que pocas veces se cierran.
La familia como una carga o, directamente, como un círculo en el que se cometen injusticias y abusos es cada vez más un tema recurrente, demostrando que el tabú a la institución se está superando. Los abusos y maltratos están presentes en Vengo de ese miedo, de Miguel Ángel Oeste, mientras que el fundamentalismo que se impone en su seno es el tema principal de Una educación, de Tara Westover, ambos libros basados en la experiencia personal de sus autores. En otros casos, las familias que se cuentan en primera persona son también altamente disfuncionales, como la de Mary Karr en El club de los mentirosos, aunque en ellas se asoman rastros de amor.
Sin llegar a los extremos, la familia también ha estado sometida a examen, y convertida en género literario, en especial relacionada con la autoficción. La obra de Annie Ernaux está plagada de vivencias personales relacionadas con la familia de la autora, como lo están los vericuetos y las miserias del matrimonio en la de Rachel Cusk.
Una visión que también entronca con una variante de las relaciones familiares complicadas, la de los lazos materno-filiales, con Apegos feroces de Vivian Gornick como gran faro. Visiones de la familia, desde la crítica feroz a la ambivalencia, que muestran que, efectivamente, hay muchas maneras de ser infelices.